10. Jugando

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-Conque licencia por enfermedad, ¿eh?
-Sí, así terminó todo, no se ha vuelto a mencionar a Cristina Daaé desde entonces.
-Menos mal, porque al no venir por aquí durante cinco días, pensé que me había perdido de
mucho.

Canelle y Cyrano jugueteaban en un Castillo utilizado para alguna ópera. A razón de que él estaba escribiéndole una carta a Roxana dirigiéndose a ella como una princesa en peligro.

-¡Mi amada Roxana, yo os liberaré del yugo de el monstruo con el cerebro-quiero decir- cabello rizado!- exclamó ella empuñando un florete de utilería y agitándolo en el aire.

Cyrano rió un poco, interrumpido por un chispazo en su mirada.

-¡Claro, eso es!- lo que él empuño fue la pluma, y fue a buscar un rincón que le sirviera de mesa.

Canelle se acercó con curiosidad y siguió las palabras mientras mágicamente surgían de la pluma de su amigo.

-Licencia por enfermedad, sí como no. Todo esto es muy extraño. ¿Porqué una cantante desaparecería tan repentinamente? Y tampoco se ha visto al Vizconde de Chagny, mmmmmh... ¿Tú que piensas, Gabriel? ¿Gabriel?

El monólogo de Fleur Blanche, que paseaba por el Gran Salón después de haber indagado un poco (y no descubierto nada más que lo de una supuesta licencia), se detuvo por fin al descubrir que nadie la escuchaba. Ni siquiera su habitual compañero.

-¿En dónde se ha metido ese niño del demonio? ¡Es horrible buscar a alguien aquí dentro!- Pero no tenía otra opción más que buscarlo...

-Bien, ¿qué te parece?

"Envidiable" deseó responder Canelle, pero no lo consideró prudente...

-Muy bonito.- respondió lacónicamente.

-Sabía que estarías por aquí...

Ambos voltearon al escuchar una voz detrás de ellos, encontrándose con que Le Bret los miraba con reproche.

-Señorita Canelle, ¿podría dejar de distraer a Cyrano de sus obligaciones?

Aquellos ojos negros insondables, de alguna manera intimidaban a la chica, que simplemente agachó la cabeza.

-Lo siento...- dijo en voz bajita -...yo no lo busqué... si hubiera sabido que él estaba ocupado, no...

-No es su culpa.- agregó Cyrano poniéndose frente a ella. –He estado cinco días acuartelado, no podía resistir más.

-Claro, y veniste a meterte en una fortaleza de cartón.- reprochó de nuevo el cadete, señalando con ironía la escenografía.

-Es solo un juego, LeBret, necesitaba.... Inspiración.- Cyrano sonreía sin ninguna culpa.

Canelle en cambio estaba muy apenada.

-Lo siento, ya me voy...- la chica dio la vuelta para marcharse.

-No es necesa...- Cyrano la tomó por la muñeca.

-Sí, sí es necesario.- interrumpió LeBret –Carbon te está buscando.

-Ni hablar.- dijo Cyrano soltando un suspiro de resignación y la muñeca de Canelle –Nos vemos otro día. Y perdona a este cascarrabias, mientras no tenemos obligaciones es muy agradable.

LeBret hizo una cortés y encantadora reverencia –Discúlpeme si he sido grosero con usted, es solo que este muchacho siempre me tiene buscándolo por todo Paris.

-N...no hay problema.- dijo Canelle nerviosa, no estaba acostumbrada a que la galantería fuera dedicada a ella –Es una pena que coincidamos cuando usted se encuentra de mal humor.

LeBret sonrió, y Canelle casi suelta una exclamación de asombro al notar el radical cambio que le daba esa expresión a su rostro, era como  un rayo de sol. Él tomó a Cyrano (que ya empezaba a hacerse el desentendido) por el brazo y se lo llevó casi a rastras.

Mientras tanto, Fleur ya se había internado de nuevo en los pasillos cercanos, paseando entre nubes y campos, lienzos y objetos, todas parte de las ilusiones que ese Palacio ofrecía a sus clientes.

Y de pronto recibió la primer señal de lo que esperaba, las risas de Gabriel sonaban cerca. Tras llamarlo un par de veces, recibió respuesta.

-¡Ven, Fleur, mira!

Sintiéndose algo tonta por ir a buscar al niño en lugar de que el niño viniera con ella obedientemente, finalmente se encontró con Gabriel, que jugaba con un gato...

Un gato bastante extraño.

-¡Un gato persa!- exclamó Fleur, sin dar crédito a sus ojos -¡Gabriel, dónde lo has encontrado?

-No me acuerdo exactamente, Fleur, este lugar es muy grande.- respondió el niño despreocupado, acariciando al gato que ahora se acomodaba en su regazo.

-Bien, vámonos ya.
-¡Pero es muy pronto!
-¿Cuál pronto?¡Llevamos horas aquí!
-¿Puedo llevarme al gato?
-Debe tener dueño...
-No, cuando un gato tiene un dueño que lo hace feliz no deja que un extraño se le acerque...
-Un dueño que no lo hace feliz, pero un dueño...
-Vamos, Fleur, es obvio que no ha notado su ausencia.
-No.

Entonces Gabriel utilizó la infalible técnica infantil... ponerse a llorar...

-¡Eres muy injusta! ¡Yo hago todo lo que me pides! Es la primera vez que yo te pido algo...

Fleur intentó hacerse la desentendida... pero Gabriel no había usado el truquito de las lágrimas hacía mucho tiempo, realmente quería al animal... además, no les caería mal un poco de compañía, alguien que los recibiera en el solitario piso cuando llegaran exhaustos del trabajo...

-Está bien, llévatelo.

Gabriel se limpió las lágrimas, se levantó y acurrucó al animalito que ahora ronroneaba felizmente entre sus brazos.

-Gracias, Fleur.- dijo sonriendo, emprendiendo el camino.

Fleur exhaló un suspiro de resignación... recordaba lo que era salirse con la suya cuando eres niño.

-¿Se puede saber a qué estás jugando, Cyrano?

-¿Jugando yo? ¿De qué hablas?

Los dos cadetes caminaban por las calles empedradas de Paris, Cyrano se adelantó un par de pasos en cuanto LeBret comenzó a regañarlo.

-No te hagas el desentendido, es obvio que esa chica se está encariñando contigo.

Cyrano se detuvo y miró a su amigo extrañado.

-No sé que tiene eso de malo, sólo somos amigos.

-Amigos que juegan a solas en un Castillo, aunque sea de cartón...- agregó LeBret seriamente.

-¿Qué tonterías dices?- preguntó Cyrano con una sonrisa, antes de volver a andar.

-Digo que no puedes darle alas a una chica mientras amas a otra.

-Yo no le estoy dando alas a nadie, ella está perfectamente consciente de la situación.

-¿Y qué te asegura que está también conforme?

Cyrano detuvo su caminata y volteó a ver a su amigo.
-Es de esas personas que ya hubieran dicho algo, ¿no lo ves?

-Si eso es lo que tú ves, está bien.

Cyrano dio media vuelta y continuó su camino, pateando una piedra dubitativamente.

CONVERGENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora