42. Descenso

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Sus últimas esperanzas morían mientras sentía el aire tibio del escenario sobre su piel expuesta y los gritos de horror del público, el elenco y los empleados del Palacio, mezclados con pasos de las fuerzas del orden movilizándose para intentar prenderlo.

Pero no sería fácil capturarlo: esa noche su misión era llevarse a Cristina y había apelado a su último resquicio de piedad para ganar su corazón de la manera correcta, como lo haría cualquier caballero conquistando a una dama; ahora tomaría sus propias medidas, tendría a Cristina a su propia manera.

Deteniendo a la joven con una mano, desató una soga anudada a su costado, un nudo al que nadie le había dado importancia y resultó tener una conexión fatal.

Todos miraron al techo al escuchar un severo crujido, la cadena que sostenía al Candelabro de la sala se desprendía abriéndose camino creando una grieta en el yeso del domo.

La reacción fue instantánea: los asistentes se levantaron de sus asientos y comenzaron a correr ante la inminente caída, entre gritos y atropellos.


-¡Gabriel, al foso!- Fleur empujó al niño que se había quedado aterrado mirando la cadena desgarrando el techo. El lugar que habían escogido les dejaba libre un estrecho camino para correr hacia el foso y colarse a empujones entre los músicos, más preocupados por huir de la gigantesca lumbrera que se dirigía directo a ellos que en detener a un par de intrusos.

-¡¿Qué?! ¡¿Porqué?!- Exclamó Canelle desde las alturas, sobresaltada, asustada y confundida de que aquello no estuviera entre los planes que habían discutido durante tantas horas. Todo parecía ser tan simple, sin daños a terceros, y ahora miraba su casa arder.

-¡Lárguense todos! ¡No muevan nada!- gritó furiosa mientras sentía que las lágrimas llenaban sus ojos y emprendió el descenso al escenario, donde se encontraría con Cyrano en la segunda pierna a la derecha.


Entre tanta confusión, para Erik fue lo más sencillo del mundo desplegar una palanca oculta en el barandal, que abría una trampilla en el puente que caía directo a una nueva trampilla encubierta en el escenario; los trabajos que había ordenado realizarse escondidos en la madrugada.

Tomó a Cristina por la cintura y bajaron, sin que nadie pudiera siquiera pensar detenerlos entre el caos.

A punta de gritos, los oficiales de policía se habían compactado a un costado del escenario, habiendo esquivado a la multitud despavorida mientras algunos aún trataba de vaciar la sala.

-¡Debemos seguir a ese hombre!- gritó el Comisario ¡Busquen una manera de subir al escenario!

Los oficiales miraron asustados hacia el lugar que se les había ordenado acceder, ya bloqueado por las llamas.

-Notoriamente es imposible.- escuchó el comisario una voz detrás suyo. Volteó para encontrarse con Le Bret que se miraba bastante tranquilo para la situación.

-¡Henry Le Bret!- vociferó Mifroid -¡Dónde está Le Bret está Cyrano, así que deben ser cómplices de todo esto!

-Al contrario, Comisario.- explicó Le Bret con una sonrisa, conteniéndose de soltarle una sonora bofetada a quien se había atrevido a llamarlo "Henry" la primera vez que le dirigía la palabra -Cyrano estaba al tanto de los planes de El Fantasma y me ha pedido que si no lograban evitar que secuestrara a Cristina, debo guiarlos a La Casa del Lago, donde finalmente podrán apresarlo y rescatar a la joven.

Sin decir más, el moreno caminó hacia el muro que meses atrás se había "tragado" a su amigo y lo activó para girar, mostrándoles como funcionaba e indicándoles que debían entrar.

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