24. Bajo la Luna

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Canelle sintió que las lágrimas que habían comenzado a caer conforme lo bellos jóvenes se fundían en su primer beso se detuvieron de golpe al escuchar que los laudes anunciaban el regreso del capuchino.

Sin tiempo para reaccionar miró la sombra de Cyrano alejarse un poco y luego finjir que había llegado corriendo de muy lejos.

-¡Hola!- saludó fuertemente interrumpiendo a los dos jóvenes quienes voltearon a mirarlo sorprendidos.

-¡Primo!- respondió Roxana radiante de felicidad -¡Ahora bajo!

Refunfuñando, Christian bajó mucho más rápido por el balcón y antes de que pudiera replicar cualquier cosa la linternita del capuchino disminuyó un poco más la oscuridad de la noche.

-Buenas personas, me parece que me han dado la dirección equivocada.- dijo el clérigo con toda su religiosa paciencia.

-¿No ha dicho usted que buscaba la casa de Magdalena Rolin?- preguntó magnánime Cyrano, con toda su impía hipocresía.

-No Rolin: Robin. B-I-N ¡Bin!- explicó pareciendo inmutable el Capuchino.

-Oh, entonces sí es aquí, por favor disculpe mi torpeza.- Cyrano se inclinó elegantemente cediéndole el paso al hombre, quien sin más explicaciones caminó con decisión hacia la puerta.

-Ya deja de barrer la calle con la nariz.- susurró Christian al pasar junto a Cyrano quien seguía inclinado.

Una ramita atravesó el aire y dió justo en la cabellera rizada, Christian volteó hacia la dirección donde Canelle se mantenía oculta y ahora lo miraba con furia. Lo señaló acusadoramente para hacerle entender que lo tenía vigilado.

-¿Cómo me escucho?- preguntó el muchacho sobándose, mientras Cyrano lo miraba burlonamente y la puerta de la casa se abría.


Ragueneau cargaba una linterna mientras Roxana, con una expresión más bella que nunca salió tras él.

Miró confusa al Capuchino que se acercaba sin titubear.

-¿Magdalena Robin?

-Sí.- respondió la rubia titubeante.

-Tengo una carta para usted.- indicó entusiasmado buscando bajo el hábito hasta sacar un sobre firmado.

-¡De Guiche!- exclamó Roxana al leer el remitente. Recuperando la sangre fría inmediatamente invitó a todos a pasar.

A todos menos a Canelle que seguía oculta a su vista, quien al mirar la puerta cerrarse bajó de su escondite y corrió a la ventana para fisgonear.

-¿Y qué dice la carta?- preguntó Christian curioso.

Cyrano comenzó a preocuparse, empezaba a entender.

Y en un destello de improvisación e histrionismo, Roxana cambió el contenido original de la carta: qué De Guiche había estado oculto en el convento de Capuchinos porque deseaba verla una vez más antes de partir al sitio de Arrás (con obvias intenciones paralelas) y la buscaría aquella noche, a un contenido mucho más conveniente para los presentes: que De Guiche había encontrado gracia en Christian de Neuvillete, y le parecía la persona más adecuada para que la joven Robin contrajera santo matrimonio.

El hombre de iglesia accedió a efectuar la ceremonia cuando escucharon un par de laudes tocando una tonada triste que tras un momento se volvió funebre.

-Alguien viene.- murmuró Cyrano alarmado -¿En cuánto tiempo estará casada mi querida prima?

-Quince minutos, caballero.- respondió el oportuno clérigo entusiasmado -Solo quince minutos les asegurarán la felicidad el resto de sus vidas.


Cyrano consiguió sonreir en un esfuerzo supremo y se disculpó por no poder quedarse a la apresurada ceremonia, saliendo estrepitósamente por la puerta principal.

-¡Es De Guiche!- dijo Canelle entrecortadamente, había subido y descendido de nuevo al árbol lo más aprisa que pudo para divisar quién se acercaba.

Cyrano la miró con cierta desaprobación -¿Qué sabías de esto?

-No importa.- suplicó Canelle tomando su mano -Debemos detenerlo.

-Sólo quince minutos, no te angusties tanto.- dio Cyrano tajante, se sumaba a su frustración por la boda el que Canelle le hubiera ocultado algo.

-¿Cómo entretengo a De Guiche un cuarto de hora? Sin que sospeche, ni...-

-Yo podría...- respondió Canelle con reserva, si Cyrano enfrentaba al Conde directamente para entretenerlo habría sospechas, así que tendría que hacerlo ella, aun sin tener idea de como.

Pero un segundo después su semblante se iluminó con una mejor idea -¡Ven, sube!


CONVERGENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora