Había ido a rescatarla. Después de su imprudencia, después de su imperdonable ofensa, después de causarle la peor de las decepciones. La había rescatado aún cuando no valía nada.
Miró los rasguños en su rostro, sus brazos vendados, la tristemente famosa nariz ahora con una herida aún fresca que pronto cicatrizaría añadiéndole un poco más de lamentable al aspecto de aquel apéndice tan repudiado por su portador.
Y todo por su culpa, por el acto más impulsivo y estúpido en su vida: de no haberlo besado él no se habría ido, ella no hubiera bajado la guardia, no se habría dejado capturar, no hubieran tenido carnada para atraerlo.
Su mirada se nubló, sintió que las lágrimas luchaban por salir mientras Cyrano la evaluaba con una mirada llena de preocupación.
-No llores.
Escuchó mientras aguantaba un gemido de dolor, él la había estrechado entre sus brazos en un brusco movimiento y ahora ella se esforzaba por asimilar la acción como una muestra de cariño, a pesar del dolor que le causaba en su maltratado cuerpo.
-Lo siento.- susurró ella comprendiendo que el dolor era parte de su castigo –Perdóname, nunca quise ofenderte, nunca quise decepcionarte, nunca quise ponerte en peligro...
-Lo sé.- la interrumpió, aflojando un poco su abrazo al comprender que podría estarla lastimando –Todo es mi culpa por ser tan egoísta, era feliz viéndote solo como una amiga, y jamás pensé que tú podrías verme de otra manera. Pensé que tú eras feliz igual que yo. Y fui más egoísta que nunca al pensar sólo en mis sentimientos cuando en ese túnel secreto tú me...- apretó los labios un par de segundos incapaz de pronunciar la palabra exacta, antes de exhalar un suspiro resignado. -Eres tú quien debe perdonarme, por pasar tanto tiempo cegado por esa obsesión hacia mi prima, no pude ver lo que tú deseabas. Ni lo que yo deseaba.
Canelle tembló de expectación. ¿De verdad estaba escuchando aquello? ¿De verdad él quería decir lo que ella estaba comprendiendo?
-Ahora que lo recuerdo, me parece que nuestro querido Le Bret se dio cuenta hace mucho tiempo.- continuó él con una media sonrisa -¿Algún día aprenderé a escucharlo?
Ella sonrió. -Creo que se dio cuenta incluso antes que yo.- dijo bajito, apenada. –Supongo que eso sucede cuando sientes algo nuevo, no sabes bien lo que es.
-¿Desde cuándo?- preguntó Cyrano, arrepentido. –Te compensaré cada día que tú hayas esperado deseando que yo me diera cuenta.
-Ya lo hiciste.- dijo Canelle contenta, recargando su rostro en el pecho de él –Ya no importa.
-¿De verdad?- insistió él acariciando su cabello.
-Al principio yo también era feliz sólo con ser tu amiga.- explicó la chica sintiéndose por fin tranquila, aunque el dolor apenas disminuía –No estoy segura de en qué momento eso cambió, me di cuenta aquella vez que en el balcón de Roxana cuando ella y Christian se...- guardó silencio repentinamente.
-¿Le tenemos miedo a la palabra, señorita Canelle?- preguntó Cyrano con una fársica seriedad.
Ella se sonrojó al recordar que él tampoco había podido completar una frase con aquella palabra.
-Después de todo, ¿qué es?- continuó el cadete tomando delicadamente el rostro de la joven entre sus manos y dirigiendo su mirada hacia él. Al mirarla tan apenada él también empezó a sentir el carmín tiñendo su rostro. Sonrió un poco, esperando que con ello los dos pudieran serenarse.-¿Un juramento hecho más de cerca?- recitó melodramáticamente.
Se miraron un momento y comprendieron que era el momento ideal, que esa promesa de juramento estaba más cerca que nunca.
Ella cerró los ojos, él acortó la distancia entre sus rostros e instintivamente cerró los ojos también.
Y la maldita nariz se interpuso.
Canelle abrió los ojos de golpe al sentir que él la soltaba y alarmada miró como lleno de rabia abría la boca para maldecir más que nunca, en una fracción de segundo ella recobró la calma y con delicadeza puso el dedo índice de su mano sana sobre sus labios.
-Basta.- susurró tiernamente –No vuelvas a maldecir ni negar tu nariz jamás, ¿me has oído?
Él la miró con tristeza y arrepentimiento. Aun en esas circunstancias, la estaba preocupando y ella no hacía más que mostrarle cariño y comprensión.
-¿Cómo podría ignorar a esta maldit-
-Shhhh...- lo interrumpió suavemente.
-...¿si ni siquiera puedo...- continuó tristemente.
-Pensé que todo era posible para Cyrano de Bergerac.-dijo ella sonriendo muy a su pesar, al mirarlo así sólo deseaba llorar de nuevo. –No dejes que tu nariz te ciegue una vez más.
Cyrano suspiró comprendiendo que la chica tenía razón. Respiró profundo y cerró los ojos para serenarse.
Canelle cerró los ojos también, esperando que si no lo miraba se sentiría menos presionado.
Los pensamientos del cadete se aclararon, amaba a la jovencita frente a él, y jamás en su vida había deseado algo como deseaba ahora demostrárselo, como deseaba respirar por un momento el alma de la mujer que amaba. No podía esperar más, no podía permitir que nada se lo impidiera, no más miedos, dudas ni inseguridades.
En ese momento no había nada más en el mundo que Canelle y Cyrano, y no le importaba lo que podría pasar después.
Abrió los ojos y la miró esperando pacientemente, a ciegas, como había confiado siempre en él a pesar de todo.
Tomó nuevamente su rostro entre sus manos y la sintió temblar un momento, acarició su mejilla para apaciguarla mientras con calma se acercaba midiendo la distancia, naturalmente tenía que inclinarse un poco para que la nariz estorbara lo menos posible, decidió en ese momento que dejaría de darle prioridad a ese apéndice al definir lo que era y hacía, tal y como ella siempre lo había visto.
Una extraña ansiedad y urgencia recorrió su cuerpo mientras se acercaba cada vez más, hasta que sintió el calor de los labios de la doncella tan cerca de los suyos que finalmente tuvo la confianza de obscurecer el mundo y sólo sentir.
Sus labios se encontraron apenas en un ligero roce, se quedaron un instante inmóviles, comprendiendo y apropiándose de la sensación, antes de arriesgarse a conocerse por medio de caricias con cautela y cariño, probando la esencia del otro durante un momento que pareció eterno.
Sus ojos se encontraron en cuanto sus labios se despidieron, comprendiendo que en un instante el mundo había cambiado, que no volverían a percibir a los mismos Canelle y Cyrano al reflejarse en la mirada del otro.
-Te amo.- dijo él sencillamente. Sin bordados ni oropel, sintió que las palabras no los necesitaban en ese momento.
Ella se sonrojó más que nunca y bajó la mirada apenada un segundo, antes de dirigirle la más cálida de las miradas.
-Te amo.- respondió.
Sonrieron. Sonrisas más felices que nunca, cargadas de todos esos sentimientos que habían estado guardados esperando salir.
Él la abrazó con cuidado, y tras quedarse en silencio unos minutos, olvidándose de pensar y abandonándose solo a sentir, Canelle miró a su alrededor.
-Cyrano, ¿dónde estamos?- preguntó confundida.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
:o ¿Dónde están?
Eh... perdón por olvidarme de actuaizar ayer.
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CONVERGENCIA
Fanfiction(Crossover-UniversoAlterno) ¿Qué tienen en común EL Fantasma de la Ópera con Cyrano de Bergerac? Una tramoyista de El Palacio de la Ópera y una joven periodista de el periódico La Época podrían averiguarlo. (La fanfic empieza desde el principio, no...