12. Molestias fantasmales

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Fleur Blanche abrió un ojo. Durante dos días, las risas no habían parado en su morada, a causa del nuevo inquilino.


La nueva inquilina. El animalito había resultado ser hembra, aunque Gabriel simplemente lo llamaba "Gato".

Fleur había dormido mal, Gabriel y "Gato" se dormían tarde y después madrugaban para jugar, y cuando finalmente todo quedaba en tranquilidad y silencio... de pronto ella sentía un par de ojos observándolos... la sensación duraba horas, y le causaba insomnio.

Además... la minina se había negado a comer... solo bebía ocasionalmente algo de leche.

Tal vez traer al gato no había sido tan buena idea.


Levantarse de la cama y mirar a Gabriel la hicieron cambiar de opinión. No lo había visto tan contento desde... bueno, en realidad nunca lo había visto tan contento, y la gata parecía corresponderle.

-Vamos, Gabriel, jugarás después, tenemos cosas que hacer.- dijo desperezándose.

Le echó un vistazo al piso... estaba un poco desordenado. Lo poco que podría estar con sus pocas posesiones. Pero cada objeto, por mínimo que fuera, lo había ganado con su propio esfuerzo.

De pronto notó algo que no era suyo... por debajo de la puerta se asomaba algo blanco... un sobre. Se acercó a recogerlo, y sintió un escalofrío: leyó su nombre en el destinatario, con aquella caligrafía impecable y escrita con tinta roja que había visto su primera noche en el Palacio de la Ópera.

Abrió el sobre con nerviosismo, si todo ese asunto era una broma... ¿porqué la incluían a ella?

La carta en el interior estaba escrita igualmente con una caligrafía notable.


Gabriel no le había hecho el menor caso, y seguía jugando. Fleur se sentó en el sofá y comenzó a leer.

Estimada reportera.

Ha leído usted bien, "estimada", ya que su participación en mis asuntos ha sido de lo más propia y adecuada, y no me ha dado usted ninguna razón de disgusto.

Incluso ha cuidado bien a mi gata.

"Gato" se llama en realidad Ayesha, y es de mi propiedad. Le agradezco los cuidados que tan humanamente le ha brindado, pero le agradecería mucho más que me la devolviera. Está acostumbrada a mi, y además, su falta de apetito es porque ella solo gusta del salmón y el caviar. Su situación a duras penas le permite mantenerse a usted misma y al pequeño Gabriel, el salmón y el caviar se saldrían un poco de su presupuesto, ¿no es así?

Espero su comprensión, y espero que este asunto se conserve solo entre nosotros. Su discreción será bien remunerada, de comentar algo con alguien más, yo podría decirle un par de cosas a ese matrimonio recién llegado de Amiens; seguro que encontrarán muy interesante el destino de la pequeña Selene.

Considere muy bien la situación, puede dejar a Ayesha en el Palacio la próxima vez que lo visite, ella encontrará el camino de regreso.

Su obediente servidor F. de la O.



Fleur se quedó como en trance... se pellizcó para asegurarse que no estaba soñando. Aquella carta era totalmente inverosímil. ¿"Gato" se llamaba Ayesha y era la mascota de el Fantasma de la Ópera? ¿El mismo Fantasma sabía quien era Selene? ¿Ayesha sólo comía salmón y caviar?

Miró de nuevo a Gabriel jugando con la gata... era realmente algo que debía considerar muy bien.


Canelle se había levantado temprano, La Carlota había llegado a primera mañana exigiendo ensayos exhaustivos.

-¡Pero si puede berrear sin tramoya!- se quejó por enésima vez, antes de dejar escapar un bostezo. Estaba decidiendo que era peor: la madrugada o la voz de la Diva, que comenzaba a vocalizar.

Recordó entonces a Cristina Daaé... y deseó buscar a ese tal Fantasma y pedirle que regresara a la chica... para que La Carlota dejara de acaparar protagonismo. Esa idea de los ensayos a primera hora del día no era más que otro de los desesperados intentos de la Diva por mostrar su superioridad.

"¡Aquella corista no puede superarme, y yo me encargaré de recordárselos!"
Repitió arremedándola desde arriba.

Si tan solo pudiera hablar con el Fantasma...



Horas después, Fleur Blanche estaba sentada en la redacción de La Época. No se le había asignado ninguna tarea, pero escribía sobre un papel, borroneaba con líneas frenéticas y volvía a escribir una y otra vez.

¿Cómo se le responde a un Fantasma? Un Fantasma bastante amable, en realidad, y que incluso la había llamado "Estimada". ¿Cómo podía explicarle que Gabriel ya se había encariñado con Ayesha, y era cruel quitarle un animal a un niño? También debía preguntarle como sabía sobre Selene y Amiens... y definitivamente, era imperativo confirmar que si él era discreto, ella lo sería también. Se sentía de lo más tonta tratando de escribir todo eso...

Si tan sólo pudiera hablar con el tal Fantasma...

CONVERGENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora