YA NOS VAMOS, MAS NO NOS SEPARAMOS

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Narra Percy

Ya casi era hora de regresar a mi aburrida vida de mortal, sin mis mascotas, sin mis armas y sin mis amigos, aunque tenia a Annabeth. Pero tanto ella como yo sabíamos que tenia que mudarse cuanto antes.

Estábamos en el porche de su cabaña hablando con Malcolm sobre los amigos que le podrían hacer algo.

-Esta Zac, el me molesta pidiéndome citas todos los condenados días; luego esta Jimmi, un amigo, aunque es inofensivo, no me confió; por ultimo esta Michael, el es un amigo como Jimmi, pero un poco mas al estilo de Zac.

-Bien, ¿y tú? -dijo Malcolm.

-Hay una compañera que se llama Penni, es un poco apegada a mi, aunque me resulte molesta. -dije pensando en con me trataba Penni.

-Bien, Annabeth, hablare con Quiron para que me inscriba en tu instituto con los dos. -dijo Malcolm. -Habla con tu padre para que te mudes esta misma semana.

-Si, eso es lo que tengo que hacer. Percy, debes venir conmigo a San Francisco, necesitó que me ayudes.

-Bien, le diré a mi madre y tu dice lo a tu padre. -dije resolviendo como nos íbamos a mover.

-Bien, ahora, ¿cómo llegan a San Francisco? -dijo Malcolm.

-En mi auto. -dije.

-Creo que nos demoraríamos, tenemos que llegar hoy mismo. -dijo Annaneth.

Entonces, mientas pensábamos los tres, un resplandor planteado hizo que nos diéramos la vuelta. Teníamos la visita de un dios, solo que me ponía incomodo al saber quien era. Cuando la luz se apago, nos dimos la vuelta para ver a una cara familiar.

-¡Madre! -dijeron los hermanos al mando de la cabaña 6.

-Hola niños, -dijo con una sonrisa maternal. Me miro a mi y se borro. -Jackson.

-Hola. -dije.

-Tengo que hablar con los tres. Se lo que planean los dioses menores, y...yo...yo...entiendo que se tengan que mudar con Jackson. -dijo con la cara pálida, aunque fuera una diosa.

-¿De verdad? -dije incrédulo.

-De tal palo tal astilla. -dijo mirando me.

-Mamá ¡gracias! -dijo Annabeth a punto de saltar de la emoción.

-No te emociones, actúa responsablemente Annabeth; Malcolm, cuida de tu hermana; Jackson, cuida de mis hijos, no dejes que ningún mortal le haga daño a mi hija. -me dijo con soberbia.

-Lo haré. -dije sintiéndome algo orgulloso.

-¿Sabes? Estoy aceptando su relación. -me dijo con una sonrisa.

-¿¡De verdad!? -dijimos Annabeth y yo al mismo tiempo.

-Si, pero no es para tanto, ahora necesitan ir rápido a Nueva York.

Atenea silbo y apareció en el cielo un búho gigante, con plumas plateadas y ojos grises.

-Es mas veloz que los pegasos, llegaran en aproximadamente quince minutos. Luego regresará por Malcolm. Construiré dos cuartos extra en el apartamento de Jackson para ti y para Annabeth.

-Gracias mamá. -dijo Annabeth.

-Lo se, lo se, pero no pierdan tiempo, marchaos ya. Adiós.

-Adiós. -dijimos los tres al mismo tiempo.

Nos dimos la vuelta cuando empezó a brillar de nuevo, hasta que se apago. Nuestras mochilas misteriosamente, (bueno, no tanto) estaban en el búho. Nos despedimos de todos y nos fuimos directo a San Francisco.

Una Rubia Pesadilla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora