capítulo 10

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*Charlotte*

El tercer día me dieron de alta, cuando salí de aquella pequeña habitación acompañada de Ryan el cual empujaba mi silla vi a mi familia, mi papá, mi mamá y mi abuela, y al lado de ellos, Dylan.

Mis padres se notaban preocupados y estaban preparados para hacer de mi vida poco menos miserable de lo que ya era.

La misión de Ryan era llevarme a mi casa, la cual tristemente también compartía con Dylan, pero le dije que no lo quería ver, y el entendió perfectamente.

Me pregunté si Ryan tenía algo que ver con la decisión que tomo Dylan, pero no puede ser, él sabía cuánto amaba a esos bebes, el jamás hubiese tomado esa decisión tan egoísta.

**********

-Ryan por favor, ¿me puedes dejar a solas un par de minutos con Charlotte? - Dijo Dylan desde el marco de la habitación dirigiéndose a su hermano.

-No, y te pediré que la dejes.

-Déjalo Ryan - Interrumpí- Sólo déjalo- Dije fatigada y cansada de tanto drama.

Noté la mirada de enojo de Ryan hacía su hermano y salió de la habitación dejando la puerta entre abierta. Dylan se volteó y el término de cerrar con seguro.

-Ve al grano Dylan, por favor, solo quiero descansar.

-Lo sé, solo no quiero que te vayas a dormir con una idea errónea como lo has hecho estás últimas noches.

-Adelante, te escucho.

Suspiró.

-Jamás había visto esta mujer en mi vida, te lo puedo jurar por mi madre, la decisión que tomé fue muy egoísta, lo sé. Pero en ese momento no puede pensar en otra cosa más que en ti. Charlotte, te amo y porque te amo quiero lo mejor para ti, si me quieres pedir el divorcio te lo daré, si es eso lo que quieres.

- ¿Sabes? En este momento me vale muy poco si tú y ella se conocían, si era tu amiga o si todas las tardes se la pasaban revolcándose en tu oficina, en este momento solo pienso en la vida de esos dos angelitos, que ahora no están conmigo, y por último, si en verdad me amases jamás habrías tomado esta decisión porque sabias que lo que más amaba en el mundo era a esos bebes, así que no me mientas, no me amas.

Iba a contestarme cuando sólo pude pronunciar:

-El divorcio será el día después de mañana, descansa.

Él se quedó allí mirándome con lágrimas en los ojos y con su voz quebrada me dijo:

-Muy bien, te amo.

Escuché como cerró la puerta, metí mi cuerpo dentro de las frías sábanas y lloré, lloré como nunca lo había hecho, lloré por mis hijos, por Ryan, por Dylan, por mis padres y por mi infelicidad.

Y en ese momento me sentí como nadie nunca debe sentirse; completamente miserable.

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