Capítulo 23

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*Charlotte*

-Ya quiero romper fuente - Estaba cansada de llevar a ese ser por tanto tiempo.

-Tranquila - Dijo Dylan acariciándome el cabello.

Dylan estaba sentado en el sofá mientras yo posaba mi cabeza en sus piernas.

- ¿Te sientes muy cansada?

-Demasiado.

-Recuerda que el doctor dijo que esta semana romperías fuente, es cuestión de paciencia.

-Ella ya quiere salir ¿Verdad Smantha? - Le dije con voz dulce a la bebé mientras acariciaba mi vientre.

- ¿Cómo será? - me dijo Dylan refiriéndose a la bebe - ¿Será como tú?

-Espero que tenga tus ojos.

Los mismos ojos de Ryan.

- Los mismos ojos de Daniel.

-Sí, tus mismos ojos.

-Necesito salir al trabajo - Dijo Dylan rompiendo ese incómodo silencio.

Lo miré a los ojos y pasé mi mano sobre su cabello.

-Se lo que haces, sé que volviste hacerlo - Desvíe mi mano a su mejilla y el colocó la suya sobre la mía - Tienes una familia, no lo hagas por favor.

Estos ocho meses habían sido tortuosos. Me había vuelto muy sentimental y no podía creer que volvía a sentir ese "amor" por Dylan. Las llamadas de Ryan ya no me emocionaban tanto y Dylan era un completo caballero conmigo. A pesar de que quería seguir odiando a Dylan por lo que hizo, lo que me hizo, cada vez el odio desaparecía, me miraba de una forma tan especial. ¿La habrá mirado igual que a mí? ¿Celos de alguien muerto? ¿Qué haces pensando ese tipo de cosas Charlotte?

-Necesitamos el dinero.

-Sabes que ya no lo haces por dinero - Se formó de nuevo un incómodo silencio - lo haces por placer.

-No puedo cambiar - Suspiró - Realmente lo intento.

-Por favor, sigue intentando.

Suspiró y me sonrió - Necesito irme.

Se levantó del sofá y yo me senté, acaricié mi vientre, lo miré y le sonreí.

-Te amo - Dijo mientras me daba un beso en los labios para luego irse y cerrar la puerta.

Me levanté lentamente del sofá y fue abrir la nevera para tomar un vaso de leche. Hoy si quería hablar con Ryan, muchas veces quería hablarle sobre el bebé, pero no podía, él le haría daño. Me dirigí a paso lento hacia la habitación, saqué el celular del cajón y marqué su número.

Después de dos timbres sonó.

-Con que te dignaste a llamarme. ¿Dylan te tiene muy ocupada?

-No empieces Ryan, ya sabes que no me gusta que me digas eso, no soy...

-Creo que vuelves a caer en su trampa - Dijo interrumpiéndome - Recuerda lo que hizo, a quien mató. Mató a...

-Ya sé a quién mató - Está vez fui yo quien lo interrumpí - no necesito que me lo recuerdes siempre.

-Nena - Suspiró - Desde hace tiempo estas muy diferente y me aterra pensar que es porque él te vuelve a conquistar.

-Eso no pasará.

- ¿Me lo prometes?

-Claro mi amor - Le dije con el tono más dulce que pude. Sentí una patadita de la bebé y me pregunté si debería o no decirle. Me arriesgaré - Ryan yo necesito... - Sentí un líquido caliente recorrer entre mis piernas. Dirigí mi mirada a mi entre pierna. Oh Dios, rompí fuente.

-Si... dime.

-Después te llamó. Chao

Le colgué a Ryan e inmediatamente me dirigí hacia el teléfono fijo de la casa. Marqué el número de Dylan y traté de conservar la calma.

Después de cinco tortuosos timbres escuché la voz grave atrás vez del teléfono.

-Dylan, Dylan yo rompí fuente.

- ¿Qué? Ya voy para allá. No te mueves.

-No quiero hacerlo. Ven ya.

Colgué y me senté en el sofá. Traté de calmar mi respiración y no estar nerviosa. Dylan llegó en menos de cinco minutos y me llevo al carro. No pasaron ni diez minutos cuando llegamos al hospital, ya Dylan había llamado y tenían una silla de ruedas esperándome. El me ayudó a salir y colocarme en la silla, me llevaron a una sala para hacer un eco rápidamente antes de dar a luz.

-Hay un problema, señores - Nos dijo la doctora observando la pantalla - la bebé esta enrollada en su propio cordón umbilical. Necesitaremos hacer cesárea de emergencia.

-Claro, no hay problema.

Me llevaron rápidamente a la sala de parto y me colocaron la anestesia.

-Todo estará bien amor, ella estará bien, al igual que tú - Me dijo Dylan mientras pasaba su mano por mi cabello - te amo - Con un beso se despidió de mí y la anestesia se apoderó de mí.

-No, no. No tiene pulso

Escuche a lo lejos, de lo poco que me daba la anestesia para poder oír.

-Está muerta.

- ¿Que? ¿Quién está muerta? - Dije con la lengua pesada - ¿Cómo está mi hija?

Vi una cara de un hombre y con una mirada triste me dijo:

-Lo siento tanto.

¿Que? ¿Qué siente?

El mismo hombre me dijo lo que más temía.

-Su hija nació sin pulso, realmente lo lamento, no pudimos hacer nada.

Sentí como una lágrima recorría mi mejilla y como mi corazón volvía a sentir esa sensación de vacío. Ya había olvidado como se sentía.

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