Capítulo 4: Conociéndote... un poco

2.1K 358 73
                                    

–Vas a seguir mirándome así mientras intento comer, ¿verdad? Lo harás hasta que me canse e intente golpearte. Entonces, te harás la víctima y me amenazarás con acusarme con mi papá. ¿Por qué lo haces?

–Porque estoy aburrido– se quejó Tao, moviéndose en medio de un berrinche ridículo. 

–Estás aburrido y yo sufro las consecuencias. Bien, ya que no tengo opción, ¿qué puedo hacer al respecto?– quiso saber el mayor de los dos, intentando ser amable, pero evidentemente impaciente. 

–No lo sé. Piensa algo interesante, está lloviendo con fuerza afuera y no puedo salir. En realidad, es en parte tu culpa. La televisión por cable que contrataste es malísima, no tienes nada interesante para leer y nos cortaron el internet porque olvidaste pagarlo. Por cierto, deberías ir hoy, voy a consumir todos mis datos móviles. 

–¿Qué es lo que quieres de mí?– el enorme rubio parecía rendido e hizo la pregunta como un ruego. 

–Bueno, podríamos conversar– propuso Tao, fingiendo interés e inocencia, incluso sentándose más cerca de Kris, que terminó por dejar su tardía comida a un lado, completamente fastidiado 

–Conversar. Bien, puedo hacer eso. ¿De qué quieres conversar?

–Puede ser lo que sea. Cuéntame algo, cosas sobre tu vida. Hay tantos temas, por ejemplo, ¿qué te gusta hacer? ¿Tienes novia?

–Me ves comer todos los días, deberías saberlo ya. Rompí con mi novia hace poco, justo después de regresar del servicio militar. 

–¡Qué triste!– exclamó Tao, que parecía curiosamente emocionado e interesado en el tema. 

–Sí, lo es. Aunque, no pareces muy afligido– se burló Kris y tomó nuevamente su plato de comida para continuar. 

–¿Por qué rompieron?– preguntó Tao, haciendo caso omiso al comentario del dueño de casa, como la mayor parte del tiempo. 

–Es complicado, pero se puede resumir. Digamos que ella pensó que esperar dos años por alguien no valía la pena. También debió influir que un tipo adinerado y viejo podía darle una mejor vida que yo.

–¿Y por qué tendría que esperarte por dos años?– la curiosidad de Tao parecía aumentar, conforme tenía más y más información. 

–Tres palabras: servicio militar obligatorio. Nací en Seúl y he vivido aquí mucho tiempo, así mis padres sean chinos. Hubiera podido evitarlo, pero papá pensó que me ayudaría a formar el carácter, él es así. 

–Sí, sí, eso ya lo sabía. Lo que me intriga es que, ¿no se supone que tienes permisos para poder visitar sus ciudades y esas cosas? No me digas que es algo que sólo se les permite a los famosos, eso sería terrible. 

–Tuve un par, pero luego me cortaron mis permisos de salida. Por eso no pude visitarla– explicó Kris con la boca llena. 

–¿Qué? ¿Por qué?– el menor de los dos pareció indignado al saberlo. 

–Digamos que... tuve una situación excepcional– intentó disimular el rubio. 

–Debí suponerlo, hiciste algo estúpido– argumentó el invitado, haciendo que el otro muchacho rodara los ojos. 

–Dime que esa fue una pregunta, mocoso. Porque no sonó muy amable para ser una afirmación. 

–Estoy asombrado, ¿qué pudiste hacer que fuera tan terrible para que no te dejaran salir hasta que terminara tu servicio?

–Eso no te lo contaré, es demasiado personal– Tao hizo una mueca al escucharlo, por fin había algo interesante que hacer. 

–Mira, está lloviendo y no hay nada mejor por aquí. Si arruinas la única conversación decente que hemos tenido desde que llegué aquí, vas a obligarme a prender la televisión y ver el canal de dramas que tanto odias– Kris respiró y exhaló con fuerza. Se puso de pie y llevó sus cosas al fregadero de la cocina. 

Overdose: Sobredosis de emociones (OT12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora