Capitulo II

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-Chloe, Chloe despierta.

-¿Qué pasa?- pregunte medio soñolienta, aun con mis ojos cerrados y las sabanas sobre mi cabeza.

-Tu papá lleva rato reventándote el celular. Vamos, despierta ya.

-Maggie dame solo 5 minutos más.

-Vas una hora tarde Pequitas.

Me levante de un solo golpe, alerta de un segundo a otro, vi el reloj en la mesita de noche y efectivamente, iba una hora tarde.

-¿Por qué no me despertaste antes?- baje de la cama corriendo y me metí al baño como alma que lleva al diablo, apenas me quite la pijama entre sin pensarlo a la ducha- ¡Demonios! Maggie pensé que habías puesto calentador.

-Lo iba a hacer, pero resulta que el agua fría tiene mayores beneficios para el organismo.

Puse mis ojos en blanco e ignore el sonido de mis dientes al castañar. Maggie estaba obsesionada con eso de la medicina naturista y todos los medios naturales que puedan conservar tu salud, tu juventud y Dios sabe que otra cosa más. No dejaba de recordarme a mi abuela con sus extraños medicamentos a base de matas y conjuros extraños; un doctorado en filosofía y pasaba sus días haciéndose la medico feng shui o que se yo.

En cuanto salí de la ducha escuche mi teléfono repicar en alguna parte de la habitación, intente recordar donde era que lo había lanzado antes de irme a dormir la noche anterior, hasta que di con su ubicación en el cajón de la cómoda. No es que sea muy buena eligiendo los lugares adecuados para guardar las cosas, sobre todo cuando se trata de mi celular.

-Hola papá- metí una de mis piernas en la panty haciendo equilibrio para no caer yo ni el teléfono.

-Chloe...cariño te quedaste dormida ¿cierto?

-Lo siento lo siento lo siento- tome el celular entre mi oreja y mi hombro para poder meter mis brazos entre las tiras del brasier -ya voy para allá papá, es que el viaje fue muy largo y llegue agotadísima, además el cambio de horario no es fácil ¿sabes?

-Linda, si lo prefieres mejor podemos almorzar.

-¡No! Papá recuerda que iré a la editorial, no quiero llegar tarde a mi primera cita de trabajo. Estaré allá en un santiamén, lo prometo.

-No cambias ¿verdad?

-Así me quieres, ahora déjame cambiarme o jamás lograre salir de aquí. Adiós, te quiero- escuche su despedida y colgué la llamada. Termine de subir el cierre de mi pantalón, me puse una blusa, un par de tacones y salí del apartamento escuchando a medias a Maggie hablar de café.

5 años, ese es el tiempo que llevaba sin ver a mi padre, desde que tome un avión a Inglaterra para estudiar literatura y perseguir mi sueño de ser escritora. Pude haberlo visto un trillón de veces, cuando alguna conferencia de trabajo lo llevaba a cruzar el océano, o cuando vacacionaba con su nueva esposa en algún país de Europa, incluso pude haberlo visitado cuando venía a ver a mamá pero, aquel día hace 5 años cuando tome un avión, una semana antes había encontrado a mi superhéroe, el amor de la vida de mi madre, entre las sabanas de una mujer que ni siquiera conocía, irme a Inglaterra fue mi modo de sanar la herida, de perdonarlo en medio de la distancia, de hacerme mujer y dejar de culparlo por mis lagrimas derramadas.

"Ya no nos amábamos" solía decir mi madre cada vez que intentaba defenderlo, cuando intentaba explicarme que se estaban separando pero esperaban el momento adecuado para decírmelo. No sé, tal vez debieron decírmelo antes de que las cosas fueran hasta ese punto; de todas maneras él dejo de intentar encontrarse conmigo, dejo de llamarme, de escribirme, dedico su vida a su nueva clínica y a su nueva familia, fue en ese momento que me di cuenta de lo mucho que lo extrañaba y lo necesitaba, tome un teléfono y lo llame cuando en su casa eran las 3 de la mañana –nunca supe bien sacar las cuentas del cambio de horario- a todas estas empecé a hablarle de mi vida, a contarle de todas las personas que había conocido, le dije que pronto me graduaría y volvería a casa, a su lado, a recuperar nuestro tiempo.

Entre Mi Alma Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora