Cuando era una niña recuerdo que tenía muchas personas a mi alrededor, a donde sea que mirara siempre estaba alguien para darme una mano, no importaba que hiciera, si era algo malo o bueno simplemente reían y me aseguraban que siempre se puede seguir hacia adelante, era todo muy fácil, no importaba lo terrible que fueras, siempre estaba la compañía a tu alrededor, las risas, los juegos, los buenos momentos, era gratificante que en aquel entonces el mundo era tan pequeño como yo, después de todo, gracias a que era un mundo chico podía tenerlo bajo control.
Pero no era más que un entrenamiento, un despegue suave y lleno de expectativas para lo que sería un viaje turbulento, un vuelo a través de numerosos cielos, unos iluminados por los rayos del sol, otros surcados de tormentas. Y como todo viaje a punto de iniciar, todas esas personas que te acompañaron hasta él no hacen más que mantenerse al otro lado de la ventanilla, te sonríen, te envían sus mejores deseos pero cuando las alas se abren y las ruedas se alejan del asfalto, estas solo, completamente solo lejos de tierra firme.
Baje con prisa los escalones hacia la calle, sosteniendo con una mano mi café y buscando con la otra las llaves del auto dentro de mi bolso, levante mi rostro de él cuando note que mi vaso se derramaba sobre alguien que no había alcanzado a anticipar.
-¡Mamá!- me quede mirando su blusa empapada de café sin saber muy bien que hacer -¿Qué haces aquí?- le había volcado el café encima, que gracias al cielo no estaba tan caliente como cuando Maggie me lo entrego, y lo primero que se me ocurría era preguntarle que hacía en mi casa, la casa de su hija después de todo.
-Venia a visitarte Chloe ¿A dónde vas tú con tanta prisa?- supe por su genuina cara de consternación que mi padre no la había puesto al tanto de los acontecimientos del último mes, no es como si tampoco esperara que lo hiciera, habían cortado casi toda comunicación entre ellos después de su divorcio; me preguntaba como podías amar tanto a alguien en un momento y en el otro olvidarte casi por completo de su existencia.
-Eh...no es un buen momento mamá.
-Sí, ya veo. No ha sido un buen momento desde que llegaste de Londres. Cariño pensé que habías regresado para estar más cerca de tu familia- Mi madre era una de esas mujeres que a sus casi 50 años no perdía la belleza nata, su cabello seguía siendo abundante y brillante, perfectamente ondulado como si pasara horas en el salón de belleza, tenía ese estilo fresco y sofisticado que le daba un aspecto jovial, seguía sin entender cómo es que no se había enamorado de nuevo después de tantos años.
-Y lo hice mamá, solo que me ha tomado más tiempo del que pensaba establecerme de nuevo.
-Y por eso no has contestado a mis llamadas- miré de ella al otro lado de la calle con impaciencia, vio tras de sí notando que realmente me resultaba inoportuna su presencia -En serio llevas prisa.
-Lo siento mamá.
-Está bien, esperare a que vuelvas, tal vez Maggie no rechace mi visita con tanto desdén- comentó extendiendo su blusa para examinar mejor la mancha sobre la tela.
Frustrada deje caer mis hombros y con un gesto la invite a seguirme hasta el auto, se subió en silencio del lado del copiloto, al menos era una cualidad que le concedía, fueron tantos años de aguantarse a una adolescente reservada que termino por entender que era inútil presionarme, cuando tarde o temprano encontraría las palabras para explicarle que estaba sucediendo, porque ella sabía que algo estaba sucediendo, las madres siempre tienen un sexto sentido para esas cosas.
-¿Mucho trabajo en la editorial?
-La verdad es que estoy de vacaciones- giré a la derecha en la intersección prestando más atención a la música que a la presencia de mi madre justo al lado.
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Entre Mi Alma Y Tú
Romance¿Qué harías si cuando consigues al amor de tu vida resulta que esta muriendo? ¿De qué vale un sueño hecho realidad cuando no es igual a lo que imaginaste? Dos almas obligadas a luchar contra el destino, dos caminos con un solo propósito: encontrars...