Capitulo XVI

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Un largo pasillo envuelto en las sombras se extiende frente a mí, las paredes ásperas bajo mi tacto, el olor de la humedad entrando por mi nariz y el silbido de un viento que parece venir de la nada llega hasta mis oídos y me cala en los huesos; me estremezco a causa del frio y entonces dejo de deslizar mis manos por las paredes para poder enrollarme a mi misma, suministrándome algo de calor.

Noto que el cabello me cae mojado sobre la piel desnuda de mi espalda y de pronto parpadeo sintiendo también mis pestañas mojadas y luego un montón de gotas cayendo sobre mi rostro, la ropa se me pega al cuerpo como una segunda piel pero es tan fría e incómoda que me cuesta sentirla como parte de mi. El viento se ha convertido en ráfagas de tempestad, ya no estoy bajo el resguardo de aquel pasillo, estoy en una calle tan solo iluminada por la tenue luz de una farola que de desdibuja bajo la tormenta que cae sobre ella.

Debería correr, debería buscar resguardo lejos de la lluvia pero estoy aquí con mis pies anclados sobre el frio cemento. A un lado de la farola veo la silueta de una persona, un hombre, pero así como yo me he quedado estática en mi lugar, él se mantiene de pie lejos de mí, entrecierro mis ojos intentando aislar el agua de ellos, con lo cual logro distinguir el rostro de aquel hombre, inescrutable, carente de esa sonrisa con la que suele desarmarme cada vez que estamos juntos.

-Nethan- susurro, y al hacerlo el frio me hela los pulmones. Quiero gritar, quiero saber si sabe que estoy aquí a solo unos metros de distancia, quiero estar segura de que me ve tanto como yo lo veo a él pero nada en su postura cambia, sin embargo con algo más de esfuerzo me doy cuenta de que me mira, me observa con una mirada fija y penetrante, sus ojos oscurecidos por la noche.

Logro alzar mi brazo en su dirección, mi mano extendida hacia él como si me estirara para tomar un precioso objeto fuera de mi alcance, después de un rato él comienza a caminar hacia mí con su brazo también alzado en mi dirección, sus largos dedos de pianista estirándose para rozar los míos, solo unos pocos centímetros, solo un pequeño espacio entre nuestras manos y de un momento a otro para en seco, justo ahí, cerca y lejos.

Trato con desesperación de mover mis piernas hacia él, caminar, arrastrarme, lo que sea, pero por más que me esfuerzo lo único que logro es mantener mi mano extendida, sin nada más que la leve chispa que corre entre nuestros cuerpos, como una fuerza de atracción que no es lo suficientemente fuerte para juntarnos en medio de esta tormenta.

-Chloe...- su voz no combina en nada con su postura, mientras él se muestra tranquilo e impenetrable, sus palabras están impregnadas de agonía -Chloe alcánzame, te lo ruego, alcánzame.

Me senté de un salto sobre la cama, aun no había amanecido, afuera de la ventana el cielo seguía siendo de un oscuro azul, las estrellas brillaban con su propia intensidad en el firmamento. Era una noche fría pero sentía la suave tela de mi camisón adherirse a mi espalda por causa del sudor, respiraba agitadamente, no como aquellas veces previas a desmallarme, pero si como para sentir notablemente el movimiento de mi pecho al expandirse y desinflarse segundos más tarde; metí mis dedos entre mi alborotado cabello y lo recogí en un moño sobre mi cabeza, sintiendo rebeldes rizos aun cayendo sobre mi nuca.

-Solo ha sido un sueño Chloe, solo un sueño- susurre, pero ¿hasta qué punto decía la verdad? Que tanto de mi vida era un sueño y que tanto era realidad.

Me quite la sabana de encima y baje de la cama, posando mis pies cubiertos por unas felpudos calcetines, sobre la baldosa turquesa de mi habitación, estaba fría, podía sentir la baja temperatura a través de la tela. Encendí la luz y esta vez no se me paso por la cabeza salir por algo caliente a la cocina, en cambio fui hasta el blanco escritorio lleno de lápices, marcadores, libros, papeles de distintos colores y finalmente mi laptop, la tome entre mis manos llevándola a la cama conmigo, la encendí y como si trabajara de un modo automático, comencé a teclear desenfrenadamente hasta que el sol se asomo en el horizonte.

Entre Mi Alma Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora