Epilogo

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19 de septiembre, un año después.

-¿Estas lista?- Dylan se asomó por un costado de la puerta de mi habitación, su cabello estaba más corto que cuando lo conocí, si es que era humanamente posible, había dejado crecer el vello en su cara lo cual lo hacía parecer más maduro y atractivo, no dejaba de bromear con él diciéndole que era todo un rompecorazones.

-¿Qué te parece?- él era uno de los pocos hombres que conocía con buen gusto para la ropa femenina y por tanto su opinión era en serio importante para mí, estaba nerviosa, tanto que había cambiado mi ropa unas diez veces en la ultima hora hasta que estuve convencida de que el vestido amarillo pastel que había elegido iba bien con la ocasión.

-Te ves preciosa Chloe, radiante como siempre.

-Hoy no es un día para estar como siempre- me miré en el espejo una vez más, el dije de margarita colgando sobre mi pecho llamo mi atención, provocando que lo tomara entre mis dedos como ya tantas veces lo había hecho, lo deslice hasta encontrar el cerrojo de la cadena y me la quite para mirar con mayor detalle el objeto colgando en mi mano –estoy lista- proclamé devolviendo la cadena al lugar donde correspondía justo alrededor de mi cuello.

Posé mi mano en el ángulo donde el brazo de Dylan se flexionaba, Maggie se nos había adelantado para terminar con los preparativos, era un día soleado y cálido, de esos que me gustaban muchísimo más que el horrible y frio invierno, un día perfecto para caminar por la acera de la ciudad, aunque Dylan había propuesto una y otra vez que fuéramos en el auto. Quería saborear el momento, disfrutar de la anticipación y de la sensación extraña en mi estomago, como si una burbuja de aire creciera dentro de él haciéndome flotar.

-Es un lindo día- apunté, recostando mi cabeza del hombro de Dylan.

-Es el día perfecto, eres feliz- eso ultimo lo dejo salir como si fuera la razón por la que el día era perfecto– desde el día en que caíste de rodillas en la entrada del hospital y me acerque a ti solo esperaba por este momento, ver la felicidad brotando de cada poro de tu piel, tenia razón, eres mil veces hermosa al brillar con toda tu luz.

Me detuve provocando que él hiciera lo mismo abruptamente, se volvió hacia mí y me miró confundido, yo en cambio quite mi mano de su brazo y la lleve hasta su mejilla, era al menos veinte centímetros más alto que yo pero esa vez mis tacones le restaban números a la diferencia.

-Gracias Dylan, esa simple palabra no demuestra ni un cuarto de lo que significas, de lo agradecida que estoy por todo lo que has hecho por mí. No te fuiste, nunca lo hiciste- tomó uno de mis rizos entre sus dedos y lo acomodo atrás de mi oreja con una sonrisa en su rostro.

-Tú me pediste que no fuera a ningún lado.

-Pero podías irte, siempre pudiste.

-No Chloe- contrarrestó como si eso ni siquiera estuviera dentro de su vocabulario, me acerque más a él y lo enrolle con mis brazos que al lado de los suyos parecían pequeños fideos, él hizo lo mismo de vuelta, escondiendo su cara en mi cuello –hueles exquisito- reí por lo inesperado de esas palabras, olía como siempre a mi parecer –vamos, se nos hará tarde- esa vez me tomó de la mano y seguimos caminando hacia nuestro destino.

Lo había logrado, en serio lo había logrado, cuando estuve en la entrada de Jane's Café y mire a las personas organizadas dentro de él supe que todo eso era real, yo, cumpliendo mis sueños después de tanto tiempo, después de que había creído que perdía todo.

-Adelántate tu Dylan, necesito tomar algo de aire antes- basto con que me mirara a los ojos para entender que necesitaba un momento a solas, se acerco a mí para darme un beso en la mejilla y siguió su camino hacia el café.

Entre Mi Alma Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora