Capitulo VI

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-¿Quién eres tú?

Volví a la realidad en cuanto me gire y vi el rostro confundido de aquella mujer. No sabía que decirle, solo solté de inmediato la mano de Kyle y salí a toda prisa de la habitación.

-Lo siento- logre murmurar en cuanto pase al lado de la mujer.

Corrí a prisa por los pasillos apenas consciente de las personas que se giraban curiosas cuando pasaba a sus lados o tropezaba con ellos; ninguno se molestaba, supuse que en un hospital no era tan raro ver a personas corriendo en la desesperación. Lo extraño era que ni siquiera sentía que me movía, ni siquiera sentía que me alejaba lo suficiente de aquella imagen tan desgarradora, no tenía idea de si mis pies en serio se estaban deslizando sobre el piso, no me quedaba más que confiar en la vaga sensación de estar trasladándome en el vacío, luchando por obtener un poco de aire para mis pulmones. Aire...era de pronto tan pesado, tan insuficiente, tan hiriente en mi garganta, como el filo de mil navajas bajando a mis pulmones.

Atravesé las puertas dobles hacia el exterior, en el cielo aun había algo de luz pero no lo bastante como para acobijarme bajo el sol, me detuve en busca de algún lugar para sentarme pero todo me parecía demasiado cerca de él, de él en aquella cama acostado e inconsciente, de él conectado a todas aquellas maquinas, de él parecido mas a un cadáver que una persona. Entonces me derrumbe ahí mismo a solo unos metros de la entrada del Hope Hospital, caí sobre mis rodillas y tome mi rostro entre las manos recibiendo con ellas el montón de lágrimas que escapaban de mis ojos y los sollozos que salían violentamente de mi boca. Mi cuerpo temblaba descontrolado, el desespero se apodero de mi y antes de poder detenerme soltaba quejidos tristes y lastimeros, no podía ser, no podía ser cierto, mi existencia entera se negaba a que todo eso era real, solo quería despertar, despertar en mi cama cómoda y mullida, acabar con esa pesadilla.

-Señorita ¿Está bien?- me pareció la pregunta más absurda de todas y sin querer solté un bufido -eso fue una pregunta estúpida- escuche la voz de aquel hombre más cerca de mí –mire, no puedo ni imaginarme por lo que está pasando, pero...- quite mis manos de mi rostro, abrí mis ojos y vi a aquel hombre acuclillado frente a mí, un medico, me miraba con sus ojos cafés llenos de compasión extendiendo una mano hacia mí, la tome porque la verdad es que solo con ayuda podía ponerme de nuevo en pie.

Caminamos solo un poco mas hasta llegar a un pequeño jardín donde estaban dispuestas algunas bancas, era un lugar muy bonito, perfecto para escaparse un rato de todo lo que había dentro del hospital. El doctor tenia uno de sus brazos entorno a mí, me ayudo a sentarme y acto seguido se sentó en silencia junto a mí. Me di cuenta de que no había parado de llorar solo que mis lágrimas salían lenta y mudamente de la comisura de mis ojos, me había calmado como para que mi respiración fuera regular y tranquila pero seguía doliendo algo en lo más profundo de mi pecho, algo que necesitaba arrancar.

-¿Cómo hacen?- pregunte con solo un hilo de voz.

-¿Perdón?- el doctor se giro hacia mí, me sentí culpable por darme cuenta de que era guapo, el tipo de médicos por los que acompañaba a papá al trabajo cuando iba en la preparatoria.

-¿Cómo hacen para poder vivir en medio de tanta desgracia? Todas esas personas muriendo un día tras otro o si no, perdiendo lo único que conocían como vida ¿Cómo pueden con tanto dolor en sus narices?- seque mis lagrimas y dirigí mi atención al hospital esperando su respuesta.

-No te voy a engañar, no es sencillo. A veces no puedes evitar sentir que todo esto te agobia, pero siempre pasa algo que le devuelve el sentido a todo, un destello que te recarga la fuerza para seguir haciendo lo tuyo. Hay un gran doctor que siempre me dice: "son más las vidas que puedes salvar que las que perderás, son esas vidas las que te aseguran que es el lugar correcto."

-Citado del Dr. Ronald Mathius- agregue, sonriendo con desgana al recordar a mi padre diciéndoselo a mi madre después de llegar de un largo día de trabajo.

-Lo conoces.

-¡Ay por dios! ¡Mi padre!- recordé de repente que era por él que estaba ahí, no estaba segura por lo menos de cuánto tiempo había pasado desde que lo busque en su consultorio, saque mi teléfono del bolso, 5 llamadas perdidas de Charlotte y 3 más de él. Me puse de pie en un brinco y me encamine deprisa al interior del hospital.

-Tú eres Chloe- dijo el médico alcanzándome y ajustándose a mí paso.

-Dime por favor que mi padre no le habla de mí a todo el hospital.

-No- él se rio y se adelanto solo un poco para abrir la puerta del edificio –tu padre es muy reservado no te preocupes, soy Dylan.

-Claro, su residente- me detuve en seco a mitad del pasillo, provocando que Dylan se girara hacia mi mirándome con curiosidad- no le digas nada de esto...por favor- asintió y retomamos la marcha.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- no respondí, lo que tomo como un permiso para proseguir -¿Qué sucedió para que te pusieras así?

¿Qué paso? Ni yo misma me sabía explicar que había pasado en la última hora, había visto a un completo desconocido en coma, pero ese desconocido era el hombre con el que había estado soñando la mitad de mi vida ¿Cómo podía explicar que había perdido un trozo de mi alma al ver mi sueño literalmente vuelto trizas? No podía ni estar segura de que todo había sido un juego de mi imaginación, pero este hombre mirándome aun, como si me fuera a derrumbar de pronto era la prueba de que si había pasado la última hora, que no era un sueño más.

-Descubrí que un viejo amigo está en coma- dije, sintiendo como aquellas palabras se clavaban como un puñal en mi pecho.

-Lo lamento Chloe- note la sinceridad en su voz y me pregunte cuantas veces había tenido que decir esas mismas palabras.

-¡Chloe! Tu padre y yo hemos estado llamándote como locos- Charlotte me miro aliviada y soltó el teléfono que antes estaba a un lado de su oreja.

-Lo siento ¿Esta ahí?- antes de que pudiera responderme papá salió de su consultorio, no llevaba bata en cambio se había colocado un abrigo sobre su ropa y llevaba el mismo maletín que mamá y yo le habíamos regalado hace años atrás.

-Chloe cariño ¿Dónde te habías metido?- se acerco y deposito un beso en mi frente antes de fijarse en la presencia de mi acompañante- ¡Dylan! ¿Paso algo?

-En realidad él me estaba acompañando- intercedí de inmediato -me perdí caminando por los servicios y se ofreció a mostrarme el camino- Dylan no mostro ninguna señal de contradicción gracias al cielo.

-Y ya que cumplí mi cometido y la he dejado en buenas manos, volveré al trabajo- dijo, guiñándome un ojo sin que mi padre pudiera darse cuenta –que la pasen bien Dr. Mathius, adiós Chloe, fue todo un placer.


Entre Mi Alma Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora