Creo que me gustas.

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*Narra Hugo*

Desde el día que Elena me habló hace dos semanas todo ha cambiado mucho. Las conversaciones han pasado de ser formales y tímidas a ser cómodas y divertidas. Ahora la conozco mejor, sé sus gustos, algunos de sus miedos y preocupaciones y sus planes para el futuro. Sé que es universitaria y que quiere estudiar en el extranjero, sé que adora los idiomas y que siempre quiso tener una mascota.

Desde que comenzamos a hablar nos hemos hecho muy buenos amigos y cada día pasamos más horas hablando.

Ya he comenzado de nuevo en el trabajo por lo que tengo menos tiempo, pero siempre anima tener un mensaje al salir.

Mi madre me pregunta a cada rato quien es ella y si teníamos algo. No sabía muy bien que contestarle, sé que no tenemos nada pero ¿somos amigos o qué somos? No lo sé.

Le hablo sobre el tema pero ella lo evita así que decido que es momento de hablarlo bien.

-Oye Elena.- le mando un mensaje.

No me contesta hasta un rato después.

-¿Sí?-

-¿Quieres quedar algún día? Vernos en persona, tomar algo.

No responde.


*Narra Elena*

¿Vernos? ¿Tomar algo? Estamos muy bien así ¿no? Hablamos, nos divertimos... ¿Para qué quiere quedar?

No puedo contestarle aún, necesito hablar con Ángela y que me de su opinión. La llamo. En cuanto se lo cuento me suelta:

-No seas tonta, queda con él. No te va a matar, seguro que solo quiere estar bien, llevaís un tiempo hablando.-

-Tienes razón.-

En cuento colgamos le mando un mensaje a Hugo: ¿Cuándo te viene bien?

Espero su respuesta.


*Narra Hugo*

Cuando me cansé de esperar solté el móvil y bajé a tomarme algo. Cogí unas galletas y me tumbé en el sofá a ver la televisión.

Al rato llegó mi madre con la compra, la ayudé a colocarlo todo y volví a subir a mi habitación, me había contestado. Leo el mensaje.

-Cuando tú quieras, mientras no esté trabajando.- le contesto.

Al poco rato elegimos una hora para ese sábado, dentro de dos días. Tengo que pensar a donde la llevaré, quizás un bar o una cafetería. ¿Una heladería? Sí, será lo mejor.



Los siguientes días hasta el sábado transcurren normalmente pero cuando llega el sábado por la mañana todo se tuerce. Mi madre no está cuando me levanto, no ha dejado ninguna nota así que le mando un mensaje, su respuesta: he salido un rato, vuelvo para la cena.


Desayuno, me ducho, me visto y salgo a recoger el correo (facturas y una postal para mi madre de un familiar). Lo dejo en la encimera de la cocina y me pongo a escuchar música en mi habitación. Aprovecho para ordenarla, porque desde que estoy trabajando no he hecho gran cosa salvo tirar mi ropa limpia a un lado y la sucia a otro.


*Narra Elena*

No se porqué me he levantado nerviosa hoy. Quizás por la cita con Hugo, ¿es una cita? No lo sé la verdad. Decido no pensar en el tema y centrarme en hacer lo que me toca hoy.

Bajo a prepararme el desayuno, hablo un rato con mi madre, me doy una ducha, me lavo el pelo... cosas normales. Cuando termino me tumbo en la cama con el armario abierto e intento escoger algo decente para hoy.

Luz me ha mandado un mensaje: Estas perdida, ¿te pasa algo?

Le contesto una tontería y suelto el móvil. No es que esté enfadada con ella, ¿o sí? Puede, pero tampoco la odio, solo que me da coraje que no se preocupara por mi el día de la fiesta. Quizás soy un poco exagerada, no lo sé.

Al final acabo por escoger unos vaqueros normales y una camiseta combinados con mis Vans.


Llega la hora y salgo de casa. Ando un poco por la calle, porque le pedí que no me recogiera en mi puerta para que mi madre no me viera y preguntara, y me espero donde habíamos acordado. Al cabo de unos minutos llega. Me monto en el asiento del copiloto y le sonrío.

-Hola.- me dice.

-Hola.-

Veo que después de tantas conversaciones por móvil aún nos cuesta hablar en persona.

Conduce mientras estamos callados y al rato me pregunta:

-¿Te apetece escuchar música?- asiento y el enciende la radio.

Suena un tema muy buena, me encanta, pero no lo conozco. Empiezo a bailar un poco en el asiento.

-¿Te gusta?-

-Sí.- sonrío.

Él sonríe también y empieza a cantar la canción.

Para cuando llegamos al sitio los dos estamos sonriendo y bailando al ritmo de la misma canción.

-Y aquí estamos.- dijo mientras saliamos del coche.

-Vaya, una heladería.- mi tono de voz tuvo que sonar malo porque me miró decepcionado.

-Pensé... podemos...-

-No te preocupes, me encanta.- y me dirijo hacía la puerta de la tienda.

Por dentro estaba tranquila y nos sentamos en una pequeña mesa, uno delante del otro.

Pedimos nuestros helados.

-Y bueno...- dijo.

-Y bueno...- repetí.

Ambos nos reímos.

-¿Qué te parece el sitio?-

-Me gusta. Si los helados son tan buenos como parecen es perfecto.

Nos traen nuestro pedido y comenzamos a comer. No hablamos mucho pero estamos bien.

Al cabo de un rato suelta:

-Creo que me gustas.- lo miro sorprendida y veo que está colorado.

Por alguna razón contesto:

-Creo que tú a mi también.-

Nos miramos y el coge mi mano y comienza a acariciarla.

-Sé que me gustas.- dice




Amor infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora