*Narra Elena*
Salí de mi casa en dirección a la casa de Hugo. Era de noche ya y hacía un poco de frío. Me sorprendió ver las calles tan vacías, solo veía a algunas personas paseando.
Cuando llegué a la entrada de su casa me quedé quieta un momento, no sabia si pegar a la puerta o llamarle. Pegué en la puerta rezando para que no fuera su madre quien abriera. No la conocía aún y no quería pasar por un momento incómodo.
Abrió él. Me dedicó una pequeña sonrisa y se apartó para que entrara.
-Estamos solos.- dijo.
-Vale.- intenté que no se me notara el alivio. No tenía nada en contra de su madre, solo que no quería preguntas incómodas.
-¿Quieres comer algo?-
-No, gracias.-
-¿Subimos entonces?-
-Claro.-
Nos dirigimos a su habitación. Estaba igual que la última vez. Se sentó y yo me senté a su lado.
-¿Qué tal?- me preguntó.
-Bien.-
Nos quedamos callados, lo que había pasado aún estaba en mi mente, y tenía el pesentimiento de que en la de Hugo también.
-Hugo, quiero pedirte perdón por...- pero no me dio tiempo, me besó.
Me había agarrado la cara con las manos y me besaba, yo puse mis manos sobre su pelo.
Cuando nos separamos lo miré sorprendida.
-No quiero una disculpa, quiero estar bien.- me dijo.
-Y yo.-
Me volvió a besar. De una manera u otra empezaron a ser besos más fuertes. Me agarraba de la cintura, me tumbó. No me negué. Sabía que podía pasar, quería que pasara. ¿Tenía miedo? Es posible, pero me daba igual porque confiaba en él.
No se cuanto tiempo pasó, ni como pasó, pero lo que sé es que acabé tumbada a su lado, con los ojos cerrados, escuchando el latido de su corazón mientras ambos respirábamos en silencio.
Él acariciaba mi pelo y yo entrelacé mi mano con la suya.Lo miré y él me sonrió. Me besó dulcemente y siguió acariciando mi pelo.
Al rato ambos estábamos dormidos.
*Narra Hugo*
A la mañana siguiente la misma sensación que la otra vez me atacó al abrir los ojos. La noche había pasado.
Había sido una noche fantástica. No había planeado hacerlo pero... no pude resistirme mucho más tiempo. Me sorprendió que ella no pusiera ningún impedimento, pero a la vez me sentí más tranquilo, porque ambos estábamos de acuerdo. Había sido espontáneo y eso era lo mejor.
Me levanté de la cama con la intención de preparar el desayuno pero ella me agarró del brazo y se acurrucó a mi.
-Cinco minutos más.- dijo.
Me reí y me volví a abrazar a ella.
Los cinco minutos se hicieron más. Desayunamos a las 11 de la mañana y mientras ella se vestía yo me fuí a la ducha. Cuando salí estaba sentada en la cama esperando.
-¿Te vas ya?- le pregunté.
-Supongo.-
Me senté a su lado y le pasé un brazo por la cintura, la acerqué a mi y ella apoyó su cabeza en mi hombro.
-Me gustaría hablar de lo que pasó anoche.- le dije.
-Y a mi también.
-¿Crees que podemos hablarlo en persona?-
-Ahora no, es tarde y no quiero que mi madre empiece a llamarme.-
-Lo entiendo.-
-Puedes llamarme luego si te vale.-
-Sí, supongo.-
Me dio un beso y se levantó. La acompañé a la puerta y vi como se alejaba por la calle. Una oleada de tristeza se metió en mi. Estar bien no era posible si ella no estaba a mi lado.
Cerré la puerta y me encerré en el cuarto, me tumbé en la cama y me quedé allí, donde aún quedaba un rastro de ella, donde aún podía olerla.
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Amor infinito
Romance¿Qué pasaría si te chocaras con el amor de tu vida tan casualmente por la calle? Esta es la historia de Hugo y Elena, dos chicos que por casualidad se conocieron un día y tuvieron una historia de amor muy peculiar llena de amor, risas y algunos mome...