Un reencuentro no deseado.

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*Narra Elena*

Cuando me levanté por la mañana sentí una sensación muy extraña. Bajé a desayunar con el estómago revuelto y cuando llegué al salón ese remordimiento casi acaba en vomito. No podía creer lo que estaba viendo. Allí sentado en nuestro salón estaba el hombre que durante una parte de mi vida había sido mi padre.

Mi reacción se vio en mi cara porque mi madre se levantó preocupada de que me pasara algo grave.

-¿Te pasa algo cielo?-

--¿Qué hace él aquí?- dije

-Estás blanca.- comentó mi madre ignorando lo que había dicho.

Mi padre se levantó y me miró.

-Hija.-

-Por favor, no te dirijas a mi.-

-Escúchale por favor.- me pidió mi madre.

Me quedé en silencio y esperé a que hablara.

-Hija, he venido porque quería hablar contigo y con tu madre.-

-¿De qué?-

-De nosotros.-

-¿Nosotros?- dije mirando a mi madre.

-Cielo, tu padre quería disculparse por lo ocurrido y...-

-¿Ahora quiere disculparse?- le solté.

-Elena, no pretendo que me perdones. Sólo quiero disculparme y explicar lo ocurrido.-

-No quiero que me des explicaciones.-

-Elena, por favor.- me pidió mi madre.

-No puedo escucharlo.- le dije.- No quiero hacerlo.-

-Solo será un momento.-

-No tengo un momento.-

-Deja de ser tan borde Elena.- me soltó mi madre.

No podía creerme lo que estaba pasando, estoy debía ser una pesadilla, no podía ser real. Mi padre en mi casa y mi madre defendiéndolo.

Cogí mi móvil y mis llaves y salí pegando un portazo. Mi madre corrió a abrir la puerta y me llamó pero yo seguí adelante. No sabía a donde iba pero cualquier sitio era mejor que ese.

Después de unos 10 minutos andando me paré en seco. Miré detrás mía y no había nadie. Respiré hondo, intenté relajarme, intenté pensar con claridad.

Llamé a Hugo, me contestó y le conté todo lo que había ocurrido. Para cuando estaba terminando ya había empezado a llorar. Hugo intentó calmarme y al final decidió salir a buscarme.

*Narra Hugo*

Cuando recibí la llamada de Elena y oí su voz sabia que algo estaba mal, pero jamás esperaba que fuera algo así. No se muy bien como afrontar esta situación, no se como ayudarla.

Salí con el coche y fui al parque en el que ella me había dicho que estaría. Pude verla desde el coche pero salí y me dirigí al banco donde estaba sentada. Aún tenía lágrimas en los ojos.

Cuando levantó la vista saltó del banco y me abrazó. La abracé muy fuerte para demostrarle que estaba a su lado y le susurré: tranquila, yo te ayudaré.

No sabía muy bien que hacer así que dejé que llorara en mi hombro, que se desahogara, que se pudiera sentir liberada. Cuando terminó levantó la vista, tenía la mirada empañada. Le quité las lágrimas que tenía en sus mejillas con mi mano y ella sonrió.

-Gracias por venir.- me dijo.

-De nada.- y le di un beso en la frente.

Ella me abrazó pero esta vez con una sonrisa. Y yo también sonreí.

Le di la mano y la llevé al coche. Fuimos hasta una pequeña tienda unas calles mas adelante del parque, me bajé y compré un poco de todo. Fuimos comiendo por el camino, y cuando llevábamos media hora conduciendo ella me preguntó:

-¿A dónde vamos?-

-A un lugar seguro.-

Me miró y me sonrió. Esperaba que me hiciera más preguntas, que se negara quizás, pero no, confiaba en mi y dejó que la llevara conmigo a donde fuera.



Amor infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora