No luches en contra.

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*Narra Hugo*

Me desperté aquella mañana y me sentía como renovado. Quedar con mis amigos había sido una buena idea, me sentía alegre y con ganas de seguir con el día.

Bajé a prepararme el desayuno, tenía que irme a trabajar en una hora y media. Tenía bastante hambre así que me preparé un buen desayuno, con tostadas, cereales y un café.

Cuando salí del trabajo no tenía ganas de volver a casa, asi que me di una vuelta con el coche. Paré a tomarme algo en una cafetería, me compré algunos juegos nuevos, música, y una caja de dulces en una pastelería. Con los dulces en el asiento de al lado y dos horas más tarde decidí volver a casa.

Me duché, le dejé unos cuantos dulces a mi madre en la cocina y me llevé el resto a mi cuarto. Puse la televisión, vi una película mientras comía y me quedé dormido. Se podría decir que había sido un día de relax bastante bueno.

Mañana me reuniría con Elena. Tenía ganas de verla, porque desde que me mandó el mensaje con el día y la hora no he vuelto a saber de ella. Pero tengo miedo de lo que pueda ocurrir, tengo miedo de lo que me pueda decir y de lo que yo pueda decirle. Solo espero que todo salga bien.

*Narra Elena*

Todo era un caos. No soportaba estar así, pero no sabía que hacer. No podía mirar a mi madre a la cara sin recordar lo que había hecho, y no podía estar sin hablarle porque es mi madre y la quiero. Además odio estar sin Hugo, odio no podee hablarle o mandarle un mensaje por culpa de este enfado.

Sí, sé que puedo hacerlo, pero si lo hago se que volveré a ponerme borde y no quiero empeorar la situación. Estoy desesperada por hacer algo pero no puedo. Necesiro consejo y no tengo a nadie que me lo de.

Ese día, como todos los anterior fue aburrido.

La tarde del viernes Hugo me mandó un mensaje para confirmar que ibamos a vernos. Le contesté que sí, y a las 7 me avisó de que estaba en mi puerta.

Bajé de mi habitación y salí de casa. Me monté en el coche y por un momento pensé en que decirle. Me quedé en blanco. Él me miró y cuando vio que no me decía nada dijo:

-Hola.-

-Hola.- contesté

-¿A dónde vamos?-

-Un lugar donde podamos hablar.-

No contestó. Se limitó a arrancar el coche y empezar a conducir.

Después de un rato intentó quitar el silencio.

-¿Qué tal estos días?-

-Aburridos.- contesté

-Vaya.-

-¿Los tuyos?-

-Bien.-

Silencio de nuevo.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó.

-Mal.-

Mi voz debió de sonar muy mala porque paró en seco y dijo:

-Para.-

-¿Qué?-

-Deja de luchar en contra.-

-¿Qué?-

-Estoy intentando que estemos bien.-

-Y yo.-

-No, no lo haces Elena. Estás luchando en contra.-

Amor infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora