*Narra Hugo*
Se que tengo la culpa, se que quizás debí decirselo de otra forma, o no hacerlo. Se que la he cagado y que le he hecho daño pero la quiero, y eso debería de contar, ¿no?
Intento despejarme, le hago caso, vivo mi vida ya que es lo único que me queda.
Mi distracción son las películas, así que pongo la televisión y preparo algún maratón de películas para que el día pase rápido. Pido comida para que la traigan a casa, pizza, y pongo la primera película.
Para cuando llego a la tercera estoy perfectamente despejado. Me siento mal porque no se si está bien estar así o si debería de estar mal por ser el culpable... no sé.
Sigo viendo las películas y me como la pizza. Sin darme cuenta me quedo dormido.
Cuando me levanto la película había terminado y eran las 8 de la tarde. Aunque me hubiera despejado en cuanto abro los ojos una punzada me da en el pecho y mi corazón comienza a latir muy fuerte. La imagen de Elena llorando, sus palabras diciendome que necesitaba tiempo...
Era una pesadilla en la vida real.Me tumbo boca abajo en la cama e intento relajarme, pero no lo consigo. Es imposible.
Me levanto, me echo agua en la cara y bajo al salón, mi madre estaba viendo la televisión con alguien.
-¿Hola?- digo cuando termino de bajar las escaleras.
-Hola hijo.- me saluda mi madre como si nada.
Me dirijo a la cocina e intengo ignorar la situación que estaba ocurriendo en el salón.
Al entrar en la cocina veo una caja enorme de dulces con una nota encima, seguro que un regalo para mi madre de ese hombre. Me asomo y lo veo, creo que es el hombre de la otra noche, pero no estoy seguro.
Me preparo algo de comer y mientras cocino el hombre entra en la cocina.
-Hola chaval.- me da una palmada en el hombro.
-Hola.- digo intentando sonar amable.
Se pone a rebuscar algo entre los armarios de la cocina.
-¿Dónde teneis los vasos chico?-
No le contesto, simplemente le abro el armario justo encima de mi y el coge dos y lo cierra.
-Si quieres únete, la película está muy interesante.-
-No gracias, tengo cosas que hacer.-
-Vale.-
Se marcha y yo me pongo de los nervios. Esa forma de hablar, esa voz, esa palmada, esa confianza... todo me recuerda a mi padre. Todo me recuerda a cuando llegaba a casa del instituto y mi madre estaba con él en el sofá, o cuando jugaba con nosotros al fútbol, o cuando nos llavaba de compras... todo había sido muy bonito, sí. Hasta que mi padre se volvió un completo capullo.
Siempre lo había sido, para que me voy a engañar, solo que no lo veía.
O no quería verlo.
No veía los moratones de mi madre en los brazos, no escuchaba los gritos por las noches, no veía a mi padre entrar borracho por la puerta, no escuchaba los golpes cuando mi madre lo intentaba ayudar...
¿Cómo había estado tan ciego en aquel entonces? ¿Cómo no pude darme cuenta?
Quizás por eso no quiero que mi madre conozca a otro hombre. ¿Y si es igual? ¿Y si vuelve a sufrir?
*Narra Elena*
Aún le doy vueltas a la cabeza. Quería perdonarlo, quería volver a estar bien con él... pero no estoy preparada aún. No puedo escucharlo, no puedo entenderlo, necesito estar tranquila antes.
He intentado volver a llamarlo varias veces a lo largo del día, pero me es imposible. Cuando pienso que va a explicarmelo me hundo y no puedo. Quizás debería hacerlo ya, quitarmelo de encima. O quizás debería olvidar lo ocurrido y perdonarlo. Confío en él, ¿para qué necesito saber qué pasó? Eso sería de ser masoquista y querer sufrir más.
¿Qué hago?
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Amor infinito
Romance¿Qué pasaría si te chocaras con el amor de tu vida tan casualmente por la calle? Esta es la historia de Hugo y Elena, dos chicos que por casualidad se conocieron un día y tuvieron una historia de amor muy peculiar llena de amor, risas y algunos mome...