Silencio

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*Narra Elena*

Lo había fastidiado todo. 

Aquella noche le escribí a Hugo.

-¿Estás bien? ¿Podemos hablar?-

Pero no recibí respuesta hasta dos días más tarde que dijo:

-Supongo.-

Al leer el mensaje me quedé un poco sorprendida. Sabía que me había pasado sacando ese tema pero estaba siendo un exagerado. 

Ambos lo hemos pasado mal y tendría que comprender que yo no estaba bien y que lo dije en un momento en el que mi mente no funcionaba como para pensar.

Lo llamé pero no me contestó a la llamada así que no le escribí nada en contestación.


Bajé a la cocina y vi a mi madre preparando el almuerzo.

-¿Qué tal?-

-Bien.- le mentí.

-Se te nota apagada.-

-Tranquila, estoy bien.- 

Me costaba hablarle bien después de lo que había ocurrido entre ella y yo. 

La mañana después de estar con Hugo quiso hablar conmigo sobre lo ocurrido. Acordamos olvidar el tema y no hablar de ello para que no hubieran malos rollos entre nosotras, pero aún así no puedo quitarme de la cabeza el hecho de que lo defendiera contra mi.

Estaba preparando ensalada y algo en una olla al fuego. Olía bastante bien. 

-Dentro de poco comemos.-

No le contesté. Simplemente me senté en el sofá y puse la televisión.



*Narra Hugo*

Las horas de trabajo se me estaban haciendo eternas. Necesitaba salir de ahí de una vez. 


Cuando por fin llego el fin de mi turno salí corriendo de allí. Llegué al coche y me quedé un momento sentado sin arrancarlo. 

Cogí mi móvil y vi una llamada de Elena. La llamé.

-Hola.- contestó.

-Hola.-

-Pensé que no querías hablar.-

-¿Por?-

-Porque no contestaste a mi llamada.-

-Estaba en el trabajo, lo siento.-

-Vale.-

Silencio

-¿Quieres que nos veamos?- le pregunté.

-Sí.- contestó.

Estaba muy seca, muy apagada.

-Oye Elena, ¿estás bien?-

-Sí.-

Suspiré, cuando estaba así era imposible hablar normal con ella.

-Mándame un mensaje con el día y la hora que te venga bien.-

Colgué. No tenía ganas de escuchar otra palabra borde.


Llegué a casa y me di una ducha. Creo que estuve una hora ahí metido pero me sentó muy bien. Cuando salí estaba relajado y me sentía mejor.

Bajé a coger algo para comer y mi madre me había dejado en la encimera unas galletas. Tenían una nota que ponía: "Son todas para ti. Disfrútalas."

Me las llevé a mi cuarto, me tumbé en la cama y con un poco de música comencé a comer.

Las galletas estaban deliciosas. Mi madre siempre había sido una muy buena cocinera. Cuando era pequeño nos hacia pasteles a mi y a mi hermano todos los días para desayunar o para cuando terminábamos los deberes.


Recibí un mensaje de Elena:

-El viernes a las 7pm.-

No le contesté.

Me da pena que estemos así. La quiero y no me gusta tener que hacer esto, pero es ella la que se comportó borde conmigo esta mañana. Si le pasaba algo debería de habérmelo dicho y le hubiera aclarado lo que ella quisiera, pero prefirió estar mal. No fue decisión mía, sino suya.


Por la noche decidí llamar a algunos colegas para que vinieran a mi casa. Estábamos escuchando música y jugando. Mi madre estaba en su cuarto pero cuando se lo dije no le importó. 

La noche fue bastante bien y cuando todos se fueron me sentía alegre, relajado... 

Tendría que apuntarme estos planes en la agenda para hacerlos más a menudo.


Amor infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora