Capítulo Nº 9

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   Yo iba medio cojeando por la urbanización hasta que llegé a Oak Street. Allí estaban, Nat y Lea, con un tremendo y horrible gesto de enfado. Ay, madre.

   —¡NOAH! —gritó Nat girándose hacia mí—. ¿Dónde coño estabas? ¡Llevamos tres cuartos de hora esperándote!

   —Lo siento chicas, os juro que hay una explicación lógica para todo esto...

   —¡A ver si es verdad...! —me retó Lea—. Por cierto, ¿Qué tienes ahí abajo? —dijo señalándome el pie. 

   Yo me quedé pensativa unos instantes, y decidí no contarles nada de lo ocurrido, ni quién era Harry, ni nada parecido.

   —Oh, ¿Eso? Ehm... Me caí. Sí, eso es, me tropecé con uno de los juguetes de mi hermano y... Bueno, me caí...

   —¿Y por qué vienes taaaaaaan tarde? —interrumpió Nat.

   —Ah... Pues... Las mudanzas, ya sabes, es lo que tienen... —contesté rascándome la nuca.

   Las dos se miraron a los ojos dubitativas y después se encogieron de hombros a la vez.

   —Bueno, si tú lo dices...

   —Da igual Nat, ¿Quereis que vayamos a la casa o no? 

   Cuando Lea dijo aquello, a todas se nos cambió la expresión de la cara.

Echamos a andar por un pequeño sendero que había al final de Oak Street, el cual conducía a un pequeño bosque de altos robles. Lea iba por delante, pisando las altas hierbas del suelo. Yo iba aún medio cojeando y dando saltitos histéricos sobre una sola pierna, cual gnomo de jardín a principios de primavera, ya que la alta hierba me iba pinchando en el trasero. Nat y yo estábamos nerviosísimas.

Cuando al fin llegamos, Lea apartó las últimos matorrales del camino. Ante nuestros ojos se alzaba una impresionante caseta de madera, suspendida entre varias ramas y conectada al suelo con una extensa rampa en S.

   Nat y yo nos miramos boquiabiertas mientras Lea, orgullosa, contemplaba la gran casa.

   —Aquí es, ¡La casa del arbol! —dijo Lea haciendo un majestuoso movimiento con los brazos.

   Nat y yo seguíamos flipando en colores.

   —¡Vamos! ¿A qué esperáis? —nos dijo de nuevo chasqueando los dos dedos ante nuestras empanadas caras.

   Aún eran las ocho menos diez de la mañana, por lo tanto el día no había florecido en su totalidad, así que las luces de la casa estaban encendidas.

   Al rato, Nat y yo nos miramos y sonreímos, después fuimos rápido a la entrada, para descubrir todo aquello por dentro.

Nada más cruzar la puerta de entrada, nos encontramos una rústica habitación con una gran alfombra amarilla en el ala Este, con una gran montonera de cojines y sacos de dormir. También había una especie de escritorio lleno de botes, tarros, pinceles, paletas y muchos otros tipos de material artístico, y a su lado unas escaleras que conducían a un segundo piso.

   —Como veréis, a parte de los tíos buenos, ¡Me encanta pintar! —dijo Lea orgullosa. 

   —Ah, ¿Y qué pintas? —preguntó Nat.

   —Tíos buenos, —interrumpí yo— ¿Qué si no? —nos reímos.

   —Bueno, la verdad es que una vez intenté pintar a Zac Efrom surfeando sin camiseta... —admitió Lea. 

   —¿¡Y qué tal te salió!? —dijimos a la vez Nat y yo interesadamente. 

   —Parecía un mono peludo rubio navegando con una tabla de planchar la ropa.

Just Hug Me ♥ (One Direction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora