Yo no hacía más que sonreír. Parecía idiota, pero me daba absolutamente igual. Estaba enamorada.
Los rayos de sol del mediodía me daban en la cara, y había jardines con flores de colores en todas partes.
Harry me miraba y sonreía constantemente. Se le veía feliz.
De pronto, un hombre vestido de rayas marinas y con un enorme mostacho, muy parecido al de la panadería, empezó a tocar el acordeón en medio de la calle. Harry me miró, y sonrió travieso. Se acercó a uno de los jardines, cogió una rosa y se la colocó entre los dientes. Estaba maquinando algo.
—Señorita Stevenson, ¿Me concede este baile? —dijo arrodillándose frente a mí.
—¿Yo? ¿Bailar? Ehm... —dije mirando a mi al rededor.
La gente nos estaba mirando. Dios, que vergüenza pasé. Pero, ¿Cómo iba a decirle que no, con esa rosa roja en la boca y esta carita tan... tan... Harry?
Antes de que pudiera decir nada, me cogió de la mano y tiró de mí hacia él. Dí varias vueltas a toda velocidad, y me fui cayendo hacia el suelo poco a poco. Me daba la sensación de que me iba a caer al suelo. Hasta que de repente, Harry me cogió de la cintura. Abrí los ojos, su cara estaba a milímetros de la mía. Sonrió, y me guiñó un ojo. Me levantó suavemente y estiró mi brazo junto al suyo hacia adelante, me sujetó de la cintura y echó a bailar al ritmo del acordeón.
Dimos varias vueltas por aquella callejuela bailando. La gente nos aplaudía y nos silbaba, pero a nosotros no nos importaba. Hasta que llegó el gran final.
Me sujetó de la cintura con las dos manos, me dio varias vueltas y después me besó. Laaaaargo y tendido.
La gente seguía aplaudiendo, hasta que poco a poco se fue difundiendo por la calle.
Pasé vergüenza, pero me gustó. Sí, me gustó.
Continuamos por las calles de la ciudad del amor, hasta llegar a nuestro destino. La plaza en la que estaba el museo del Louvre.
Fuimos hasta la entrada, y allí pagamos los dos pases. Había muchísimos cuadros, de arte de todo tipo. Arte contemporaneo, moderno, clásico, y pinturas abstractas. Nos dimos una vuelta por el museo, y vimos grandes obras de arte de la historia, como por ejemplo la Mona Lisa. Aunque, todo hay que decirlo, yo más bien iba fijándome en Harry.
Al salir de allí, ya eran las seis y media. Decidimos ir hacia el SPA del hotel, pero había un problema. El hotel se encontraba bastante lejos de allí.
—Bueno Harry... Y ahora, ¿Qué?
—Tranquila, estoy pensando... Si vamos andando no nos dará tiempo de ir al SPA, mas luego cambiarnos para cenar...
De pronto, una pareja parisina pasó caminando con un par de bicis entre manos, por delante de nuestras narices. Yo seguía pensativa, con la mano en el mentón, mirando al suelo y murmurando cosas por lo bajo.
De repente, a Harry se le iluminaron los ojos y se sobresaltó.
—¡Eso es! —dijo señalando a la pareja—. ¡Podemos ir hasta el hotel en bici!
—¿En bici?
—Claro. Se alquilan. Aquí en París es muy típico. Tú espera aquí, iré a preguntar a esa pareja dónde las han alquilado.
—Pero, ¡Harry!
—¡Ahora vengo! —dijo desapareciendo entre la multitud.
Me quedé de pie allí, en medio de la calle, con todas las bolsas de las compras que habíamos hecho, mirando a ninguna parte. Pasado un buen rato, miré el reloj de mi móvil. Casi las siete. ¿Llevaba media hora allí de pie? Había mucha gente, y Harry no aparecía por ninguna parte, así que empecé a preocuparme.
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Just Hug Me ♥ (One Direction)
FanfictionNoah Stevenson, una chica corriente, se ve obligada a abandonar su vida en Irlanda por temas económicos, y trasladarse a la ciudad de Londres junto a sus padres, su hermano y su abuelo, a una encantadora urbanización en el sur de la ciudad. Allí con...