Capítulo Nº 17

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Me levanté de mi sitio, y Harry volvió a sacar el equipaje de mano. Me cojió de la mano inesperadamente y tiró de mí hacia una cortina roja al final del pasillo del avión. Una de aquellas amables señoritas revisó los billetes que Harry llevaba en mano, y nos hizo un gesto para que pasáramos. 

Las luces de aquella parte del avión estaban apagadas, así que tuvimos que esperar dentro hasta que la azafata las encendiera desde la cabina de control. 

La mujer se retiró a la cabina, y yo me agarré fuerte a la camisa de Harry, ya que sentía el movimiento del avión bajo mis pies.

   —Harry, no veo nada.

   —No eres la única... Tranquila, pronto encenderán las luces —dijo él, seguro de sí mismo—. Y no me importa que te agarres a mí, pero hazlo un poco más suave, que me vas a dejar las uñas en el hombro —dijo quejoso.

   —¡UPS! —exclamé soltándolo al momento—. Lo siento Harry, yo...

   —Tranquila, no hace falta que te disculpes. Es normal —dijo algo molesto.

Poco a poco, me iba dando cuenta de que cuanto más tiempo pasaba con Harry, más quería estar a su lado. Pero había algo que no me parecía justo. Él era el que lo pagaba siempre todo, así que pensé en que nada más volver, organizaría una cena romántica en mi casa. Ya me ocuparía después de despachar a mi familia por ahí, a algún restaurante o similar.

Al rato, las luces de la parte del avión en la que estábamos se encendieron.

Donde nos situábamos en aquel momento era completamente distinto al resto del avión. Había asientos mucho más grandes, más espacio para caminar, un suelo enmoquetado con una mullida alfombra, una televisión y un mimibar.

   —Bueno, qué, ¿Te vas a quedar ahí mirando o nos sentamos? —me dijo Harry sonriente.

   —No, no, ya voy.

Me quité los zapatos y los dejé bien puestos en una esquina. Me senté en una de las amplias butacas, y miré por la ventanilla. No tenía muchas ganas de nada, estaba cansada. O sea, sí, soy consciente de que estaba a punto de llegar a París con Harry, ir de compras por la ciudad, y tal. Pero todo aquello no quitaba el cansancio del resto del día, llevaba levantada desde las ocho de la mañana, y ya no me tenía más en pie. Además, me sentía fatal por no contarles todo aquello a mis amigas. Y por mentirles. A ellas y a mi familia.

El remordimiento me comía por dentro, y poco a poco se fue convirtiendo en odio hacia mí misma. No podía más, iba a explotar.

   —Eh, tú —me susurró Harry, cariñoso, desde el minibar— Píllalo.

Me lanzó una lata de Monster, supongo que fue porque me vio algo dormida. Pero a mí no me dio tiempo de reaccionar, así que la lata me dio en toda la cabeza.

   —¡AY! Harry, ¿Pero tú estás tonto o qué? ¡Me podías haber echo una lesión cerebral! ¡O una hemorragia interna! ¡O ME PODÍAS HABER MATADO, DIRECTAMENTE! —solté furiosa. 

   —Vaya... Perdona —dijo bajando la cabeza.

No pude evitar soltar aquello, ya no aguantaba más. De alguna forma tenía que desahogarme, pero tras unos minutos de reflexión, me dí cuenta de que Harry no tenía la culpa de nada. Al contrario.

   —Oye Noah... —dijo Harry, tímido—. Si te pasa algo ya sabes que puedes contármelo, o bueno, si no quieres no... Pero... Bueno, da lo mismo.

Yo permanecí en silencio unos minutos, contemplando las fortísimas luces de las ventanillas que reflejaban tanto en la noche que parecía de día. Estaba de morros. Como una niña pequeña a la que sus padres no quieren comprar un globo en la feria. Pero reflexioné.

   —Bueno... La verdad es que no me parece muy bien esto que estoy haciendo. Estoy mintiendo a muchas personas a las que quiero, y no me gusta. Por eso te he gritado, pero tú no tenías la culpa de nada, lo siento mucho Harry. —silencio— ¿Harry?

Miré hacia donde estaba él sentado. Nada, dormido como un tronco. Me levanté y me senté junto a él, cuando dormía era absolutamente adorable. Absolutamente Harold.

   —Harry, te quiero y lo siento, ¿Me perdonas? —susurré con voz de niña pequeña.

   —Claro que te perdono. Pero con una condición.

   —Tú dirás.

   —Bésame. Mucho. Para siempre.

   —¿Lo de ser un jodido amor te viene de familia, o lo vas aprendiendo con los años?

   —No lo sé, tú calla y bésame.

   —Pues no, ¡Ahora no quiero! —dije en broma.

   —Oh...

Me levanté con intención de volver a mi sitio, pero a mitad de camino, cuando Harry se había vuelto a recostar, me dí media vuelta corriendo y le besé inesperadamente. Poco a poco el odio fue desapareciendo, Harry me lo iba quitando con su cálida risa y con sus tiernos besos. Puede que a la vuelta me fuera a meter en un buen lío, pero decidí no pensar más en aquello, y disfrutar del momento. Ya pensaría qué hacer en otro momento. Acabamos en la alfombra del avión tumbados, Harry en la moqueta y yo a su lado, protegida por sus brazos y su jersey, después de mil besos y dos latas de Monster. 

Saqué mi móvil del bolsillo del pantalón, y encontré una notificación en mi cuenta de Instagram. Una mención, de Harry. Hace 10 minutos.

"Qué guapa se pone cuando se enfada."

Just Hug Me ♥ (One Direction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora