Había pasado horas interminables, con el ojo en seco. Tenía aquel dolor en el pecho de aquello que había pasado antes en aquel espejo, y la imagen que no se me borraba, de mi madre colgada del techo. Además de esa imagen de mi madre en sus últimos días, también, venia acompañada de culpa rotunda. Sentía un dolor más fuerte del que una persona normal debería sentir, porque esta, esta acompañada por esa maldita culpa, que no me deja tranquila. Sabía que si quería que la culpa saliera de mí, debería pedirle disculpas a mi madre. Pero eso ya no será posible, nunca.
Cuando ya mi cuerpo estaba cansado de estar en esa atrofiada cama. Me pare y fui al closet que anteriormente la Sra. Gerson me había señalado. Llegue a él, lentamente, arrastrando mis pies en el duro suelo de madera seca, y sin color. Además del suelo, también, las paredes eran de color café oscuro y estaban, en algunos rincones, destiladas. Las decoraciones eran sencillas, nada parecido a las que anteriormente había visto. Habían floreros sin flores, solo con vacío y oscuridad. El closet, el cual estaba en un rincón, al lado de una ventana, estaba rasgado. Pero las partes que no, estaban hechas de madera fina y brillante. Había cajas en algunos lados, con etiquetas con nombres como <<Telas>> o <<Collares>>. Este podía ser el cuarto más feo, como puede decirse, de este palacio.
Llegue al closet, y lo abrí; había ropa de todos los colores. En diferencia con mi ropa, que siempre era negra y café. Pero esta, daba vida, alegría. Con mi mano izquierda, sobe desde la primera prenda, hasta la última, la cuales lanzaban un aroma profundo. Entre tantas prendas, escogí a la que al tacto de mi dedo, se sentía mejor. Era como pelo de oveja, suave y delicada. Cuando saque lo que había escogido para verlo. Era una camisa. Hermosa; era sublime. Tenía un color blanco; los botones eran dorados. Tenía una flor enorme aun lado de la camisa, de color roja, que explotaba hacia arriba; con el color amarillo y azul. Tenía el tallo, con espinas del tamaño de mi pulgar; en ellas había... un color rojizo, que parecía ser sangre seca. Algo enserio bello. La observe de punta a punta, de lado a lado; no podía dejar de presenciarla.
Cuando enserio quería sentir la suave tela en mi cuerpo; la abrí, y, con una sonrisa de oreja a oreja, La pase por mi mano izquierda, y después por la derecha. La alce hasta que cayera suave contra mis hombros, hasta tenerla en mí. Era tan cómoda. Sabía que me iba a querer quedarme con ella; nunca había estado, con algo que me hiciera sentir tan bien, como, nunca. Con la camisa puesta, me abrace, en un momento extraño, en donde sentía la confianza de estar sola. Merodee por todos lados y me quede quieta, al lado de un espejo; igual al de mi cuarto. Lo mire. Tan fija mi mirada reposaba en ella, que sentía que podía romperla. Me acerque al espejo, y lo sobe; pensando en mi cuarto, en mi madre y mi hermana, la cual, tenía que tener noticias de ella. Estaba preocupada.
Sobe el espejo, con gran enfoque en mi rostro. Era frió y algo rasposo, pero era lindo apreciar algo que me trae recuerdos viejos, y maravillosos.
Mientras sobaba el espejo en una gran pérdida de la vida real. Pude ver algo que se reflejaba. Algo que no tenía que ver con la habitación donde estaba. Era... Una persona. Mire más adentro; tenía la cara pegada al espejo, como si fuera un imán.
Mientras más veía, más notaba; que era una mujer. Hasta que pude observar bien, muy bien; que era Ann. Era ella. Ahora la vista hacia el otro lado, me hace ver mejor a Ann.
Estaba ahí, tensa y parada en frente de la nada. Parecía desesperada, intranquila. Moviendo la mano, entre la bata blanca que llevaba puesta.
-Ann – intente que me escuchara - ¡Ann! – Grite un susurro, uno fuerte – Ann ¿Me escuchas? – estaba desesperada en ese momento. Ann estaba del otro lado y no podía hablar con ella. Era como estar en una cárcel; pero una linda cárcel.
En un movimiento repentino, se lanzó al suelo y comenzó a llorar. Sentía el deber de ayudarla, pero, no podía hacer nada. Ella seguía llorando, pero esta vez, agitando su cabeza de arriba hacia abajo, mientras se golpeaba la cabeza con la palma de la mano. Yo en cambio, lucía una expresión impaciente.
Escuche los pasos de tacones corriendo, de algún lado, y vi por el espejo, a la Sra. Gerson entrando como loca y abrazándola desconsolada. Ella le decía algo, pero no podía escuchar, ni leer sus labios. Ann la abraza como si fuese su madre y se acaricia en sus brazos. Me sentía mal, porque, no podía hacer nada para consolarla, y no podía simplemente, decirle "Lo siento" una sola vez, una sola disculpa. Pero estoy segura de que el futuro, ni el presente, están a mi favor. Pero si sé, y estoy segura de que, el pasado, me acompaña, y no me quiere dejar ir.
Estaba acostada en la cama, con la camisa de flores hermosas; mirando a la puerta, y escondiendo mi boca, entre el cuello que era largo.
Antes había tomado unos pantalones verdes, que para mí, lucían con la camisa. No sé por qué pensé en unir los colores en ese momento, después de lo que vi a través del espejo. Pero, no quería que aquellas palabras de la Sra. Gerson "Ponte lo que más te guste" murieran en mis oídos.
Sinceramente estaba harta de esperar en este cuarto pútrido. Las palabras que más perduraron en mi mente de la Sra. Gerson fueron "Vengo en un momento", pero al parecer, ella no vendrá. Ya había pasado 1 hora, desde que ella, me sobo la mejilla. Y ya no puedo más.
Comencé a caminar por todos lados. Mientras tocaba cualquier cosa que se me atravesara; las cajas, las paredes, los floreros vacíos, a mi misma. Tocaba mi cabello, tocaba mi ropa, tocaba mi boca. Y ya estaba volviéndome loca.
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La Elegida
Science FictionEn un momento estaba feliz y riendo mientras las miradas me aprisionaban; dolida por la decepción. Pero ahora, solo estoy llorando, por que estoy sola. Mas de lo que estaba antes. Aquellas personas, me sacaron de un lugar feliz, y me meti...