Fase De Dolor (#14)

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Abrió esas puertas como los vientos; era blanca, y muy hermosa. En su interior, era como ahogarse en la elegancia, mientras eres apuñalado con una corona de esmeraldas.

Las paredes estaban decoradas de un tapiz floral. Sus suelos eran de mármol café; brillante. Había una mesa en el centro, color dorado; tenía una vela apagada encima de un plato de metal. Un gran candelabro, colgaba del techo, iluminando todo extremo. En algunas partes de las paredes había espejos del mismo tamaño de mi cuerpo. Debajo de dichos espejos, habían unas mesas; con fotos y floreros pequeños. En la esquina, había un reloj gigante, con una bola dentro, que giraba a ambos lados. Y el techo, estaba hundido hacia el cielo; flores calvas lo decoraban.

La Sra. Gerson estiro el brazo y se puso frente mío.

-Bienvenida al Royal – me dio una sonrisa enorme

-¿Qué hacemos aquí? – fruncí el ceño

-Aquí se llevara a cabo la fase rosa – a todo esto, aun no sé qué es la fase rosa. Estaba sacando conclusiones, como que; me van a llenar de rosado el cuerpo, o me van a asesinar, queriendo decir que no es fase rosa, si no roja

-Ya dígame ¿Qué es la fase rosa? Es ¿Algo... malo?

-¡No! – Salto con una mirada sorprendida – es algo tan inofensivo, y hermoso como tú – se acercó a mí, y me tomo de la mano; halándome hacia uno de los espejos; nos miramos – esto es ser hermosa

-Tengo miedo – se me escapo de la boca; pero lo sentía

Me miro asombrada 

- ¿Miedo?

-Tengo miedo de... Luchar – esta vez lo dije segura – de matar a Ann – no pude aguantar las lágrimas

-Tara – me agarro y me coloco frente suyo – debes ser fuerte. No hay otra opción

-¿Por qué no? – la mire fija; no sabía que decir.

-Porque si – su mirada se tornó lejana y se apartó - ¡Amiéel! – Grito con furia - ¿¡Donde estas!?

Se quedó torpe caminando por todos lados. Parecía llorar. Estaba sollozando.

Amiéel vino desesperado.

-¿Qué sucede? – llego hasta donde mí, y me observo preocupado - ¿Qué le sucede?

-No lo sé. Se puso así de la nada.

De repente se detuvo. Estaba quieta, sin mirar a ningún lado, solo a sus pies.

-Sra. Gerson – susurre; me acorde de Ann. Era cruel mi mente conmigo.

De repente, alzó la vista y sonrió.

-Tara – llego hasta donde mí, y me tomo del brazo – Amiéel. Comencemos.

No sé si era bipolar, pero era extraño su cambio de ánimo. Estaría pasando por un momento triste o solo es una enfermedad mental; Lo que hace pensar, que todo los del consejo la deben tener.

Estábamos en un cuarto vacío. Era como la otra, pero solo tenía el candelabro.

-¿Qué es esto? – pregunte confundida

-Aquí será donde pasara la acción – este cuarto no estaba muy lejos del otro: solo estaba a una puerta

-Estoy confundida – lo estaba. ¿Qué pasaría en la fase rosa? ¿Si esta se llevaba a cabo, habría más fases? Espero y no.

-Tara – dijo la Sra. Gerson – la fase rosa, no es... muerte, no son casos de locura, y nada malo pasara en ella – me miro fijo – la fase rosa... solo será, para entrenarte para cuando seas gobernadora – me confundí aún mas

-No he ganado contra Ann aun – dije

-No tienes que ganar para que seas entrenada. Solo es una precaución. Ann también está siendo entrenada

-Pero... podría morir – me tomo de los hombros con sus manos

-Eso no pasara – veía en su voz, y en su mirada algo sincero.

Gracias a la voz de Sra. Gerson, me llene de confianza. Pero de miedo al mismo tiempo al saber que toda esa fuerza interior, seria desatada hacia Ann. Debo hacer que el tiempo de aquí, hasta ese horrible día, sean largos.


Tenía en la cabeza 3 libros negros. Estaba caminando recta por una raya negra en el suelo. No podía caerme, o dejar que los libros se cayeran.

-Lo haces muy bien Tara

-Quiero parar – en serio quería parar; era estresante.

No me contesto. Cuando pensé que jamás pararía, llegue al final de la raya.

La Sra. Gerson aplaudió entre risas.

-Bien, bien – llego hasta mí, y me dio un pequeño abrazo – eso fue perfecto

-¿Lo crees? – le pregunte, porque quería dale ánimos, no quería que volviera a verse como antes

-No lo creo, lo aseguro.

Se apartó de mí, y vino Amiéel con dos tazas de vidrio blanco.

-Es hora de saber cómo ser elegante – me dio una de ellas, y alzo el brazo hasta sus ojos – la elegancia, es superficial para una gobernadora

-¿Cómo son las gobernadoras en Armonía?

-Son... hermosas, elegantes, justas y maravillosas. Tú podrías ser como ella – creo que todos me hunden esos aspecto de perfección, y a veces Siento que debería seguirlos.

-Sigamos. Debes controlar la taza, como controlas a tu vida; con amor. La tomas – la tome de la oreja – y sacas el dedo meñique – lo saco de prisa, casi no me di cuenta – así – sonreí al ver que podía hacerlo; no sé por qué.

Todo el día me sentí como una princesa.

Usamos tazas, caminamos en pasarelas, y me peinaron hermoso.

Sentía una libertad, y un gusto. Hubo coronas hermosas, perfumes olor dios.

-¿Lo sientes? – lo mire adorando todo lo que anteriormente había pasado

-Lo sentí. Y lo ame.

-Si amaste aquello – me toco un hombro – morirás por ver esto a continuación.

Me llevo por el salón antes dicho; me mire por los espejos mientras caminábamos. Pase por el pasillo de las habitaciones, y fuimos más al fondo, hasta aquel lugar se torno oscuro. Seguimos, sentía que corría. La luz de la puerta abierta me azoto.

-Mira lo que he hecho para ti – lo mire con los ojos brillosos.

Era hermoso. Era sublime, y no podía dejar de admirar el brillo.


La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora