Traición (#58)

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Y aquí estaba, apunto de ser el entretenimiento de sádicos depravados, de ser la angustia de madres sobre protectoras, de ser la lección de chicas adolescentes de 15 años, de ser el miedo de miles de personas. Todo comienza aquí.

-Que inicie la batalla - pude ver a Ann al otro lado del pentágono

Una fuerte campanada sacudió mi corazón. Así que salí del lugar en donde estaba, al mismo tiempo que se cerraba la ventanilla detrás de mi.

-No creo poder hacerlo - me dije

-Si puedes - me dijo mi mente - eres fuerte, sabrás que hacer.

Tome esas palabras y me llene de confianza, prepare mis puño y solo veían a Ann, lejos aun. Gracias a los abucheos de la gente, me dispuse a correr a la dirección de Ann. Ella hizo lo mismo. Iba con toda la intención de darle un golpe, uno falso.

-No quiero pelear - grito Ann

-Yo tampoco - grite.

Mientras más nos acercábamos estaba segura de que solo nos quedaríamos mirándonos, pero cuando ya estábamos frente a frente, me propino una golpiza en la cara que me hizo caer de espaldas.

-Pero no hay más elección - dijo, mientras se lazo encima mio. Golpeo mi estomago

-¡Ann! - dije dolida.

Comenzó a golpear mi cara mientras sostenía mis manos con sus pies, mis arco se había caído a unos centímetros míos. 

Ya sentía la sangre saliendo de mi, y los puños de Ann no me dejaban sensibilidad. Tome fuerza sobrehumana y solté una de mis manos de los pies de halcón de Ann. Tome su cabello y le di un fuerte jalón hacia atrás, callo entre mis pies. Con los mismo pies, me di un giro y la baje de mi, dándole un golpe en la cabeza.

-¡Perra! - dijo. Se paro al instante, al igual que yo.

Vino como un proyectil hacia mi, la esquive y salio dispara justo al suelo. Volvió a hacerlo, pero no lograba chocarme.

-¡Ann! ¿Que haces?

-Sobreviviendo - decía mientras venia hacia mi, y me lanzaba arena en la cara.

Mi vista se volvió oscura, y mis parpados ardían. Ann tomo mi cabello y halaba de tal forma que gritaba, por la arena y por su traición. 

En mi sufrimiento y golpes en la cara por parte Ann, con mi mano retorciéndose por todo la arena, pude sentir mir arco. Mi oportunidad de liberarme de Ann. Tome el arco y le di un golpe en la cara, ella de inmediato fue a su auxilio, mientras gritaba de dolor.

Tome mi arco; La flecha no estaba. Comencé a buscarla, pero no la encontraba. Escarbaba por la arena, pero no la veía. Hasta que la divise a unos pocos centímetros de Ann que yacía dando vueltas y gritando. Fui por ella, y cuando la tenia en mis manos, Ann me da un rodillazo en la cara. Salgo echada para atrás. Tenia un fuerte dolor en mi cara, y en el corazón. Ann mi mejor amiga intentando matarme.

¿Que iba a hacer?

¿Como le debo responder a esto? la única respuesta que había era, hacer lo mismo.

Cuando sentía que Ann venia hacia corriendo, me pare de tan rápido que mi pelo se despeino mas de lo que estaba. Y apunte a Ann con mi flecha.

-No lo quiero hacer - dije. Ella quedo inmóvil. 


(Pentágono, fuera del campo de batalla)

-La va a matar, eso no puede pasar - dijo el fundador 1. Quedo pensativo un rato mientras veía a Tara y Ann al frente de una ventana gigante - liberen al León

-Entendido. Liberando León - dijo unos de los encargados del pentágono.

-¿Crees que es momento de esto? - pregunto el fundador 2

-Si

-¡Papá, para esto porfavor! - decía Matthew llorando, mientras era sostenido por dos hombres robustos

(Pentágono, campo de batalla) 

-Hazlo ¿Porque no lo harías?

-Somo mejores amigas, por eso no lo haría

-Aquí nunca hubo amistad, desde que estamos en esa maldita cárcel, la amistad se acabo. somos contrincantes - se acerco más a mi, mientras tenia la flecha apuntándola - ¡Ahora, hazlo!

Cuando mis nervios y miedo eran tantos que querían explotar, un ruido despertó mis sentidos. Una de las ventanilla se había abierto. Voltee de inmediato. Unos ojos rojos parecían estar detrás de tanta oscuridad.

-¿Que es eso? - pregunte retoricamente

Un sonido robótico brusco en la oscuridad, vino acompañado de una maquina enorme en forma de animal. Era plateado, grande, tenia los ojos enormes y rojos, garras enormes, y una boca como la de un cráter. Se notaba muy enojado.

-Es un León - dije tan asustada que mis manos temblaban.

El León soltó un rugido tenebroso, que me hizo abrir la boca como un volcán en vía de estañar.

Estoy muerta.

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora