Capitulo 32

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Nicholas

Las palabras habían salido de mi boca de una manera tan sencilla que me sorprendí, desde que podía recordar sabía que este día llegaría, el día en que le propusiera matrimonio a una mujer, por supuesto nunca pensé que esa persona podía llegar a ser Julieta, pero de todas maneras las exageradamente pocas veces que me imaginé haciendo la pregunta no pensé que me resultara lo suficientemente sencillo como para no tartamudear, a pesar de la taquicardia que estaba sufriendo mi corazón.

Los ojos verde-azulados de Julieta me miraban ligeramente abiertos, y la mano que tenía en su muñeca (no sé cuando la había tomado) me dejaba sentir su pulso lo suficiente como para darme cuenta de que no era el único que tenía el corazón acelerado.

-¿Primor?-Pregunté.

Ella parpadeó, medianamente inconsciente. De acuerdo, ya me estaba empezando a preocupar.

-Julieta, estoy muriendo aquí-Admití-, ¿puedes decir algo, por favor?

Ella abrió la boca para decir algo, pero lo único que salió de su boca fue un pequeño suspiro. Eso me preocupó aún más, muy bien, puede que me haya apresurado un poco.

Abrí mi boca para decirle que se tomara su tiempo, sin embargo ella contestó antes de que pudiera emitir algún sonido.

-Sí-Dijo con un pequeño jadeo-, acepto. Acepto. Acepto. Acepto. Acepto. Acepto.

-¿De verdad?-Pregunté.

-De verdad.

-¿De verdad?

-¡Nicholas!-Reclamó mientras me daba un pequeño golpe en el hombro.

No me dolió, pero de todas maneras hice una mueca de dolor, como supuse su rostro adoptó una expresión preocupada, se acercó un poco y abrió su boca para preguntarme algo, la besé antes de que dijera alguna palabra.

-Mañana voy a hablar con tu padre-Dije-, pero antes tengo que ir por un anillo.

Ella se apartó lo suficiente como para que la viera rodar los ojos, pero también como para que pudiera notar la sonrisa en sus labios.

***

Los ojos marrones de Richard me miraban con un pequeño rastro de incredulidad mientras guardaba un silencio un tanto preocupante. Parpadeé un par de veces antes de intercambiar una mirada con Jules, pero ella lucía tan extrañado como yo. Me aclaré la garganta antes de hablar.

-¿Richard?-Llamé.

Él se enderezó de golpe en su asiento antes de suspirar y desplomarse contra el respaldo. De acuerdo, no sabía como proceder, así que mejor decidí esperar a que él dijera algo. Tardó un poco, pero finalmente habló.

-Nicholas, sabes que Julieta es mi vida ¿cierto?

-Lo sé.

-Y sabes que la idea de entregársela a alguien siempre me ha aterrado.

-Lo tengo claro.

-Aunque seas tú.

Asentí con la cabeza mientras sentía como una de las manos de Jules tomaba la mía y entrecruzaba nuestros dedos. El pequeño suspiro de Rick me avisó que no era el único que había notado el gesto.

-Sin embargo-Dijo-, de todos los hombres que podrían estar en ese sillón, tú eres el único al que le diría que sí.

Una sonrisa estalló en mi rostro, una parte de mí temiendo que él agregara un "pero". 

No lo hizo.

-Eso quiere decir que...

-Eso quiere decir que lo único que tenemos que discutir es la dote y la fecha.

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