Capitulo 35

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Julieta

-Te vez bastante feliz-Le dije a Lottie una vez se habían cumplido diez minutos y su sonrisa no se había borrado.

Ella me miró con sus ojos brillantes antes de suspirar, de acuerdo, realmente esperaba que eso tuviera que ver con Matt, sino estaba segura de que Nicholas iba a estar bastante molesto por meterse en un lío con su mejor amigo para no lograr nada.

-La vida es hermosa, ¿no te parece?-Dijo con aire soñador.

-¿Me vas a decir sí o no?-Pregunté empezando a asustarme, no se veía demasiado cerca de la realidad a decir verdad.

-¿Qué cosa?

-¡Charlotte!-Exclamé.

Mi mejor amiga se echó a reír, no encontraba lo divertido a la situación, en lo absoluto.

-Está bien, tranquila-Dijo divertida-. Matthew me invitó a dar un paseo por Hyde Park.

-¿De verdad?-Pregunté, a lo que ella asintió-Eso es increíble, Lottie, y por cierto, ya era hora.

Ella volvió a reír mientras que sus mejillas se sonrojaban, era tan adorable.

-Aún no somos nada-Se apresuró a decir-. Pero es un buen inicio.

Me moví hasta estar cerca de ella y la abracé.

-Matt es un chico listo-Indiqué-, definitivamente no te dejará ir, eres la persona más increíble que conozco.

-Gracias, Jules, te quiero.

-Y yo a ti, Lottie.

Definitivamente amaba tener una mejor amiga, pero más que nada, amaba que Charlotte Levington fuera mi mejor amiga.

***

Recorrí mi habitación por la que creía era la quinta vez, esto no me agradaba, de hecho, me encontraba tan mal que estaba al borde de vomitar, o llorar, o tal vez de esconderme bajo mi cama.

Solté un suspiro tembloroso antes de mirar por la ventana de mi cuarto, el cielo estaba nublado con nubes oscuras, sabía lo que eso significaba. 

Realmente era una cruel ironía, que alguien que le temía a los rayos y truenos viviera en un lugar donde esos eran casi tan normales como los días de lluvia.

Los toques en mi puerta fueron una muy buena y recibida distracción.

Sentía mis piernas temblar como gelatina mientras caminaba hacia la puerta para abrirla, al otro lado pude ver al señor y la señora Athens, el mayordomo y la ama de llaves de la casa, ambos ya eran mayores y constituían un matrimonio digno de admirar.

-Hola-Saludé lo más tranquila que podía-¿ocurre algo?

Ambos intercambiaron una mirada preocupada, me habían visto crecer, era obvio que no se iban a tragar el cuento de que estaba bien.

-Queríamos preguntar si se le ofrece algo, señorita-Dijo la mujer con una mirada dulce en sus ojos.

Quería decir que sí, en verdad me estaba muriendo de ganas por pedirles que se quedarán conmigo, sin embargo no podía ser tan egoísta como para quitarles una noche de sueño sólo porque estaba asustada; en el caso de que mi padre hubiera estado aquí me hubiera colado en su habitación, sin embargo él había tenido que salir y sinceramente dudaba que el clima y el tiempo lo dejaran volver antes de mañana.

-No, nada-Dije-, pueden irse a descansar, descuiden.

Ellos volvieron a mirarse, podía notar como querían negarse, sin embargo aceptaron mi petición y se retiraron luego de una pequeña inclinación de sus cabezas. Los vi alejarse y esperé un poco antes de cerrar la puerta y me apoyé contra ella, podía sentir mi corazón golpeando contra mis costillas, Dios, estaba aterrada y aún no sucedía nada.

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