HEATHER
Tiene que ser una broma. De esas que son malas y detestas, y en definitiva prefieres que no vuelvan a hacerte nunca.
—No podemos dejar que venga con nosotros—vuelvo a decir por quizás quinta vez en la noche.
Estamos otra vez en el coche. Daniel y Perrie subieron en la parte del conductor, y estoy intentando hablar lo suficientemente despacio como para que no puedan oírme. Aarón duerme. Esther está abrazándolo como puede. Maia y Zayn están sentados, enfrentados, mientras yo intento hablar con ellos sin gritarles luego de que dijeran que esa maldita loca tenía que acompañarnos.
—No voy a permitirlo—insisto—. Teníamos un plan, y era deshacernos de ella en cuanto no la necesitáramos más.
—Pero prescindimos del dinero que tiene, Heather—explica Zayn, otra vez—. Tenemos que llevar a Aarón a un hospital, y no es una opción.
Me encojo de hombros, mirando a Maia en busca de un poco de ayuda.
—Mira, puedes besarme el culo si crees que voy a permitir que una loca nos acompañe. Podemos hacernos cargo de Aarón sin su asqueroso dinero—observo a Esther por un segundo, a la espera de cualquier tipo de reacción negativa por su parte, aunque esta no llega—. ¿Ni siquiera sospechas un poco, Zayn? La tipa esa tiene todo lo que necesitamos: comida, gasolina, lo que sea que hayan usado para curar a Aarón... y ahora, ¿dinero? ¿Y a cambio de nada? Es una trampa, y lo tenemos más que claro, mierda.
Durante un momento no recibo ningún tipo de respuesta. Nadie habla ni hace algún gesto. Zayn, por su parte, lo único que hace es mantener la vista fija en Aarón, como si fuese lo único que le preocupa de verdad. No está pensando en Perrie. Ni siquiera me está prestando atención.
Estoy a punto de agregar algo, cuando soy interrumpida.
—Heather, cierra la boca de una vez—oigo que dice Maia súbitamente, y no puedo creérmelo—. Ayudaremos a Aarón y, solo entonces, le decimos adiós a Perrie. Problema resuelto.
—No será tan fácil—digo, sin estar dispuesta a rendirme—. ¿Y si, mientras estamos en el hospital, llama a Richard? O él mismo, sin ningún tipo de ayuda, nos encuentra. Todo es posible mientras tenemos a esa desconocida con nosotros.
—Mira, si tan posible es todo, también puede ser que nada suceda—habla al fin Zayn, tan tranquilo como siempre—. Deja de ser tan paranoica por al menos una vez.
Siento cada una de sus palabras como un ataque hacia mi orgullo, uno que por más que no me hiera, me saca de quicio.
—¿Disculpa? No estoy siendo paranoica, maldita sea, estoy pensando. Y no voy a estar ningún segundo más con ella a mi lado.
Volteo un poco la cabeza para mirar el metal que nos separa de ellos. Oigo sus voces. Daniel y Perrie hablan desde el otro lado, lo cual me permite pensar que ni siquiera pueden oírme.
—En cuanto lleguemos a alguna parte, me iré—sentencio con total seguridad—. Me da igual si lo hago sola o con alguno de ustedes.
—Heather...—la voz de Esther es débil, pero alcanzo a escucharla a la perfección.
Me vuelvo para observarla. Ella se ve tan destruida como el pobre de Aarón, quien está tan inmóvil que me pregunto cómo es posible que siga vivo. Mi amiga castaña se ve cansada. Tampoco la he visto comer durante las últimas horas, pero eso no parece preocuparle demasiado. Debe de tener una sed y hambre tan insaciables que, acompañados con la falta de sueño, sé que no la harán la persona más agradable con la que conversar en estas situaciones.
ESTÁS LEYENDO
Alevosía
Bí ẩn / Giật gânHuir no significa ser libre. ¿Qué pasa a medianoche? Segunda parte de la trilogía MEDIANOCHE. Todos los derechos reservados a Annis Juliet ©