CAPÍTULO 17 | Nada en lo absoluto

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SoyLively, chica, este capítulo es para ti ♥

MAIA

Mi cuerpo se activa rápidamente al oír el fuerte golpeteo en la puerta. Mareándome en el intento, me incorporo y corro hasta alcanzarla y abrirla, con ambas manos temblorosas y el corazón casi en la boca.

El aire se me va de los pulmones cuando me encuentro, justo frente a mí en el oscuro pasillo, a Chase. Sus rulos permanecen revueltos sobre su cabeza y está agitado, como si acabase de correr una gran carrera.

—Maia...—jadea, acercándose a mí y apoyándose a la vez en el marco de la puerta.

Por instinto, no puedo evitar echarme hacia atrás. Intentando disimular, vuelvo la vista atrás para observar el reloj. Son las seis de la madrugada.

Tengo que mirarlo otra vez.

—¿Chase?—pregunto, y al instante me siento estúpida—. ¿Qué haces aquí?

Al observarlo directo a los ojos descubro algo más, nuevo y extraño en su mirada, que en realidad no creo haber percibido antes en él.

Miedo.

—Los policías llamaron—comienza a explicar, acercándose a mí—. Dicen que... dicen que descubrieron al asesino.

Mi rostro debe de hablar por sí sólo, porque al instante Chase cierra los ojos y se hace a un lado. Zayn pasa detrás de él en dirección a las escaleras.

—Su nombre es Richard—continúa diciendo Chase, sin saber que Zayn ahora también lo escucha, con apenas un hilo de voz—, y los está buscando.

En cuanto entiendo lo que está diciendo, soy capaz de reaccionar.

—Escúchame, tremendo idiota—comienzo a espetarle, tomándolo por sorpresa y aprisionándolo contra la pared con brusquedad—. No somos idiotas. Tú sabes algo.

—No lo voy a negar—musita. Zayn bufa al oírlo hablar, acercándose ahora a nosotros sin decir nada más—, pero es justo por eso por lo que estoy aquí. Quiero ayudarlos a escapar—toma aire, dejando de hablar unos instantes, antes de agregar—. Tienen que venir conmigo antes de que Richard los localice.

Me acerco un poco más a él.

—¿Y por qué deberíamos confiar en ti?—murmuro, justo en su oído.

Él vuelve a cerrar los ojos.

—Cariño, si quisiese matarlos, ya lo habría hecho—susurra a modo de respuesta, esta vez sacudiéndose y obligándome a alejarme—. Hablo en serio, muy en serio, cuando digo que no pueden pasar ni un solo día más aquí antes de que Richard...

—¡Cierra la boca!—estalla Zayn, entrando a la habitación. Al instante, todos permanecemos en silencio ante su reacción hasta que, segundos más tarde, se gira hacia mí—. De ninguna manera.

Me hago a un lado, y es su turno de acorralar a Chase contra la pared. No parece estar dispuesto a soltarlo, aunque ya no está tan agresivo como hace unas horas, cuando discutimos.

—¿No te das cuenta?—pregunta, señalando a Chase con la cabeza—. Si sabe lo de Richard es por algo, y no podemos arriesgarnos de esta forma.

No respondo. De todas formas, Zayn suelta al chico de cabellos ondulados con detenimiento, entrecerrando los ojos, antes de decirle que bajaremos con él. Nos iremos por nuestro lado y él por el suyo.

Segundos más tarde abandonamos la habitación y corremos a través del oscuro pasillo, en dirección a las escaleras. Al llegar a ella el camino se ilumina un poco, pero no demasiado. Un piso más abajo las luces comienzan a titilar y, de la nada, también se apagan. Zayn parece alterarse, y sin embargo Chase no pierde su constante ritmo ni aminora la marcha.

Cuatro pisos más abajo, vemos luz al final del pasillo. Aceleramos el paso hasta entrar al hall y, recibiendo el cálido aire caliente, le echamos un vistazo a la sala que, de noche, nos parece tan fantasmal y extraña, como si no fuese la misma de la mañana.

Chase se detiene observando toda la sala con los ojos abiertos como platos. Vuelvo a observarlo al caer en la cuenta de que, nuevamente, tiene ese brillo diferente en los ojos.

Miedo.

—Mierda...—maldice en voz baja. Una luz de algún coche ilumina el oscuro vidrio desde afuera, proyectándose en nuestra cara. Sin embargo, no alcanzamos a ver quién se acerca—... se suponía que Perrie y Daniel estarían aquí.

Se lleva una mano a la cabeza y vuelve a maldecir, esta vez dándose la vuelta y evitando que lo vea.

Repentinamente, las puertas se abren, pero no pasa nadie más que el viento.

Luego, dos cuerpos entran.

Mi corazón se detiene cuando veo que son Daniel y Perrie. Sin embargo, ambos caen al suelo y no se levantan. Sus manos están amarradas y tienen varias vendas que les cubren la boca. Ambos gritan y se retuercen en el suelo, hasta que consiguen incorporarse.

Al observar a Perrie a los ojos, gritándome algo que no alcanzo a comprender, alterada descubro que tiene el mismo brillo de Chase, quien ahora está a mis espaldas, murmurando «mierda, mierda, mierda».

Miedo.

Las puertas vuelven a abrirse y esta vez el amigo grande y musculoso con cabello violeta de Chase la atraviesa.

Tiene un arma en las manos.

Detrás de él entran, a montones, hombres de negro. Todos llevan armas y se acercan a nosotros. Tres de ellos toman los brazos de Chase y lo tiran al suelo. Luego, esos mismos tres se acercan a mí y juntan mis manos en mis espaldas. Intento retorcerme pero de todas formas lo consiguen, dándome una patada en la espinilla que consigue hacerme caer.

Vuelvo a escuchar el grito de Zayn. Luego, lo veo caer a mi lado.

Ahora soy yo la que grita.

—¿Vicent...?—masculla, gritando, Chase justo a mi lado, incorporándose con dificultad. Tengo a los tres hombres de negro apuntándome con sus armas a mis espaldas. Permanezco inmóvil—. ¿Qué demonios estás...?

El que al parecer era el amigo de Chase, quien a pesar de lo que está ocurriendo no alcanza a parecerme del todo el culpable, lanza una carcajada asquerosa, horrible y ruidosa.

—Si tú no piensas terminar con el trabajo de tu padre—dice al finalizar su carcajada, adoptando un tono amenazante—, lo haré yo, Chase Lunz.

Todo el aire abandona mis pulmones cuando recibo un golpe tan fuerte que, de repente, consigue hacer que todo a mi alrededor desaparezca.

Ya no hay nada, nada en lo absoluto.


Del 1 al 10, ¿qué tan mala soy?

¿Es claro lo que ocurre, no es así?




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