CAPÍTULO 39 | El penúltimo instante

5K 620 53
                                    

HEATHER

Estoy tan preocupada por esa extraña sensación que producen mis pensamientos que olvido darme cuenta de que ya es de noche, de que Chase—casi como todos—han desaparecido y de que Zayn y yo somos los únicos que sobrevivimos desde el principio.

Si a esto puede llamársele sobrevivir.

Entiendo que algunas cosas siempre he intentado justificarlas, al menos para no preocuparme por ellas. Intenté no darle importancia al hecho de que podríamos morir desde que entramos. Intenté ignorar mis sentimientos, primero por Zayn y luego por Daniel, sólo porque siempre fue necesario. En realidad nunca fueron sentimientos, sólo fueron la sombra de ellos. Y ahora mismo estoy intentando no pensar, no darle vueltas a las posibilidades, pero por primera vez, estoy fallando. No soy capaz de dejar de imaginar las cosas que puede que Richard nos haga. Los castigos que podrían estar sufriendo ahora mismo mis amigos. Maia. Esther. Ninguna está conmigo, y no puedo entenderlo ni llegar a aceptarlo.

Sé que duele. Me mata a cada segundo no saber de ellas. Es algo que no puedo evitar, pero la desesperación acabará conmigo si la dejo controlarme.

Y ahora es cuando maldigo de verdad aquel día en el que levanté la mano sólo porque un guardia imbécil amenazaba con cagar mi noche. Tendría que haber sido más prudente. Tendría que habérmelo pensado. Es que, en serio, ¿qué ganaba cediendo? No lo sabía, pero no podía esperar que sea bueno. Y, ¿qué perdía ignorándolo? Absolutamente nada.

Pero todavía no puedo creer que Zayn y yo sigamos aquí.

Espera, puedo creerlo. Pero no puedo entenderlo.

El verdadero problema es qué les ocurrió o, en el peor de los casos, les está ocurriendo a los demás. ¿Qué pasa si no alcanzas la puerta durante tu deseo? ¿Mueres? ¿Te torturan? ¿Te conviertes en algo o alguien que ayuda a Richard en los retos de su siguiente concurso?

La cara de mis amigas pasa por mi cabeza. Ambas tienen heridas alrededor de todo el cuerpo, en la cara, en las manos, pero no gritan, no piden ayuda. Demuestran su dolor a través de la mirada que me dedican. Parecen querer culparme. Parecen hacerme responsable de lo que les ocurrió.

Y tienen razón.

Tengo que reprimir las lágrimas con lo único que me queda, que es bajar la cabeza y bloquear mi mente. Borro sus caras. Borro las posibilidades. Evito pensar en que no tengo a nadie ahora mismo, que ni Zayn ni Perrie me harían tan bien con un abrazo como lo haría cualquiera de mis amigas. No tengo nadie que, al menos, lo intente. Daniel se fue. Victoria también lo hizo, otra vez. Ya no queda ninguna persona a la que pueda aferrarme.

Lo que comenzó como una simple fiesta de verdad acabó con todos nosotros.

La casa está sumida en una oscuridad cargada de tristeza, de algo que parece volvernos a las únicas tres personas que seguimos de pie aquí unos completos lunáticos. Es agonizante, parece estar lastimándonos por más que sea sólo algo que se encuentra en el ambiente. Tanto Perrie como Zayn y yo caminamos de un lugar a otro, pensando en lo mismo: sabemos que no vamos a amanecer. No en la casa, al menos. Creo que tenemos claro que algo va a ocurrir, ya que todos pasamos por los deseos.

El problema es... ¿qué? ¿Qué va a ocurrir? Porque se acabó. De verdad ya no hay nada más que Richard pueda sacarnos.

Y mis pensamientos me están convirtiendo en una maldita llorona.

Ha dejado de llover, por lo que cuando mi espalda se pega al vidrio y noto que este ya no está tan frío, pierdo toda la fortaleza que me había mantenido en pie, y me dejo arrastrar hasta sentarme. Las lágrimas comienzan a brotar y no puedo pararlas, no puedo obligarlas a contenerse más porque mis pensamientos ya llegaron a una conclusión.

No tenemos esperanza. No hay nada que pueda decirnos que lo que pasó o está por pasar va a ser bueno.

Alguien se sienta a mi lado. Es Perrie, y también está llorando. Sus mejillas entumecidas, sus ojos lagrimosos y su mirada triste se acercan a mí. Me rodea con sus brazos, haciendo lo que menos esperaba que fueran a hacer. Perrie me está abrazando, y no se siente tan mal como esperaba que fuera a sentirse. En el fondo quiero entenderla. Richard es su padre. Su propia sangre la trajo aquí y le hizo esto. También la mató.

Por primera vez dejo de verla y sentirla como una enemiga. Observo sus actitudes del pasado de otra forma, y noto que en realidad nunca hizo nada en contra de nosotros. De verdad no tenía idea de lo que estaba haciendo. De verdad nunca supo a qué se estaba arrastrando.

Una vocecita dentro de mi cabeza me recuerda que la traté muy mal, y hace que un sentimiento de odio hacia mí misma me obligue a abrazar a Perrie con más fuerza. Ella llora pero no parece importarle que Zayn se haya parado ahora mismo, justo frente a nosotras, al oírla. No es como yo, le da igual que alguien la esté mirando. Está abrazándome porque quiere hacerlo, no porque planea algo. No es, ni fue, mi enemiga.

Por más que yo si haya sido la suya.

Permanecemos en silencio durante unos segundos más, sin movernos. Sus cabellos blancos me hacen cosquillas así que elevo un poco la cabeza. Zayn me dedica una mirada triste antes de sentarse en el sofá. Perrie se aleja de mí, al mismo tiempo en el que se seca una lágrima. Cierra los ojos y sigue sin decir nada mientras se incorpora. Luego extiende una de sus manos en mí dirección. Mientras la acepto, mi mente vuelve al día en el que conocimos a Chase. Le ofreció la mano a Maia en un sentido metafórico. Es la misma imagen que tengo de Perrie ahora mismo.

Me impulso para pararme, pero Perrie no suelta mi mano. Tira de mí hasta que llegamos al pasillo y luego se gira hacia Zayn.

—Creo que...—comienza a decir, con la voz algo quebrada—, es hora de que lo afrontemos.

Zayn alza la mirada y nos observa. Parece saber a qué se refiere. Por mi lado, creo que está intentando decirnos algo como lo hacía Chase, que sólo esperemos a ver qué ocurre. Pero Zayn se incorpora, y entonces Perrie vuelve a jalar de mí a través del pasillo.

La única habitación que sigue abierta es la de Zayn. Los tres entramos, en silencio, y luego cerramos la puerta.

Oigo un ruido al instante. Es un click. La puerta acaba de trabarse.

Y pierdo la consciencia.




De nuevo, esta nota al final del capítulo es del 2016, pero me dio tanta ternura mi yo de aquel entonces que no pienso borrarlo. No lo lamento.

No puedo creer que la historia se esté acabando, parece que ayer la comencé.

EN REALIDAD ES COMO SI EN REALIDAD SÍ QUE LO HUBIESE HECHO AYER. ¿PUEDEN CREER QUE LA COMENCÉ EN SEPTIEMBRE? QUIERO DECIR... ¿QUÉ RAYOS ME PASA? ¿POR QUÉ ESCRIBO TAN RÁPIDO? ¿HABRÁ TERCERA PARTE? ¿EL AIRE ES AZUL?

Para la dedicación, como ya es el último capítulo, esta vez me gustaría hacer algo diferente. Creo que lo que se viene es bastante especial y me gustaría que quien de verdad se lo merezca lo gane (queda sólo 1 capítulo LARGÍSIMO y el epílogo, madre mía).

Así que, si quieres ganar la dedicación del capítulo 40 (que personalmente es mi favorito) tienes que hacer algo único. Puedes escribir un relato con tu personaje favorito o dibujar algo o, qué se yo, buscar una canción para la historia o una palabra que la identifique por completo. Puedes enviármelo al imbox (mensaje privado de Wattpad) o dejarlo en los comentarios. TIENE QUE SER ESPECIAL, ¿OCAI?

Y si nadie quiere perder su tiempo y no lo intenta ni una hormiga, voy a dedicármelo a mí.

(es broma, aunque en parte me lo merezco. Bah Felicia)

AlevosíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora