CAPÍTULO 30 | Una metáfora inservible

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Capítulo dedicado a Thebestofthebest21 ♥


DANIEL

La sonrisa de Victoria se me hace a cada segundo un poco más irreal, como si fuese la mentira más cruel que Richard me está tendiendo. De todas formas, sigue aquí, bajo mis brazos, y el tacto no se desvanece nunca, ella permanece completa, sana y salva. Mi corazón no deja de latir con fuerza y mi mente parece haber decidido tomar unas vacaciones dejándome a cargo de la locura, como si estuviese a punto de salir volando.

No puedo creerlo.

Todas las pesadillas parecen haber cobrado el sentido en cuanto la imagen de ella, que ya había comenzado a distorsionarse, volvió a verse clara frente a mí. Es decir... no me cuesta creerlo sólo porque no quiero cuestionármelo. Prefiero pensar que Richard es capaz de todo antes de dudar de la realidad.

Si ahora mismo pudiese elegir, diría que prefiero vivir sin cordura.

La imagen de Victoria cayendo del sofá sigue intacta, a pesar de todo, cada vez que paso por enfrente de él. Es algo que jamás pude borrar de mis recuerdos por más que lo intentara, y que tampoco deja de torturarme. De todas formas, eso da completamente igual porque está conmigo. Está viva, cuando se supone que no debería estarlo.

No puedo creerlo.

Algo dentro de mi pecho vuelve a sentirse bien, como si la herida que su muerte dejó comenzase a cicatrizar.

Está viva.

Sus ojos oscuros me analizan con detenimiento, como si a ella también le costase aceptarlo, y luego de sus labios escapa una risita débil y nerviosa. Con sus manos revuelve mi cabello y se acerca más a mí, apoyando su cabeza en mi pecho y cerrando los ojos. Permanezco inmóvil, como si ahora ella fuese de cristal y con cualquier movimiento fuese a romperse.

Tengo tanto miedo de hacer eso. Un mal movimiento, en un mal momento, y que todo eso ocasione un nuevo mal, incluso peor que el anterior.

No puedo perderla. No otra vez.

—Lo siento—titubeo, en voz baja.

Se aleja al instante, volviendo a abrir los ojos.

—¿Qué?—pregunta.

Vuelve a observarme de esa manera que tanto extrañé y que ahora sólo consigue desconectar mi cerebro.

«No te salvé», completa una voz en mi cabeza.

—Lo siento—repito, sin ser capaz de decir nada más.

Un nudo se forma en mi garganta y siento que mis ojos se cristalizan. Sin embargo, no permito que ninguna lágrima se escape. Victoria nota ese detalle y acerca sus manos a mi cara, acariciándome con lentitud.

—No tienes la culpa de eso—dice ella, sin necesidad de que responda a sus preguntas—. Daniel, yo misma te pedí que no hicieras nada.

Sigo sin ser capaz de hablar. Eso me haría llorar, y yo no debería llorar. No ahora. Menos frente a Victoria.

—Jamás te culpé por mi muerte.

Asiento, ahora sonriendo. Al instante, sus ojos bajan hasta mis labios, y comienza a acercarse hasta unir los suyos a los míos. Y ahí lo consigue, logra desconectarme del todo, porque las cosas pierden su color, valor y sensación, y todo lo que pasa a existir es esta conexión que ahora me une a Victoria. Esa conexión que cuando se rompió casi me tira al abismo. Se siente tan diferente, me siento tan completo ahora mismo, que no soy capaz de procesar qué me ocurre en verdad.

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