CAPÍTULO 16 | Un mundo ingrato

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maria7fernandez ¡felicitaciones! este capítulo es para ti <3


PERRIE

Mis manos vuelven a estar amarradas, aunque ahora a mis espaldas. Mis pies no tocan el suelo. Mi espalda está pegada a algo duro, liso y áspero. Al moverme, oigo un gruñido proveniente de la oscuridad. Obligo a mis ojos a reaccionar de inmediato. Ambos se abren con lentitud, casi sin hacerlo en verdad.

Y se detienen en una persona. Se detienen en sus pasos, en el sedante que lleva en la mano, en la sonrisa más triste que jamás haya podido presenciar. Mi mente me obliga a pensar en lo que sucede, llegando a la conclusión de que no es nada bueno. La persona que se encuentra ahora justo frente a mí respira agitadamente, al mismo tiempo en el que baja la cabeza.

—Lo siento, Perrie...—murmura con cierta melancolía, cogiendo aire—. Pero no olvides que todo esto es culpa tuya.

Extiende el sedante, se inclina sobre mí y está a punto de clavarlo en mi cuello, cuando distingo la calavera negra en el cristal.

Y grito.

Mis ojos se abren y mi garganta se cierra, ahogándome. Con el corazón palpitando estrepitosamente en mi pecho, pongo una mano sobre él y cuento las veces que lo siento golpear hasta que el pulso se tranquiliza, y puedo respirar en paz. Nadie en el coche se da cuenta de mi estado.

Chase no parece ser una buena persona.

Quiero decir... es obvio. Si lo analizas con cuidado, cada situación, llegas a la misma conclusión, mires por donde lo mires. Estuvo ahí en el exacto instante en el que golpearon a Zayn. Nos ayudó sin pedir nada a cambio. Pagó un hotel, la cena, y ahora nos trae a un parque de diversiones, otra vez gratis.

¿Quién hace eso por cuatro desconocidos?

Es simple, no tengo más teorías. Chase no me da un buen presentimiento. Mucho menos sus amigos tan grandes y agresivos, dispuestos a herir a cualquiera sin dudarlo.

El parque de atracciones al que nos trajo parece perder su color conforme avanza la noche. A mi lado, Daniel camina a paso ligero, perdiéndose entre las pocas personas que transcurren a nuestro alrededor.

Tuve que arrastrarlo para alejarlo de Chase y Maia. No quería ir tras ellos a una noria horrible y aburrida, pero tampoco podía perderlos de vista y dejar que se fueran sin mí.

—Cuando era pequeño, amaba ir a los autitos chocadores—masculla él, con una media sonrisa plantada en el rostro. No esperaba que se tomara bien mi actitud de alejarlo de Maia, mucho menos después de lo que me vi obligada a hacer en el hotel.

Intento devolvérsela y busco en mi mente algo para decirle sobre mi infancia.

Sin embargo, no encuentro absolutamente nada.

Bajando y ladeando la cabeza, siento que alguien roza mi hombro con suavidad. Vuelvo a observarlo, encontrándome con una cálida sonrisa que no pensé que vería en alguien como él, que siempre se muestra tan serio y distante. Entonces, se detiene y aleja un poco, permitiéndome ver, justo a su lado, un gran cartel en el que se lee «AUTITOS CHOCADORES» en azul, con una letra infantil.

Le devuelvo la sonrisa. Ambos nos acercamos al lugar.

Un hombre nos pide que le mostremos el sello, y luego nos indica uno de los coches que podríamos elegir. Entrando en el juego, cogemos el primero que vemos, mientras varios niños y parejas más cogen otros. Daniel se sienta justo en el volante, dejándome del otro lado. Cuando estoy a punto de quejarme, me muestra la palma de su mano.

AlevosíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora