Zayn permanece inmóvil justo frente a mí, observándose los pies mientras los mueve sin ningún ritmo. Tiene la mirada triste, y ya no habla con nadie. Ni siquiera cuando se dirigen a él. Parece estar lejos, siempre ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor, como si no le importase, o como si no quisiese estar existiendo justo ahora. Juega con sus manos constantemente, y tiene ese aire extraño que no es propio de alguien como él.
Me acerco con lentitud y, sin pensármelo dos veces, lo abrazo. Él no corresponde al instante pero, conforme pasa el tiempo, parece relajarse. Rodea con su brazo mi espalda y yo me obligo a mí misma a hacerlo de la misma forma, pegando mi cara a su pecho. Escucho, de esta forma, los latidos de su corazón. Está nervioso.
—Puedes llorar—murmuro, sin estar muy segura de si él puede escucharme—, no te juzgaré.
Sin embargo, no lo hace. Tampoco se aleja de mí.
La puerta de la pared nunca se abrió. Ya es de noche, o está por serlo. Maia desapareció en la mañana. Daniel hace un día. El tiempo no parece pasar para nosotros, ya que casi a todas horas es igual—tormenta, lluvia, casi nada de luz—, pero sabemos que sigue existiendo. Al menos me gusta creer que así es. Sé que allá afuera todavía hay gente, por más que no la vea. Sé que las cosas son diferentes. Sé que están un poco más seguros de lo que estoy yo ahora mismo.
Heather y Chase hablan entre murmullos. No alcanzo a distinguir qué se están diciendo, sólo puedo oír palabras varias, como «irse», «morir» y «Victoria». No parecen estar discutiendo, aunque las miradas que ella le echa tampoco demuestran lo contrario. Mi hermano está relajado, observando el techo como casi siempre hace. La verdad es que creo que, en realidad, está pensando en algo de manera constante. Puede que sea algo que lo atormente. Quizás, más bien, piense en alguien. Alguien como Richard.
No está ocurriendo nada importante, y ya nadie habla, pero tampoco abandonamos la sala. Todos estamos sentados en los sillones sin saber por qué o cómo llegamos hasta esto. Espero a que ocurra algo, como suele pasarme, pero pasa el tiempo y todo sigue igual. No hay nuevos recuerdos ni nombres que surgen de alguna parte de mi mente. Ni siquiera hay voces que intenten decirnos qué hacer, a dónde ir, o cómo pensar ahora mismo.
No creo que se pueda explicar lo que se siente en una situación como esta. No creo que alguien pueda saberlo si no lo vivió. Es como si nada estuviese bien, como si estuviésemos perdidos, o heridos de alguna forma sentimental. Se siente raro. No creo que a esto pueda llamársele vida.
Y, antes de que ocurra esto, la Jade del pasado—no, no la que murió. La que debería estar viva—debería de haber tenido una vida. Quizás tendría que haber tenido pocos amigos, quizás incluso ninguno. Podría haber esperado algo como eso. A esa Jade podría gustarle encerrarse en su habitación a escuchar música. Hablar con su hermano. Escapar de casa. A esa Jade, si hubiese existido, simplemente le habría gustado ser... joven.
Tener su juventud.
Pero qué mierda. Esa Jade no existe. En su lugar, estoy yo. Perrie, la chica que murió a los nueve pero que fue salvada por su padre lunático.
No tengo amigos. No tengo una habitación en la que encerrarme a ignorar al mundo.
No tengo nada.
Perdida en mis pensamientos, no puedo evitar desconectarme. Zayn lo nota, y me da un pequeño apretón en el hombro, echándome una mirada de las suyas, como si quisiese preguntarme «¿está todo bien?» a la que decido no responder.
—Esto me recuerda mucho a la última noche—masculla, justo entonces, Heather. Al alzar la mirada descubro que ella me estaba observando, pero termina por esquivarme—. Ya saben, cuando Victoria...
No alcanza a terminar la frase.
Zayn la ignora. Y no es la primera vez que lo hace.
Chase se echa hacia adelante, observándose las manos.
—Quería... eh...—comienza a decir, en voz demasiado baja—, esto no se me da nada bien, pero quería pedir disculpas. Por todo. Creo que no lo saben, pero cuando todos ustedes estaban en la casa, era yo quien casi siempre los controlaba, y... bueno, creaba los retos—conforme sigue hablando, comienza a verse más nervioso. Se rasca la nuca—. Fue la primera vez que lo hice. Richard no quería obligarme, sólo fue una decisión que tomé yo solo, por más que siempre supe que no era la correcta.
Está hablando con Heather y con Zayn, lo tengo claro, pero cuando alza la cabeza, me observa a mí. Intento sonreírle cuando lo veo, pero eso no genera ningún cambio en su expresión.
—Por eso—sigue diciendo—. Y por todo. No creo que nadie se merezca lo que ocurrió con ustedes. 00:00 le quita la juventud a los adolescentes de la peor manera que existe y eso es irremplazable.
Ahora observa a Heather. Esta comienza a negar con la cabeza, pero no alcanza a decir nada.
—También por haberlos traído otra vez hasta la casa—se adelanta a seguir diciendo Chase—. Mi plan era ayudarlos a escapar, pero Vicent me engañó y no hice nada para evitarlo—toma aire, volviendo a observarme—. Tendría que haber dejado que sigan su camino. Habrían tenido una mejor oportunidad sin mí.
Por fin parece haber acabado, pero ahora Heather no tiene nada para decir, y Zayn nada para agregar. Ni siquiera observa a Chase, sigue tan metido en su mundo que es como si no estuviese a mi lado.
Heather es la única que, al menos, se limita a relajar su expresión y asentir con la cabeza.
Chase deja que su cabeza caiga y la esconde entre sus manos mientras resopla.
—Lo siento—repite.
Pero nadie responde.
estoy actualizando Alevosía el 30/07/2019 y me encuentro con esto del 2016. no quise borrarlo, pero la noticia es vieja y me trae tantos recuerdos que decidí dejarlo :)
Admito que este capítulo iba a publicarlo ayer pero me ocurrió algo y, cuando entré para publicarlo hoy descubrí que...
00:00 ganó los Wattys.
Los. Malditos. Wattys.
La verdad es que no sé qué hacer ahora. HABLO EN SERIO. Me tiré al suelo a gritar, lloré, llamé a todo el mundo, me di unas palmaditas en la espalda y ahora estoy volviendo a la recompostura. Ya tomé mis calmantes.
Pero no lo estoy superando.
¿QUÉ SE SUPONE QUE HACE ALGUIEN CUANDO GANÓ LOS WATTYS?
PORQUE NO SÉ CÓMO REACCIONAR A ESTO.
Ni siquiera puedo pensar en algo para la dedicación.
