CAPÍTULO 25 | Un mal primer encuentro

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Personalmente amo mucho narrar con Aarón, idk ♥

Capítulo dedicado a PauGoro08Gorosurreta ♥


AARÓN

Las puertas se abren y, de repente, estoy rodeado de caras a las que sólo soy capaz de recordar de una forma. Las observo con detenimiento, sin alcanzar a entender si lo que creo saber es real, y luego mis manos toman con mucha más fuerza el cuchillo. No fue en absoluto una orden de mi cerebro, sólo lo hice, casi contra mi voluntad. Son muchos, incluso demasiados, aunque no reconozco a todos. Distingo a la chica rubia, Maia, y a su amiga, Heather, claro que sí. También a Zayn y a Daniel. Sin embargo, también hay alguien más. Dos personas nuevas bastante parecidas. Uno es un hombre, alto y de piel morena, y la otra es una mujer, también bastante alta, esbelta, y pequeña, de cabellos blancos.

Todos ellos se acercan hacia mí al mismo tiempo en el que yo retrocedo con el cuchillo en alto. En un momento, mi espalda choca contra algo frío. Giro la cabeza para comprobar que es vidrio. Fuera, ya es de noche. Parece estar helando allá afuera.

Vuelvo a observarlos a todos, notando repentino pero leve dolor en mi rodilla. No puedo evitar hacer una mueca que nadie puede pasar por alto.

Zayn, bajo pero de hombros anchos, encabeza la fila. No quita sus ojos del cuchillo entre mis manos, las cuales no dejan de sangrar. Me importaría si sintiese dolor alguno, pero no es así. Los segundos pasan con rapidez de manera incómoda, mientras todo lo que hacemos es observarnos.

En un determinado momento, los ojos de Zayn se desvían a mis espaldas, y parece recordar algo. Se inclina un poco hacia atrás, sin girarse, y habla en voz baja, como si no pudiese oírlo, como si no estuviese justo frente a sus narices.

—La luz es verde—dice. No alcanzo a entenderlo—. Las puertas están abiertas.

Detrás de él, el hombre al que desconozco de piel morena, frunce el ceño. Sin vacilar, se abre paso entre todos, acercándose a mí. Permanezco inmóvil, paralizado, cuando llega hasta mi lado. Es mucho más alto que yo. Si pudiese reaccionar, daría igual, ya que contra él no podría luchar. De todas formas, pasa de mí. Se dirige a algo que tengo detrás. Con detenimiento, vuelvo a girar sólo un poco la cabeza, sin bajar en ningún momento el cuchillo. Eso parece mantener a Zayn lo suficientemente alejado de mí como para que siga permaneciendo tranquilo.

Ahora alcanzo a ver a lo que se refería. Hay una pequeña luz verde sobre el picaporte, que el joven no tarda en girar, abriendo una puerta de vidrio. Luego se gira, y en cuanto nuestras miradas conectan, se lanza sobre mí.

No alcanzo a reaccionar al tenerlo sobre mi cuerpo. Rodea con sus brazos toda mi anatomía con brusquedad, consiguiendo hacer que, del susto, el cuchillo se me resbale de las manos y caiga en el suelo produciendo un ruido que es opacado por la repentina lucha que se está llevando a cabo.

Él comienza a empujarme hacia la puerta mientras yo peleo por zafarme de su agarre. En un determinado momento de desesperación, muerdo con fuerza su brazo hasta que comienza a sangrar y él lanza un grito de frustración y dolor.

—¡Chase!—oigo que alguien grita.

Sin embargo, a pesar de la insistencia, sigue empujándome hacia fuera. Sus brazos cubren todo mi cuerpo, impidiéndome ver más allá de ellos. De todas formas, sé que alguien acaba de golpearlo por detrás, ya que vuelve a lanzar un grito.

Esta vez, mucho más enojado, deja de rodearme y me empuja a través de la puerta. Vuelvo a caer sobre el suelo, esta vez húmedo. A mis espaldas, la puerta de cristal se cierra y se oye un click.

Alterado, me arrastro hacia cualquier lugar. Ahora, una gran barrera de vidrio me separa de todos esos hijos de puta que siguen siendo los mismos. Ese tal Chase es igual que todos ellos.

No alcanzo a comprender qué está ocurriendo con exactitud. Richard me dijo que tendría que matar a Zayn, pero no aclaró que existía la posibilidad de que él me traiga a un lugar como este. Quizás Richard esté a punto de aparecer para decirme que debemos seguir practicando. Quizás ahora me dé una metralleta en lugar de un puñetero cuchillo. Y, quién sabe, quizás ahora me obligue a luchar cuerpo contra cuerpo contra ese idiota de Chase.

Permanezco sentado en el suelo cuando oigo un estruendo sobre mí. Al alzar la mirada, descubro que tengo justo sobre mi cabeza una gran nube de tormenta. Como si estuviese programada, esta comienza a descargarse sobre mí. Las gotas empapan mi cabello y las nuevas heridas de mis brazos.

Suspirando, me incorporo.

Oigo un grito proveniente del otro lado del cristal. Supongo que ya nadie puede cruzarlo, o al menos eso espero. La puerta, ahora desde mi lado, tiene una luz roja, así que ya no se puede abrir. En parte, es bueno, pero también es malo.

Tengo una pileta con agua teñida de rojo justo a mi lado. De todas formas, nunca fui muy fan de nadar, por lo que no tengo ninguna razón para meterme. De todas formas, mis manos siguen sangrando, y necesito limpiarlas. La lluvia no sirve.

Con cuidado, me apoyo en el borde y dejo mis manos caer hasta que mis dedos rozan el agua fría. Las introduzco y, junto con las gotas, la sangre comienza a expandirse sobre ella, abandonando mis manos. Cuando vuelvo a sacar mis manos, están limpias.

Esta vez oigo una frase.

—¡Era nuestro amigo!—grita alguien. Parece ser la voz de Zayn—. ¡Me da igual que haya intentado matarme!

Abandono el borde de la pileta, volviendo a incorporarme. Observo el espejo. Lo primero que veo es mi reflejo sobre el mismo. Mis cabellos ya están empapados, al igual que mis ropas. Todo mi ser está chorreando a mares, pero algo resalta entre tanta mierda. Mis ojos parecen ser la única señal de que toda esta bola de miseria sigue viva.

Me siento tan perdido ahora mismo que ya no estoy seguro de si en verdad mi corazón sigue latiendo. No siento nada, no sé qué cosas hice ni qué cosas me hicieron en verdad. Todo parece ser irreal, un juego, algo que sólo está en mi mente....

Como si algo o alguien me hiciera mucha falta.

Intento ver más allá del espejo cuando comienzo a desfallecerme. Veo a Chase de espaldas, con la cabeza gacha. Zayn está diciéndole algo que no alcanzo a oír. Él parece ignorarlo. A sus espaldas, todos siguen haciendo lo que hicieron desde que llegué: observar en silencio. Pasan los minutos, no escucho nada pero el tiempo avanza.

Chase alza la cabeza. Zayn cierra la boca. El chico alto le da tres palmadas en el hombro antes de comenzar a avanzar y perderse en un pasillo que está fuera de mi campo visual. Zayn ahora no tiene nada que le impida verme, así que cuando alza la mirada y me ve calado hasta los huesos, finge una mirada cargada de lástima.

Dos chicas se acercan a él y repiten lo que hace unos segundos hizo Chase. Maia y la de cabellos blancos palmean al mismo tiempo la espalda de Zayn, quien, cuando lo observo bien, veo que parece estar enojado.

Frunce el ceño, sin dejar de observarme. Maia también lo hace. Parece que les doy lástima.

Intento leer en los labios de ella lo que parece estar diciéndole.

—Tenemos que ayudarlo.

Pero me odia. No, no es eso. Posiblemente se estén riendo de mí.

Bajando un poco la mirada para ignorarlos, veo que frente mío pero de espaldas a ellos hay varias silletas. Sin siquiera volver a dedicarles una última mirada, me dejo caer sobre una de ellas.

Todo mi cuerpo chilla cuando intento relajarme. Cada uno de mis músculos parece estar agonizando. De todas formas, aun sintiendo la lluvia caer sobre mí y un poco más tranquilo, cierro los ojos para intentar dormir.

Sin embargo, entre tanta oscuridad, lo único que soy capaz de ver es a una persona.

Esther.

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