CHASE
El coche que mi padre regaló siempre mantuvo el mismo olor a él. Supuse que los chicos lo notarían, pero no es así. No parece preocuparles al menos ahora que estamos dentro de él, mientras le indico a Daniel por dónde dirigirse. He conseguido reservar cuatro habitaciones en un hotel que espero mi padre no conozca. En realidad, tengo la certeza de que ni siquiera sabe las calles de esta ciudad. Nunca la ha visitado, y confió en que, como he vivido solo aquí durante tres años, lo ayudaría.
Cree que estoy de su lado.
El camino se me hace inmenso. No puedo creer que esta ciudad sea tan grande. Apenas sé cómo actuar ahora. Estoy llevando a los chicos a un hotel, cuando podría perfectamente cruzar un puente y llevarlos a sus casas. Pero no confiarían en mí si les dijera quién soy. O que los conozco. Eso sólo los aterraría, y es lo último que quiero lograr.
Pero apenas sé cómo voy a ayudarlos si se supone que luego de esto desapareceré de sus vidas.
Fue una suerte que Vicent los viera cruzar por el callejón, y aunque la cosa se salió de control pude volver a mantenerlo a raya. Ahora está totalmente en mis manos cagarla... o no.
—En tres cuadras deberíamos llegar al hotel—anuncio con felicidad, viendo por el espejo retrovisor a Maia, quien se abraza a Zayn—. ¿Todo bien allá atrás?
Perrie, al lado de ambos, se remueve, notablemente incómoda. No recibo ningún tipo de respuesta más allá de un resoplido, y nada más. Ni siquiera me miran. Sé que no pueden hacerlo, que están asustados, pero ya estamos cerca del hotel. Y no pienso permitir que nuestro encuentro termine allí.
—Tengo una idea—hablo otra vez, sin quitarles la vista de encima—. Pueden cenar en el hotel, ducharse, lo que necesiten hacer, y luego los llevaré a algún lugar. Conozco un parque de atracciones bastante divertido...
—Una pregunta, Chase—me interrumpe Zayn, y como no digo nada, prosigue—. ¿Sueles ser tan amable con los perdidos que te cruzas luego de que les peguen una paliza?
Ni siquiera tengo que pensarme una respuesta.
—Claro, siempre y cuando valgan la pena.
Y oigo de nuevo su voz. Aquella que, por alguna razón, siempre me ha encantado. Maia, a pesar de estar tan tensa, se atreve a opinar.
—¿Y por qué nosotros la valemos?
Acaba de tomarme por sorpresa. No esperaba que me desafiara de esa manera. En otras palabras, que desconfiara tan abiertamente. Bueno, en realidad tiene sentido. Puedo soportar esa clase de preguntas, más viniendo de ella, porque yo en su lugar sería igual. En muchos sentidos me he sentido relacionado con sus emociones. Con cómo reacciona. Cuando le aterró tanto la idea de matar, no pude evitar darme cuenta.
Es como yo. Podríamos llegar a entendernos de una forma muy bonita si las circunstancias fueran diferentes.
—Algo me dice que estuvieron solos durante un largo tiempo—respondo—, y que nadie se hizo cargo de ustedes. No tengo ninguna razón para hacerlo yo, pero es lo menos que les debo luego del malentendido que hubo entre mis hombres y ustedes. Déjenme ayudarlos. No tengo malas intenciones, lo juro.
Al fin, el coche se detuvo. Las puertas se abrieron al instante y, en menos de lo que esperaba, estoy solo, sintiéndome tan ignorado como las publicidades de las televisiones.
DANIEL
Por alguna razón, no me sentía nervioso mientras conducía el coche de lujo de este tal Chase.
ESTÁS LEYENDO
Alevosía
Mystery / ThrillerHuir no significa ser libre. ¿Qué pasa a medianoche? Segunda parte de la trilogía MEDIANOCHE. Todos los derechos reservados a Annis Juliet ©