27. ¡Esto es matoneo!

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  —¡Oye los estaba esperando hace como mil años! —Maddy agita sus manos y le da unas palmaditas a la mesa que se encuentra en frente de ella. Nosotros luchamos para encontrar esta plazoleta de comidas, en el camino tuve que soportar las opiniones de Samantha ya que su mellizo y ella no conocía en absoluto el lugar, pero yo nací aquí y todavía no lograba orientarme.

No soy fan de los centros comerciales.

—Culpa a nuestra guía.—Samantha me señala con su dedo indice y yo abro la boca para excusarme. —No entiendo como demonios sigue viva. Su supervivencia esta por el piso. 

—¡Oh! —Maddy hace una mueca. —Me lo imagine, se pierde hasta en el instituto.

—¡Maddison! —Replico porque siento que están abusando de mi amistad.

—Ali, acéptalo. —Me mira con sus ojos grises.  —Acuérdate la vez que entraste en un bar gay.

—¡Tu fuiste la que me llevaste!

—¡No! Yo deje que entraras y viste que el ambiente era un poco diferente. —John y Samantha se ríen ante el comentario de mi mejor amiga. —¡Le hubieran visto la cara!

¡Esto es matoneo!    

—¿Quien en este siglo utiliza la palabra matoneo? —Samantha se ríe mas ante su comentario.

¿Lo dije en voz alta?

—Sí, —John se acerca y me da unas palmitas en la espalda mientras su mirada expresa compasión. —Dejemos a la pobre Alisha. Mejor vamos a conseguir los vestidos, ya huele a fiesta. 

Comenzamos caminando por las tiendas donde creíamos que podíamos encontrar algo, pero la verdad había vestidos horrendos, colores super opacos y mal terminados. Bueno, aunque John encontró muy fácil su traje de saco y corbata, es hombre. 

—Ya saben chicas, —Caminamos por los pasillos mirando los estantes, esperando alguna tienda que nos llame la atención. Maddy se devuelve hacia nosotros y se para enfrente de nosotros. —Colores que combinen con nuestro color de ojos. Por ejemplo, Alisha cualquier tonalidad de azul...

—Pero... —Ya le había intentado decir todo el tiempo que llevamos en este centro comercial que no quería ir al Homecoming.

Intento numero 256 fallido.

—Samantha, —Maddy continua hablando y me ignora totalmente. El ceño de mi mejor amiga se frunce y su mirada se acerca mas a la chica ruda. —No sabia que tenias los ojos verdosos. Bueno tú, un verde aqua...

—¡Ni de chingados! —Samantha le espeta. —Ni siquiera voy a ir a esa tontería.

—¡Oh! —Maddy se toma la zona de la clavícula y se sorprende. —¿Entonces que haces aquí? No te estoy echando, me caes bien...

—¡Deja tu cariño a un lado niña rosa! —Samantha la coge de los hombros. —Vengo aquí porque me quiero divertir. Aunque no lo creas me caes bien y me das mucha risa. 

—Primero que todo no soy una niña rosa, —Maddy le replica. Mientras que John y yo tratamos de aguantar la risa. —Segundo no soy tu payaso y tercero quita tus manos. 

Después de aquella conversación tan divertida que tuvieron mi mejor amiga y hermanastra, por fin pudimos encontrar una tienda con vestidos sencillos, finos y también baratos. Logramos sentarnos en unos puff, mientras Maddy se media cada uno de los vestidos que escogió y canta una canción de Selena Gomez. Me alegra ver a Maddy así, con su animo alegre y espontaneo, aunque cuando le diga que no voy a comprar un vestido se pondrá histérica.

Enamorada de mi peor enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora