38. Absurdo.

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—Me encanta que me mires así y me arrojaría a tus labios en este preciso instante —Todavía no estaba totalmente acostumbrada a este tipo de halagos. Es decir, nunca lo estaría. Aaron tiene la capacidad de deslumbrarme con cualquier acto —, pero quiero hablar contigo.

—Esta bien. 

—Mis padres murieron hace seis años aproximadamente. Recuerdo a mamá igual que como esta en la fotografía. Su sonrisa, sus ojos y hasta las pequeñas pecas. Extraño todo de ella —Aaron toma el porta-retrato que hace unos pocos segundos deje en la mesa y observa —Nunca pensé que la vida era como un juego, y al paso en falso yo lo perdía todo. Perdí mi vida en cuestión de segundos y me quede solo, sin familia ni conocidos. Mi único pariente es una tía que vive en París, ella me paga el instituto y hace el papel de acudiente, pero yo no le importo. 

—Lo siento muc...

—Alisha, —Él me interrumpe tomándome de la mano y poniéndose al frente mio. —A lo que voy es que hay que vivir, joder. Si algo no te gusta, cámbialo. Si tienes miedo hay que encontrar la manera de superarlo. Y cuando algo finalmente te enamora, agárralo. Porque nunca sabes cuando pierdes lo poco que has logrado.

Definitivamente quería estar con él, porque sino que me llamen loca. Me acerque totalmente a su pecho y apoye mi mejilla, escuchando su pesada respiración y su corazón acelerado. Aaron me rodea con sus largos brazos, acariciando con unas de sus manos de forma cariñosa y única.

—Te quiero —Su hermosa sonrisa se expande por todo su rostro, puede que suene tonto, pero me llena de alegría saber que soy yo quien la provoca. 

—Yo te quiero en la totalidad de la palabra. 

Justo en este momento entiendo que el amor sigue siendo algo inexplicable, que no nos encuentra, ni lo buscamos. No esta en ningún lugar. Sencillamente este nace, explota, haciéndonos padecer de un gran felicidad. 

Aaron me toma de mis frías mejillas por el ambiente húmedo y nos besamos pero de una forma que nunca lo habíamos hecho. Era un beso apasionado y muy brusco, tanto que yo estaba rodeando su cadera con mis piernas y él me sujetaba de una forma que declaraba que no queríamos separarnos, claro, hasta que el timbre nos interrumpió. De un salto nos separamos, abro los ojos y me encuentro con un Aaron muy despeinado y sexy. Él por otro lado hace un pequeño gruñido y dice algo imposible de escuchar.  

Era el domicilio. Yo decido pasar a la pequeña cocina e ir organizando algunas cosas en la isla del centro. Aaron, que se tardo pocos minutos en atender el encargado en secretaria que tenia el domicilio, llega a mi lado y comienza a abrir los paquetes de comida. El olor a comida casera llena mis orificios nasales y se me hace duro resistirme en tomar una profunda respiración haciendo que se llene de agua la boca. 

—Pedí comida mexicana, es tu preferida —Dice en un tono de voz raro, como si intentara algo. La verdad es que ni siquiera se cuales son mis favoritos, pero si la comida sabe como huele, me encontraba en la gloria. 

De la nada noto como Aaron deja los paquetes de un lado y se acerca con alguna intención. Mi ceño se frunce al mismo tiempo que voy retrocediendo. Su rostro parece el de un pequeño diablo a punto de hacer alguna maldad, tiene una sonrisa picara y sus ojos tienen un brillo especial.

—No te puedes escapar de mi, antes del timbre habíamos quedado en algo.  

—Creo que deberíamos primero comer. —Susurro mientras señalo las cajas de comida. 

Absurdo.

—La comida puede esperar —Se acerca mucho mas a mi —, mi deseo de morder esos dulces labios no creo.

Enamorada de mi peor enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora