Era lunes y el día que volvía a la escuela. Estaba demasiado nerviosa y ansiosa porque llegara este día. Quiero decir, Hannah y papá son unas personas increíbles que me acogieron en su casa, me hacen sentir tan bien y protegida, pero ya era hora de ser mi antigua yo. Así que ya hice todo mi papeleo y ahora me encuentro en el auto de Hannah, junto a los mellizos en camino al instituto.
Cuando al fin llegamos, Hannah se despide de sus dos hijos y de mi. Caminamos el campus y ya comienzo a sentir las miradas sobre mi. Claro, es normal que todos me miren con confusión, duda y hasta desconfianza, lo entiendo. Pero si deberían de disimular un poco, ya que me siento como un animal exótico encerrado en un jaula con miles de letreros en el que dice: "Observen".
John se despide de nosotras, mientras yo sigo con Samantha hacia mi casillero. Ahí se supone que esta mi horario y los cuadernos que necesito. Ella no ha sido muy amable desde que me mude a su casa, mas bien ha estado muy distante y callada. Siempre se la pasa en su habitación, escuchando metal a todo volumen y solo baja en la hora de la cena.
—Y este es tu casillero... —Samantha me muestra con su dedo indice el lugar lleno de flores marchitas, peluches sucios y carteles por todo lado. Hay gente a su alrededor, todos esperando que yo me acerque. Mi mirada se va a Samantha, no quiero hacer esto. —No me mires a mi.
—¡Pero miren quien es!—Una chica rubia se acerca a mi y me abraza. Cuando se separa, no logro decir nada ya que la estoy detallando. Falda corta, blusa corta, tacones de poca altura y cien por ciento maquillada.
—Meghan. —Por como Samantha escupe su nombre, se que no es nada bueno. La chica se separa, acomoda su peinado y hace un pequeño carraspeo.
—Que alegría verte, en serio... —Pero ahora no me habla a mi, sino a Samantha. —¿Como esta? ¿Quedo con algún retardo?
¿Que?
—Meghan es de mala educación hablar con la cabeza vacía. —Samantha logra decir algo, antes de que yo lo haga. —Pero gracias por tu preocupación, ahora ya te puedes largar.
—Estoy aquí. —Hago acto de presencia antes de que Samantha haga cualquier locura. Como arrancarle las extensiones, que le parta un tacón en la cabeza o simplemente decirle otro comentario.
—¡Oh! Pero miren allá viene mi novio. Con él hicimos todo esto para ti. —Volteo a mirar junto a la multitud que esta en el pasillo. Mi pobre corazón se hunde y siento desilusione cuando me encuentro a el chico de mis sueños.
Desde aquella vez en el internado no lo veía, ahora esta mucho mas guapo y sexy —Como en el sueño—. Tiene una camisa negra, pantalones negros y unos converse blancos. Su cabello esta desordenado perfectamente, su rostro no tiene ninguna imperfección y sus labios están mas rojos que en el sueño.
—¡Vamos! —Antes de que yo pudiera reclamar o hacer cualquier tipo de comentario, Samantha ya me estaba arrastrando por todo el pasillo. Obviamente tuve que quitar la mirada al el chico y enfocarme al frente antes de chocar con alguien.
—¿A donde vamos?
—A el país del nunca jamas. —Sabia que estaba siendo sarcástica. —Estamos escapando de la arpía ¡No la soporto! Por eso vamos a averiguar tu horario y te dejo en tu clase.
—¡Ey! No soy un niñita.
—Tu único talento es respirar y no voy a dejar que mueras en tu primer día.
Y así fue, Samantha me llevo a secretaria donde ya había ido una vez, pero igual seguía mas que perdida. Cuando llegamos la señora que nos atendió dijo que mi primera clase era Biología, así que sin mas Samantha me llevo ahí, como niña de jardín y me entrego una nueva copia de mi horario. Cuando entro a la clase, reviso el salón y hay dos puestos vacíos, uno al lado del otro.
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Enamorada de mi peor enemigo
Teen Fiction-No se como estoy metida en esto, realmente ni siquiera se que estoy haciendo aquí. -Me paro rápidamente de la silla donde estaba sentada hace unos momentos y comienzo a caminar de derecha a izquierda formando círculos. -Bueno sí se, -Me detengo un...