28. Huequitos en las mejillas.

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—¿¡Que!?

—Que es hora de tomar nuevos rumbos...

—¡No me repitas! —Camille me interrumpe.—¿¡Estas renunciando!?

—Bueno, —Trago grueso.—Sí. 

Camille se para de la silla y camina hacia la cocina de la cafetería, dejándome con la palabra en la boca. Definitivamente no porque esta sea la decisión correcta, quiere decir que es la que me ponga feliz. Estaba bien con mi trabajo, me gustaba y entretenía, la paga con las propinas era buena y Camille era una excelente jefe. Ya me estaba acostumbrando y creo que extrañare este lugar. 

—¡Camille! —La persigo hasta la cocina donde me detengo en el marco de la puerta ya que ahí dentro esta Matthew. —¿Sera que podemos hablar esto al final del día?  

Ella solo asiente con la cabeza y sigue trabajando con su rodillo en una preparación de galletas. Mientras Matt me pasa por mi lado —Como un rayo —, sin notar mi presencia. 

Matt ha cambiado demasiado. El chico tierno, tímido y encantador que conocí hace tres años ya no queda ni la sombra. No esperaba eso y me sorprende que en menos de un mes nuestra amistad se fue al caño. Se perfectamente que Matt es muy orgulloso —Aunque no lo demostrara — y lo que Maddy le hizo a su novia fue un golpe bajo para él. Es su primera relación estable y entiendo que quiera a su novia la golfa, pero me molesta que haya caído tan bajo como para ser el idiota que es en este momento con mi mejor amiga.

¿Es que no se da cuenta que Maddy daría lo que fuera por él?

Si nos ponemos a atar cabos sueltos, Maddy siempre estaba ahí para Matt. Ella lo defendía de los insultos que él recibía en el instituto, ella fue quien lo invito a almorzar con nosotras la primera vez, ella es la persona que le levantaba el animo y siempre —Sin excepción alguna. —Ella estaba ahí, en su cuarto de dormitorio, cuando él la necesitaba. Yo pensaba que era amistad, porque se observaba así y Maddy nunca se sobrepaso. Creía que era normal, es decir, Maddy cuando Matt se enfermaba le compraba los medicamentos, le llevaba la comida y lo cuidaba. Pero nadie conocía de sus verdaderos sentimientos, ni siquiera ella misma.   

La mano de una persona pasaba al frente de mis ojos, despertado mi adormecimiento mental y alejando mis pensamientos. Hoy me tocaba en la caja registradora, donde atendía los pedidos para llevar aunque solo había echo tres en toda la tarde. 

—Buenas tardes —Me paro recta y oprimo el botón para iniciar el pedido. —¿Te ayudo en algo?

—Hola Marie, me das un ristretto y galletas de café, por favor.

Inconscientemente alzo mi mirada hacia el cliente y confirmo que es Jake. Desde aquella vez en el hospital no lo había visto. Su sonrisa es lo primero que destella de su impecable rostro, aunque en su labio se puede notar una herida —Superficial y pequeña —, sus ojos conectan con los míos por bastante tiempo y encuentro algo fascinante.

Huequitos en las mejillas.     

Retrocedo lentamente y le hago un gesto en forma de espera. Voy hacia la cocina y Camille prepara la bebida. Cuando lo recibo, pongo el vaso del café encima del estante y me agacho un poco para tomar las galletas de café.

—Galletas de cafe y un ristretto. —Señalo cada uno de los objectos nombrados, hago la cuenta en la caja registradora y lo empaco en una bolsa. —Listo, serian cinco dolares con cincuenta centavos.

—Oye, —Lo miro y se encuentra buscando su dinero en el bolsillo de su jean. Pero cuando estiro mi mano para recibir el dinero, sorpresivamente Jake toma esta y me dice. —¿Sera que podemos hablar?

Enamorada de mi peor enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora