Capitulo 31

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Capítulo 31

Halcón Plateado estaba feliz con el tiempo que había pasado en su poblado con su mujer. Todos se habían alegrado mucho y habían aceptado de buen grado a su mujer. Allí, el jefe de la tribu los habían vuelto a unir por los ritos de los Cheyenne. Sara se veía hermosa vestida con pieles.

Estaba deseando llegar al rancho de los Parker y averiguar cómo les estaba yendo a sus amigos. ¿Seguirían enfadados? ¿o se habían reconciliado y declarado por fin su amor? Pronto lo averiguaría.

-Mira Halcón Plateado - dijo de pronto Sara que iba subida delante de él en el caballo-. Ya se ve el rancho.

-Sí, y espero que todo vaya bien.

-Seguro que sí.

No volvieron a decir nada más hasta llegar al rancho y a la primera persona que vieron fue a Shannon. Seguramente Devlin estaría con John ayudándole con el ganado.

-¡Halcón Plateado! - gritó de pronto Shannon con alegría -. ¡Sara! Que alegría volver a veros.

Sara y Shannon se abrazaron con felicidad y empezaron a contarse sus cosas dejándolo a él de lado. Halcón Plateado sonrió con felicidad, esas dos estaban muy unidas. De pronto las dos empezaron a saltar y a gritar de alegría.

-¿Qué ocurre? - Preguntó Halcón Plateado mientras se acercaba a ellas -. ¿A qué viene tanta alegría?

-¡Ay Halcón Plateado! - dijo Shannon mientras lo abrazaba -. Devlin me ha dicho que me ama y me ha pedido que me case con él. Mira - dijo mientras le enseñaba el anillo -. ¿A que es precioso?

-Sí, lo es - dijo Halcón Platedo mientras le daba un beso en la frente -. Me alegro por vosotros. Sara, te dejó con Shannon un momento - dijo mientras se acercaba a su mujer y le daba un pequeño beso en los labios -. Voy al prado a ver a Devlin y a John.

-De acuerdo.

Halcón Plateado se subió a su caballo y se dirigió al prado, dejando a las dos mujeres hablando. Se alegraba mucho por su amiga, Devlin era un buen hombre y estaba seguro de que serían muy felices juntos.

Era el día de su boda, y Shannon se sentía feliz y nerviosa. Todavía recordaba el ajetreo de los meses de preparativos. Apenas había estado a solas con Devlin, había estado muy ocupada. Sara había estado con ella arreglándolo todo para que ese día fuera perfecto. Después de la ceremonia religiosa, habían preparado un almuerzo en el rancho, solo para los amigos más cercanos.

Devlin le había dado una sorpresa diciéndole que había mandado a construir una casita para los dos junto al lago. Las obras ya habían empezado, y estaba bastante avanzada. Mientras se terminaba de construir, su padre había dicho que podían quedarse con la habitación de él. Ahora estaba en su habitación junto con Sara, que la estaba ayudando a vestirse para el día más feliz de su vida. En unas horas se iba a casar con el hombre más maravilloso y al que más amaba en esta vida.

Devlin estaba en el altar junto a Halcón Plateado esperando a que Shannon llegara. Estaba nervioso y feliz por el acontecimiento. Amaba a esa mujer como nunca hubiera pensado que pudiese amar a alguien. Había mandado a construir una casita en el lago para ellos dos y para sus hijos. Sabía que allí iba a ser feliz, su vida en Londres había quedado olvidada. Lo único que enturbiaba su felicidad era que su primo no estuviera allí con él compartiendo su felicidad. Le había mandado una carta contándole la noticia, pero se imaginaba que cuando llegara él ya llevaría un tiempo casado. También le contaba que estaba esperando un hijo, y sabía que eso a su primo le agradaría.

De pronto Shannon apareció en la iglesia del brazo de su padre. Estaba realmente hermosa, y le sonreía con felicidad. Su mujer, su maravillosa mujer a la cual iba a amar para el resto de sus días.

Una hora después, la ceremonia ya había concluido y se dirigieron todos al rancho para celebrar el matrimonio. Shannon iba montada delante de él en el caballo y de vez en cuando le miraba y le sonreía con felicidad.

-¿Eres feliz? - le preguntó Devlin mientras le daba un pequeño beso en los labios.

-¡Oh Devlin! - dijo Shannon mientras se abrazaba a él con más fuerza -. Nunca pensé que pudiera llegar a ser tan feliz.

-Yo tampoco lo hubiera imaginado - dijo Devlin con felicidad -. Quién me iba a decir a mí que iba a encontrar al amor de mi vida en estos lugares.

-¿Qué tiene de malo estos lugares? - preguntó Shannon mientras le miraba con el ceño fruncido.

-Ja, ja, ja - lanzó una carcajada Devlin mientras le daba un beso en los labios -. No tiene nada de malo, simplemente es que mi vida antes era de lujo. Nunca podría haber imaginado que acabaría aquí y para siempre.

Cuando llegaron al rancho, ya estaban todos allí esperándoles. Ellos se habían retrasado un poco para estar un rato a solas. Hubo abrazos, besos, felicitaciones y comida en abundancia. Devlin estaba feliz, por fin había encontrado su lugar en la vida. Esas personas lo habían acogido de muy buen grado, y ya lo trataban como si fuera uno más de ellos.

-Bueno amigo - dijo Halcón Plateado de pronto acercándose a él -. Al fin te has convertido en un hombre casado y futuro papa, ¿cómo te sientes?

-Completamente feliz - le dijo Devlin a su amigo con una gran sonrisa en el rostro.

De pronto tocaron a la puerta y Devlin se extrañó, todos los invitados estaban allí, ¿quién podría ser?

Vio que Shannon abría la puerta y cogía un sobre de las manos de un hombre. Que extraño, ¿qué sería?

-¿Devlin? - le dijo Shannon mientras se acercaba a él -. Ha llegado este telegrama para ti. Viene de Londres.

-¿De Londres? - preguntó Devlin con extrañeza mientras lo cogía

¿Su primo tendría algún problema? ¿O era para felicitarlo? Devlin abrió el telegrama y lo leyó en silencio. De pronto todo su mundo se vino abajo y su rostro adquirió una expresión de preocupación.

-No puede ser - dijo Devlin con angustia en la voz -. Esto no puede estar pasando.

-¿Qué ocurre Devlin? - Shannon se acercó a él con preocupación.

-Mi primo... - empezó diciendo con un nudo en la garganta -. Mi primo y su mujer han desaparecido en el mar. El barco en el que viajaban naufragó y... y no se han encontrado los cuerpos.

-¡Oh no! - a Shannon se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas.

-Tengo que ir a Londres - dijo Devlin mientras abrazaba a su mujer -. Tengo que ayudar a buscarles, tienen que aparecer. Ellos no pueden estar muertos.

No, su primo y su mujer no podían estar muertos. Tenía que volver a Londres, tenía que encontrarlos.

Al Otro Lado del OceanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora