Capítulo 37.
Daniel crecía estupendamente, y era muy mimado y querido por sus padres. Devlin empezó a hacer los preparativos para el viaje a Londres cuando su hijo tuvo dos meses de vida. El tiempo de tormentas en el atlántico había cesado, y ahora era el tiempo adecuado para viajar. Pasarían varios meses hasta llegar a Londres, y él ya había mandado un mensaje a su tía anunciando su llegada con su mujer y su hijo.
Habían recibido una carta del padre de Shannon en el cual se alegraba del nacimiento de su nieto, y decía que esperaba conocerlo pronto. Devlin estaba muy orgulloso de su hijo, y cada vez que podía lo cogía entre sus brazos y le hacía arrumacos. Shannon se veía cada día más hermosa y feliz, y eso a él le alegraba la vida. No habían vuelto a discutir, y eso era algo que echaba en falta. Le encantaba discutir con su hermosa Shannon, porque siempre terminaban besándose y haciendo el amor apasionadamente.
-¡Devlin! - le llamó Shannon mientras entraba en la biblioteca dónde Devlin estaba revisando unos papeles.
-Dime pequeña - dijo mientras se levantaba y le daba un pequeño beso en los labios -. ¿Y Daniel?
-Está durmiendo - dijo mientras le sonreía -. Quería saber exactamente el día que nos vamos, para tener todas las cosas de Daniel y mías listas.
-En dos días sale nuestro barco - dijo Devlin mientras se apoyaba en el escritorio -. Tenemos dos meses de navegación y he comprado pasajes en uno de los barcos más cómodos que hay. Daniel y tú estaréis bien allí.
-Me alegra saberlo - Shannon se acercó a él, le abrazó y le besó con pasión.
-¿Estás bien? - preguntó Devlin mientras hacía que le mirara -. ¿Eres feliz?
-Sí, muy feliz - dijo con una sonrisa triste -. Pero extraño mucho a mi padre y a mi hermano. Saber que todavía no conocen a Daniel me entristece mucho.
-Lo sé pequeña - dijo mientras volvía a darle un pequeño beso en los labios -. Pero tengo que saber lo que le ha ocurrido a mi primo.
-Lo sé.
Shannon dejó que Devlin la abrazara, y se quedaron así durante un rato hasta que ella le dijo que tenía que empezar a arreglar las cosas para el viaje.
Devlin la dejó ir, y él volvió a sus papeles.
Shannon estaba pasando una temporada completamente feliz. Ya no asistían a esos bailes que había en la ciudad, y en los cuales las mujeres coqueteaban con su marido. Ahora todas las tardes, cuando Devlin volvía de la Delegación, pasean por el parque y llevaban al pequeño Daniel con ellos. De mayor su hijo iba a ser todo un rompecorazones como su padre, ya tan pequeño tenía cautivada a casi todas las damas de la sociedad que se acercaban a ellos para conocer al pequeño. Ya faltaba poco para embarcarse en una nueva aventura con su esposo y su hijo. Dos meses en alta mar, y luego a vivir en una ciudad tan grande como Londres. Allí conocería a la tía de Devlin, que seguramente estaría muy angustiada por la desaparición de su hijo. Quizás Daniel la animara un poco. Había decidido que Lindsey iba a viajar con ellos para que le ayudara con Daniel, le había cogido mucho cariño a esa muchacha.
Ya estaban todos en el puerto a la espera de embarcar. Devlin estaba hablando con el capitán del barco haciendo los arreglos de última hora.
-Todo listo - dijo Devlin cuando llegó hasta ellos -. El capitán dice que ya tenemos asignados los camarotes y que podemos embarcar.
Subieron al barco y se dirigieron directamente a su camarote. El camarote que compartiría con su esposo era espacioso y muy bien amueblado. Todos los muebles estaban atornillados al suelo para que no se movieran cuando hubiera tormenta. Lindsey tenía un camarote más pequeño junto al de ellos. Eso le vendría bien por si alguna noche la necesitaba para atender a Daniel.
-¿Te gusta? - dijo Devlin detrás de ella mientras miraba a su alrededor -. Creo que Daniel y tú estaréis bien aquí.
Shannon se dio la vuelta con el pequeño Daniel en los brazos y sonrió a su esposo.
-Sí, y tú también estarás bien aquí - dijo mientras se acercaba a él y se dejaba abrazar.
-Sí, aquí estaremos bien - dijo mientras le mordisqueaba los labios -. Ummm... ¿te he dicho alguna vez lo que me gusta tu sabor?
-Umm... unas cuantas veces - dijo Shannon con una sonrisa mientras se separaba de él -. Me dijiste que Londres era un lugar peligroso por sus ladrones y bandidos, ¿verdad?
-Sí, ¿por qué lo preguntas? - dijo Devlin con extrañeza.
-En la maleta he metido mis revólveres - dijo Shannon -. Y pienso llevar siempre uno conmigo en el ridículo...
-¡Shannon! Que te veo venir, y quiero decir que...
-Devlin, ahora tengo que proteger a mi hijo - dijo Shannon mientras se sentaba en la cama con el pequeño acurrucado entre sus brazos -. No voy a permitir que nadie le haga daño.
-Nadie os va a hacer daño a ninguno de los dos, yo os protegeré - dijo Devlin mientras se sentaba a su lado.
-Lo sé, pero no siempre estarás con nosotros - le dijo mientras le acariciaba el rostro -. Recuerda que tienes que encontrar a tú primo.
-Lo sé - dijo con un suspiro -. No saber nada de él me está desesperando. Y no quiero ni imaginar cómo debe estar mi tía.
-Yo le haré compañía y la animaré - dijo Shannon mientras se levantaba y ponía a Daniel en la pequeña cuna que habían puesto allí para él -. Se enamorará de Daniel y su espera se hará más llevadera.
-Espero que tengas razón - dijo Devlin mientras se dirigía a la puerta -. Voy a hablar con el capitán, luego nos vemos.
Estaba siendo un viaje muy tranquilo, y la temperatura en la cubierta del barco era agradable. En ese mes que llevaban de viaje, no habían encontrado ninguna tormenta, y eso era de agradecer. Todos los días, Shannon sacaba a Daniel, que cada día estaba más grande y hermoso, a dar una vuelta por la cubierta. Los marineros eran hombres rudos y curtidos, pero trataban al pequeño Daniel con mucha ternura. El capitán también había congeniado muy bien con ella y con Devlin, y todos los días comían juntos en su camarote que era el más amplio y confortable de todos. Pero a ella no le importaba, estaba muy a gusto en el suyo.
Ella creía que su amor por Devlin no podía crecer más, pero se había equivocado. Cada día que pasaba, cada noche que hacían el amor, ella se enamoraba un poquito más de él. Era tal el amor que sentía por él, que sabía que su vida sin él no tendría sentido. Ya no podría vivir sin él, sin sus caricias, sin sus besos y su ternura hacía ella. Y la forma en la que trataba a su hijo hacía que su corazón se desbordara de amor.
¿Cómo estaría pasado su amiga Sara su embarazo? Ya tenía que estar gordita, y se imaginaba que sería muy feliz. Sonrió al imaginar a Halcón Plateado orgulloso de su bebé cuando naciera.
-¿Qué haces aquí solita? ¿Y Daniel? - preguntó Devlin mientras le rodeaba la cintura y le daba un pequeño beso en el cuello.
-Daniel está abajo con Lindsey, quería salir un rato a solas - dijo mientras se daba la vuelta y se abrazaba a él -. Pensaba en Sara y en Halcón Plateado. Sara ya tiene que estar gordita y Halcón Plateado seguramente la mimará mucho.
-Jajaja - Devlin lanzó una carcajada y le dio un apasionado beso -. Ummm... será un gran padre.
-Sí, yo también lo creo.
Se quedaron así abrazados mientras la tarde caía y veían un hermoso atardecer por el horizonte.
Al día siguiente llegaban a Londres, según le habían informado el capitán y Shannon junto con Lindsey estaba arreglándolo todo para desembarcar. Devlin le había dicho que en el puerto habría un carruaje esperándoles para llevarles a la casa de su tía.
Ella ya estaba impaciente por conocer a esa señora y ver Londres por primera vez. Pero también sentía un poco de miedo, allí habría más gente que en Boston, y seguramente ella volvería a sentirse cohibida ante tanto lujo. ¿Cuánto tiempo pasarían allí? ¿Encontrarían pronto a su primo? Esperaba que sí, porque ella lo que más ansiaba en la vida era volver a su rancho, con su padre y su hermano.
ESTÁS LEYENDO
Al Otro Lado del Oceano
RomanceDespues de sufrir una decepción amorosa, Devlin St. James cuarto conde de Selford, decide dejar su país para labrarse una nueva vida. En lo más recóndito de Texas, Devlin conoce a Shanon, una mujer de armas tomar. Al principio los dos se detestan a...