Capítulo 17: Despertar y sólo pensar en ti

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Ámbar y Simón decidieron irse con Gastón a Buenos Aires, mientras más pronto lo hacían legarían con Luna lo antes posible, además Ámbar quería tener una charla con Mónica y Miguel para decirles la verdad de lo que estaba ocurriendo. Al siguiente día de que los chicos se marcharon de la casa de Aida Bellini, los Balsano también optaron por irse, el señor tenía algo importante que hacer en Roma por asuntos del trabajo, así que en la casa sólo estaban Aida y Luna con las enfermeras.

-¿Cómo lograba diferenciarlos si son iguales? -preguntó Luna en un día de esos en los que salían a la terraza a tomar el té.

-No lo sé, simplemente sentía quién era quién.

-Me supongo que tenían un nombre distinto

-Así es, Federico se llamaba Marius, como uno de los personajes de la novela de los miserables de Victor Hugo ¿La has leído?

-No -contestó Luna y se encogió en hombros.

-Matteo era Marko. -continuó diciendo Aida- ¿Pero sabes? No sé qué estaba pensando con esos nombres, ahora me gustan los que tienen. Vale, confesaré que también los diferenciaba por la ropita, jamás me gustó que llevasen el mismo atuendo, si de por sí ya eran muy parecidos, no quería volver a la gente loca con la misma ropa.

-Yo pensaba que Federico y Matteo eran el mismo. Ya le había hablado de esto, ¿verdad?

-Sí... -Aida dio un sorbo a su té- Federico vive a una cuadra de aquí. Escogí este lugar para que estuviéramos los tres cerca, él, Matteo y yo, pero nunca imaginé que estaba en Buenos Aires, le perdí la huella cuando fue el accidente. Debo darte las gracias, tú lograste que le tuviera de nuevo cerca, quizá no conmigo, pero cerca, al fin y al cabo. Por lo que me contaste, el es feliz si nosotros no interferimos en su vida y lo voy a cumplir, debo respetar su decisión.

-Le encantan los sándwiches de pavo... -dijo de repente Luna tras un largo silencio y sonrió- podía comer hasta cinco y no le dolía el estómago.

Luna miró a Aida, su semblante había cambiado. Hablar de Federico no había sido una buena idea pues se notaba que la mujer quería verle y estar junto a él.

-Gracias por el té, espero no ser una incómoda inquilina.

-No, para nada Luna, tu compañía es muy grata para mí, tenerte aquí fue lo mejor que nos pudo haber pasado, nos has contagiado con tu sonrisa y has hecho de este lugar uno más agradable. Después de lo que hizo mi padre no podía estar en paz, sentía una opresión en mi pecho y ahora que me he librado de sus chantajes y jugadas y te he conocido mejor, siento que algo nuevo y mejor está por llegar, para todos nosotros.

Luna abrazó a la mujer y regresó con Matteo.

-Marko... tú te llamabas Marko Bellini -Luna analizó cada una de las letras- Matteo Balsano... -susurró- Matteo Bellini. Si me caso contigo seré la señora Balsano, aunque me gusta más cómo suena <<Señora Bellini>> Luna Bellini o Luna Balsano. -se quedó pensando cuál de los dos era mejor- Bueno todo dependerá si aceptas que Aida te reconozca legalmente como su hijo. En mi humilde opinión estaría de acuerdo en que cambies tu apellido, tu madre te adora y creo que se lo merece. Pero sólo tú lo decidirás.

Luna se sentó en la orilla de la cama y acarició el rostro del chico fresa.

-La música es una de las grandes herencias que han tenido los Bellini, tú y Federico vienen siendo parientes lejanos de Vincenzo Bellini, un compositor. Es por eso que te gustaba cantar y Federico es músico. Tu madre me platicó que se llama Aida por una Ópera que compuso un tal Giuseppe Verdi. Los padres de Aida eran concertistas antes de ser directivos del conservatorio de Venecia. Tu madre también canta y su voz es preciosa, dice que le encantan las canciones de cuna. Cuando te cantaba a ti y a Fede, decía que en lugar de hacerlos dormir, se quedaban despiertos y ponían mucha atención a lo que hacía ella.

Con tinta de agua clara (Soy Luna Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora