Capítulo 21: Tu voz arrastrada por el viento

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-Matteo, sólo tenemos...

-No me importa la edad, Luna. 

-¿No crees que es muy apresurado? Yo... yo te amo, Matteo pero tengo miedo. ¿Qué pasará si...?

-¿Si un día dejas de amarme? No importaría, porque tuve la oportunidad de verte con un bonito vestido blanco.

-Matteo es que esto no... yo... sólo soy una chiquilla torpe que pierde la cabeza en cualquier lugar, soy tonta y descuidada, no voy a la escuela pues soy pésima alumna, no sé cocinar, un día quemé toda mi ropa sin querer con la plancha...

-Luna -Matteo dejó el anillo en la mesa y sujetó las manos de la chica- Déjame amarte así, no me importa lo que tienes para dar ¿recuerdas? Cualquier cosa que decides es buena y correcta, nunca te rindes y luchas por lo que quieres y eso me encanta. Yo no quiero una esposa para que me espere en casa luego de la rutina, no... Quiero crecer junto a ti, que seas mi compañera para descubrir universos juntos, apoyarte más de cerca en cada paso que des. Quiero casarme contigo y eso significa que te acepto tal y como eres. Podemos hacerlo hoy, mañana, cuando tengamos veinticinco o treinta años, pero necesito que tú estés dispuesta a estar conmigo. ¿Qué dices Luna?

-Yo...

  • • • 

Veinticuatro de Diciembre y Federico Pacini caminaba sobre la acera, con una valija roja, sosteniendo un paquete envuelto con papel decorado en color rosa  y un moño del mismo tono, era el regalo para su madre, Ornella, a quien no le avisó que había abordado un vuelo hacia Verona para pasar las navidades con ella. Es verdad que ese era el plan inicial cuando en su agenda apareció la grabación de su disco, pero él se había encargado de decirle a Ornella que no iba a ser posible ya que los vuelos en época navideña eran difíciles de conseguir, para así, llegar y darle una gran sorpresa.

A los oídos del muchacho llegaba el bullicio de las familias que estaban reunidas, tal vez preparando todo para la cena de Nochebuena y en medio de los murmullos, Federico pudo distinguir una voz femenina que cantaba O Holy Night ... esa voz era preciosa. El chico caminó más a prisa prestando atención para descubrir de dónde provenía el cántico y su corazón dio un vuelco cuando se percató de que el origen estaba en la casa donde acompañó a Luna antes de irse de Italia... La casa de Aida Bellini. Y justo cuando esa voz dejó de cantar, se abrió la puerta y salió una mujer alta, de cabello ondulado a los hombros... Limpiándose ¿lágrimas? porque la nariz y la frente, al igual que los ojos, se le notaban enrojecidos. Federico se agachó ocultándose en la cerca de madera que rodeaba el terreno de la casa... esa mujer estaba sollozando.

-Aida ¿se encuentra  bien? -quién habló sin duda era Luna.

-Sí, quise respirar aire fresco -contestó la mujer.

-Pero está llorando, ¿segura que está bien? -insistió Luna- usted sabe que puede confiar en mi.

Federico intentó mirar a través de una pequeña rendija entre la unión de la madera.

-Yo también me casé muy joven ¿te conté? -Aida se sentó en uno de los escalones del porche y Luna la imitó- al cumplir dieciocho... estaba muy enamorada y no me importó que fuera demasiado joven para hacerlo, mis padres no se opusieron pero tampoco recibí mucho apoyo de su parte. Mi esposo y yo queríamos ser padres, siempre soñé con tener hijos en algún punto de mi vida, definitivamente no sabíamos que esa palabra era muy grande para un par de muchachos inmaduros, además tenía problemas para concebir, así que caí en depresión y el joven que me prometió una vida juntos para siempre, se fue... me dejó con un puñado de tristeza que la música logró que dejara ir. 

>>Mamá y papá estaban contentos de tenerme en la escuela que ellos dirigían, estudiando canto. Un profesor de solfeo comenzó a interesarse en mi y yo en él y sí, me ayudó a dejar todo atrás ¿sabes? me enseñó a ser indiferente ante los engaños y mentiras, a perdonar para hacer ligera la carga y luchar por construir algo mejor... que el pasado y los momentos amargos fueran el motor para dar cada paso sin error pues ya conocíamos lo que salió mal. Y a mis veinticinco volví a casarme con plena seguridad de que él me amaba y yo también. Sus ganas por tener hijos superaban las mías, hubo otro punto de quiebre en mi vida porque se enteró de mi pequeño problema. No me quería como yo imaginé que lo hacía, simplemente le parecí bonita para que fuese la madre de sus hijos y ya... le agradezco que me haya dejado las cosas en claro y no haya inventado excusas para dejarme. Hombres -bufó Aida- tuve la mala suerte de no encontrar el indicado. ¿Para qué sufrir por alguien que no me amaba? No valía la pena volver a hacerme daño, por suerte me dejó las instrucciones para ver la vida de otro punto de vista. Así que a los veintisiete me di por vencida en cuanto a la búsqueda de un compañero y me sometí a un largo proceso para quedar embarazada, la escuela ya la había terminado y abrí una academia de música para las personas que querían aprender pero que no lo tomaban como una vocación o profesión. Gracias al cielo mi deseo se cumplió y tuve a mis gemelos. -sonrió ampliamente al mismo tiempo que las lágrimas brotaban de sus ojos- los doctores habían hecho de las suyas para que se parecieran a mi, y ese detalle me costó un poco, debo admitir. Y de repente todo iba como lo planeé, ganaba mi propio dinero, tenía a unos hermosos niños, era joven y seguía teniendo oportunidades para hacer lo que quisiera. Luego me quitaron a mis bebés y pasó lo que pasó. Cuando mi padre me dijo que había contactado a los Balsano para que Matteo y yo pudiéramos reunirnos, estaba tan feliz y mis heridas sanaron un poco, porque creía que Matteo tuvo la iniciativa de conocerme pero mi vida se tornó a una pesadilla cuando tuvo el accidente justo antes de vernos y supe que mi padre había amenazado de muerte a la señora Balsano para que yo viera a mi hijo. No sabes cuánto me odié por dejar que mi padre le dijera mentiras a los Balsano, de que Matteo estaba muerto mientras que lo había llevado con nosotros a casa en estado de coma, en una habitación como la que antes tenía aquí, con un montón de enfermeras y doctores que le atendían y también estaban amenazados si decían algo. Tenía a mi hijo conmigo pero no de la forma que yo quería... Soporté un año de amenazas de mi padre porque sabía que yo no estaba de acuerdo con lo que hizo. Pero no pude más, busqué esta casa, la compré, me peleé con papá porque ya estaba harta del infierno que había construido y me fui de Venecia con Matteo. En esta casa pude dejar de sentir una opresión en mi pecho, pude enmendar lo que hizo mi padre con los Balsano, luego llegaste tú con tus amigos y todo cambió. Míranos, parecemos una familia. Pero me duele que aún el rompecabezas no esté completo... No sabes cuánto anhelo que Federico esté aquí con nosotros y decirle lo mucho que le extraño. Mi hijo... me gustaría verle y pedirle perdón. Que me cuente sobre sus temores para abrazarlo muy fuerte y decirle que no se preocupe, que yo siempre estaré ahí con el. Que me cuente sobre sus sueños y metas para darle la mano y apoyarle en todo lo que pueda. Quiero a mis gemelos de vuelta, quiero a mi Federico de vuelta.

Con tinta de agua clara (Soy Luna Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora