Capítulo 32: Todo irá bien

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N/A: No saben cuánto me ha costado escribir el final de este fanfic. Llevo meses intentándolo, reescribiendo desde cero, corrigiendo partes y sentía que era una porquería por más que lo arreglase.

Este no es el capítulo final.

No terminó de gustarme el resultado, es un asco! Espero su opinión al respecto.

Creo que no se entiende nada xdxdxd

Mil disculpas por tardar un siglo, espero no defraudarles.

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Federico Pacini se levantó con el pie izquierdo... Literal... Y en sentido figurado también.

Se suponía que debía salir muy temprano de la mansión de Germán Castillo para ir a la casa de Luna y Matteo. Al chico fresa lo habían dado de alta tras un par de semanas en el hospital donde le realizaron la cirugía de la vista y permaneció ahí después de recuperarla para estar en observación médica. Luna quería recibir a su Matteo con globos de colores y carteles de bienvenida pero no disponía de mucho tiempo ya que ella era responsable de los cuidados del muchacho, a pesar de contar con la ayuda de Aida; así que le pidió de favor a Federico que adornara su casa. El plan consistía también en invitar a sus amigos del Roller para que estuviesen ahí en cuanto llegaran del hospital y festejar que el rey de la pista se había recuperado.

Pero Federico iba tarde porque se le pegaron las sábanas a pesar de haber programado cinco alarmas para despertar y por las prisas, el café que le preparó Olga para mantenerse despierto, lo derramó sin querer sobre el cuaderno donde Violetta escribía las letras de sus canciones. De paso le persiguió el perro de la vecina, el que mordía y no pudo atender la llamada de Ludmila; O corría por su vida o se detenía a escuchar atentamente a su novia sobre el outfit que usaría para aquel domingo.

Su pecho dolía de tanto correr y sentía sus fosas nasales arder, producto del aire frío de la mañana. Miró su reloj, según sus cálculos, Matteo, Luna y Aida ya estaban en la carretera de regreso a casa. No le iba a dar tiempo de hacer nada.

Llegó por fin y encontró a los chicos del roller esperando en la acera, sentados. Federico suspiró aliviado, ellos seguro le iban a ayudar pero al ver sus caras soñolientas dudó si iban a tener humor para inflar globos.

-Ya casi llegan, no nos va a dar tiempo. Mejor abre la casa para que entremos. Llevamos aquí media hora y nos estamos congelando -dijo Delfi, definitivamente era un no rotundo ante la propuesta que les hizo Federico.

El italiano asintió derrotado. Sacó del bolsillo de su pantalón la llave que le dio Luna el día anterior y todos entraron.

-Luna me va a matar -murmuró Federico.

-Trae las bolsas, te ayudo con los globos -dijo Simón que logró escucharle.

Federico se llevó las manos a la cabeza, ni siquiera había comprado el adorno. Justo cuando iba a salir para ir por él, abrieron la puerta.

El joven matrimonio y Aida llegaron.

De repente el ánimo surgió en los cuerpos perezosos de los chicos, sus rostros se llenaron de felicidad y comenzaron a aplaudir. Matteo sonrió de oreja a oreja, ver a sus amigos ahí logró conmoverlo y emocionarlo.

Federico fue el primero en ir a abrazar a su gemelo y darle la bienvenida. Sintió culpa cuando se topó con Luna... Ella examinó toda la casa con la mirada, buscando los globos coloridos, los carteles y quizá estaba a la espera de que lanzaran confeti o serpentinas. Al no encontrar rastro de ello, suspiró y miró al piso para ocultar su tristeza y decepción. Últimamente estaba muy sensible, lo ocurrido en la vieja fábrica de pintura logró alterar sus estados de ánimo, llevando sus sentimientos a los extremos, no había punto medio.

Con tinta de agua clara (Soy Luna Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora