Capítulo 18: ¿Cuántas veces más mi ingenuidad me hará llorar?

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Luna no podía encontrar una palabra para describir la situación y la denominó "Milagro". Estaba feliz, contenta y agradecida porque Matteo estuviese a la perfección, bueno, exceptuando el tema de la inmovilidad en las piernas, le inquietaba pero había aprendido a despreocuparse por situaciones que tenían solución... y por las que no, también. Ella se había informado sobre el estado de coma y sabía que conlleva resultados no tan alentadores si es que el paciente lograse despertar, pero Matteo estaba totalmente bien.

-¿Por qué no entró contigo Aida? -preguntó Matteo, como quien pregunta sobre el clima,  luego de que Luna le pusiese al tanto de todo lo que ocurrió mientras estaba en coma y vaya que tomó un par de horas y en ningún momento interrumpieron enfermeras o médicos, ni siquiera Aida que seguro pagó para que su hijo tuviera ciertos privilegios con las visitas.

-Iba a comunicarse con tus padres -Luna se sintió rara al pronunciar esa última frase.

-¿Tanto tiempo para decirles que he despertado?

-Bueno, tiene qué contarles todo con lujo de detalle. 

-Entonces... Me gustaría verla. -dijo Matteo con nerviosismo.

-Iré a buscarla. No tardo. 

Luna se despidió dándole un beso en la frente y salió de la habitación. Aida estaba sentada en el pasillo con la cabeza gacha.

-Matteo quiere verle. -susurró la chica. Aida negó al instante- ¿por qué no?

-Tengo miedo... de que piense que yo... que me reclame de todo lo que le hice, del accidente y... que me aborrezca, simplemente eso.

Luna entendió por qué la señora quería evadir el momento de entrar  a ver a Matteo.

-Hablamos, le conté todo y de verdad quiere que vaya con él. Estoy segura que no la odia ni nada por el estilo, pareció comprender muy bien la historia que usted tiene detrás. Por favor, entre. Si quiere, puedo acompañarle.

-¿Y si me rechaza? Luna, él es mi hijo, por mi culpa llegamos hasta este punto en el que su vida se arruinó y fue por mi, la causante fui yo. Siento que no debo. Cuando estaba dormido era diferente, podía mostrarme como una madre, como siempre quise ser con él pues no podía juzgarme ni escapar de mi como seguro lo querrá hacer ahora que despertó. Se quedó con la idea de que yo lo seguía como una psicópata y que fui la causante de las amenazas a los Balsano por parte de mi padre. -Aida le mostró su rostro angustiado.

-¿Cómo saber lo que en verdad piensa Matteo si no se atreve a averiguarlo? Usted me dijo teníamos que luchar para no caer de nuevo en las garras del dolor. Sea valiente y deje atrás esto que está sintiendo y le hace bastante mal. -Luna le tendió la mano- vamos, que tarde o temprano tiene que hacerle frente a su hijo.

Aida dudó si debía tomar la mano de la chica, respiró profundamente para tranquilizarse, se secó las lágrimas y se dejó llevar por los pasos de Luna que le condujeron hacia Matteo que le esperaba con una mirada de gratitud y comprensión.

-Hola Matteo... yo soy Aida Bellini, tu...

-Mi madre -musitó Matteo completando la frase, mirándole embelesado.

La mujer asintió enérgicamente y se echó a llorar. Se arrodilló junto a la cama del muchacho.

-Perdóname por favor, perdóname. Matteo, perdóname -suplicó Aida entre un llanto desgarrador- y tienes todo el derecho de odiarme.

Matteo le hizo a un lado los mechones que le escurrían tapándole el rostro y los acomodó detrás de su oreja. Con el dorso de su mano le limpió las lágrimas y pudo ver mejor la belleza de Aida que era opacada por la culpa que sentía y reflejaba.

Con tinta de agua clara (Soy Luna Fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora