Capitulo 24 - The ride of your life

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Narra Melo.

Hoy emprenderíamos viaje hasta Seattle, Washington. Si te digo la verdad, elegí este sitio para huir por varias razones. Aquí sólo venía la gente de dinero, lo cuál, no venía cualquiera. Tengo demasiado trabajo aquí con las empresas. Además, podíamos estar tranquilas María y yo.

Las empresas entendieron que yo no tenía los fondos suficientes para un apartamento, por lo cual ellos me pusieron uno en el centro. Me enviaron fotos de él, se veía toda la ciudad. A María le encantará.

Me encontraba con ella en la habitación. Me levanté tratando de no despertarla, era temprano. Me miré al espejo y veía cada cicatriz, era abrumador. Será mejor dejarlo así.

Apagué la luz y solo se ve su reflejo por la luz de la luna. Pelo suelto, como a mi me gustaba. Y desnuda además.

Fui al salón y desperté a Lois, ella ya tenía que marcharse.

—Lois, Lois.—decía repetidas veces.

Ella era una tía responsable, se levantaría al momento. Tenía su maleta lista, al parecer la tenía preparada antes de que pasase lo sucedido. Ella sabía lo que iba a pasar.

Lo dicho. Se levantó, se vistió para luego hablarme.

—¿Todo va bien, hermana?.—cuestionó.

Magnifico, sœur. Le vol est à 9 dela matin.—respondí.

<Magnífico, hermana. El vuelo es a las 9 de la mañana.>

Hace tiempo no te escuchaba hablar Francés, Melo.—sonrió.

—Casi no lo recordaba.—reí.

—Cállate, no la querrás despertar.—miró hacia un lado, María estaba durmiendo.

—Está bien.—dije mirando de nuevo a Lois.

—Melo, ten mucho cuidado en Seattle. Cuida de María, eh.—suspiró—Ahora que está mal por lo de su novio, cuídala más que nunca.

—Si bueno..—volteé para mirar a María.—La cuidaré.—sonreí y luego miré a Lois.

—Si pasa algo, sabes perfectamente que estaremos aquí.

—Lo sé Lois.. bueno. Se está haciendo tarde para ti.—le abracé.

—Te quiero, hermana pequeña.—sonrió en mi oído Lois.

—Yo a ti, Lois.

[...]

Preparé la maleta de María, quería que ella cuando despertase no tuviese que preparar nada.

Mis pertenencias se pasaría un camión para enviarlas a Seattle. Esta casa no se vendería, solo se quedaría reservada en caso que pasase algo allí.

Justo las 6 de la mañana, sonó su alarma y al rato se despertó. No me vio y por eso fue al salón, donde aquí si estaba yo. Vino hasta a mí y vio muchas de nuestras cosas empaquetadas, cuestionó sobre ello.

—Melo.. ¿por qué está todo recogido?.—preguntó.

—Nos vamos a Seattle. Tu y yo.—sonreí.

—Melo yo..—dijo cabizbaja.

—Tú no quieres venir. Pero vendrás.

—Si quiero ir, de hecho iba a darte las gracias por todo lo que haces por mí.

—No tienes que agradecerme nada, pequeña.—tomé su cintura y la acerqué a mí.

—¿Ya puedo besar tus labios?.—dijo sonriéndome.

—Todo tuyos.

Subí sus piernas a mi cintura, quiero comprobar si tiene energía por las mañanas. Recuerdo que ella estaba desnuda, se puso una camiseta mía pero se la quité. La llevé esta la cama, me puse encima de ella. Empecé a besar todo su cuerpo poco a poco, primero sus tetas, luego su estómago y seguidamente hasta su centro.

Mientras yo estaba ahí ella agarraba mi pelo indicándome que siga con el trabajo. Metí mi lengua y ella arqueó su espalda aguantando.

[...]

Tomamos un taxi hasta el Aeropuerto. Pasamos por facturación y luego a el control.

Después de todo ese lío, miraba a María de reojo. No se atrevía a decir ni media palabra ante lo que estábamos haciendo. Ella estaba de brazos cruzados, yo podía notar cierta incomodidad, no sé si es por el viaje o por que no se puede imaginar lo que le espera. Es decir, que va a hacer en Seattle. No sabe donde va a quedarse durante un buen tiempo.

Tengo grandes proyectos relacionados con Youtube y la música. Al parecer mi discográfica necesitaba tenerme allí lo antes posible. Haré un buen trabajo y María vendrá conmigo.

¿Qué más podría pedir?

(***)

Sin más una vez hecho todo lo de antes, fuimos directamente al avión. Mi laptop iba conmigo a cualquier lado, la encendí. Pero no sin antes darle la mano a mi compañera de viaje, esa que estaba totalmente distraída mirando por la ventana y a la vez su móvil. Seguidamente aparté la misma mano y la posé en su pelo acariciándolo lentamente. Puso su mirada fija en mí analizándome por completo.

—No tengas miedo María.. todo estará bien.—aseguré al completo—Ya hemos pasado bastante aquí es hora de que seas feliz.—sonreí.

Ella se mantenía callada. Algo escondía, tal vez inseguridad o incluso miedo. Pero sea como sea sabré de lo que se trata.

Amor Prohibido - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora