Capitulo 31 - Back from home

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Narra María Cadepe.

Ya iba a aterrizar. Mis padres me recogían en el aeropuerto, estaba ansiosa por verlos pero también tenía miedo. Ellos aún creían que estaba con Juan, y que venía de Madrid. Todo menos eso.

Melo me dijo que todo saldría bien, confío en su palabra ante todo. A cada minuto intentaba contactar con ella pero la cobertura me lo impedía. Lo haré sin falta cuando aterrice.

Bajé del avión, pase por controles y allí estaban mis padres, con sus caras de felicidad. Todo cambiaría cuando les contase la verdad.

Estoy segura.

[...]

Al llegar a casa, lo primero que hice fue entrar a mi habitación. Recordar los momentos vívidos allí. Lástima que justo en la ventana se veía la casa de los Arroita.. demasiada lastima.

Llamé a Melo, la llamada saldría cara. ¡Pero qué estás diciendo! AHORA LLEVARÁS UNA VIDA DE LUJOS.

—Melo, soy yo. María.—sonreí.

—Bebé—sonaba su voz cansada—Acabo de terminar de tomar café en lo que cojí tu llamada. ¿Que tal por allí?

—Ya estoy en mi casa, nena. Te extraño much...—entró mi madre a la habitación.

M: Qué, ¿hablando con Juan? Le echas de menos, ¿verdad?—sonrió.

—Hablamos luego cielo, te amo.—colgué.

Miré a mamá con cara confusa, de rabia más bien. Ella no entendía nada. Había un silencio incómodo.

—Ehmm.. ¿que vas a cenar?—preguntó cabizbaja.

—Luego voy—afirmé.

[...]

Mis padres prepararon la cena. Estábamos en la mesa y decidieron preguntarme por todo, que tal me iba.. lo típico.

P: Y.. María. ¿Que tal vais Juan y tú?

—No quiero hablar de eso. Gracias—seguí comiendo.

P: ¿Pasó algo?—cuestionó mi padre con el ceño fruncido.

—De eso mismo quisiera hablaros, pero no estoy muy segura.—miré a los dos.

M: Vamos María. Cuéntalo.

—No.

P: ¿No, qué?

—No estoy viviendo con Juan.—sonreí, mi orgullo y valentía eran fuertes.

M: ¿Os habéis peleado?—preguntó mi madre boquiabierta.

—No exactamente. Mi relación con el ya no iba a nad..—me interrumpió mi padre dando un golpe en la mesa.

P: USTEDES MISMOS ACEPTARON.—dijo gritando entre dientes. Mi madre solo le tranquilizaba.

—Ya—seguí explicando—Lo que no puedo aceptar es que se manipule, se me pegue, se me insulte y que se me trate como una putita.—sonreí de forma chulesca—Conocí a alguien más.. y, bueno.—miré a mamá—Me va demasiado mejor.

M: ¿Quien es, María?

—Una chica.—sonreí mirando hacía abajo recordando su sonrisa.

P: Esto es inaguantable, María. ¡Ahora que cojones les decimos a la familia! SOMOS ÍNTIMOS AMIGOS.

—Te importa más una familia pobretona, ignorantes, con hijos maleducados, que tu propia hija.

M: Nena, ahora que vas a hacer. ¿Donde estás viviendo, María?

—¿De verdad queréis saberlo?—dije aún con mi sonrisa en la cara.—Seattle, Washington.

P: Y encima con una chica.. ¡estás mal de la cabeza! Mi trabajo realmente depende del señor Arroita, joder, María.

—A ese que le den.—sonreí yendo de nuevo a mi habitación riéndome a carcajadas.

P: MARÍA, NO CONSIENTO QUE HABLES ASÍ.

M: Ya está, ya. Sigamos comiendo..

[...]

En la oscuridad de la noche, cuando mi padre ya se había dormido, estaba sentada en la ventana observando las estrellas. Viendo como todo esto había cambiado en cuestión de segundos. Si volviésemos atrás, ha sido todo tan rápido... ni yo misma me he dado cuenta.

Mi madre, entró en mi habitación. Al parecer solo se quedó a mitad de esta cuando me vio sentada, hablándome...

—María.. quiero que sepas que las decisiones que tomes siempre van a ser aprobadas por mí.

Le miré, la luz de la luna cubría todo su rostro. Mamá es como esa mejor amiga, que siempre estaba ahí, aunque algunas veces la trate como... nada.

Fue acercándose poco a poco. Me conoce. Decidí hablar justo en ese mismo instante.

—Todo ha pasado muy rápido, Mamá—volví a mirar por la ventana—Ella me salvó.—dije refiriéndome a Melo.

—¿Cuando pasó esto, María?—preguntó Mamá preocupada.

—Hará meses. Él no me trata bien, jamás lo ha hecho. Entonces vino ella. Me ofreció ser su.. bueno. Llamémoslo algo así como amigas de interés. Pero las dos sabíamos que esto llegaría a más.—volví a mirarla.

—¿Y por qué no lo dijiste antes?—replicó.

—Estáis siempre con el trabajo. La empresa, las cuentas, todo. Tenéis poco tiempo para mí. Hasta papá perdió la paciencia.

—Sabes como es, en el fondo se preocupa por ti.

—Pasado mañana volveré a Seattle.—me levanté y le miré a los ojos.

—¿Volverás?—preguntó desesperada.

—No lo se ni yo.

Amor Prohibido - MelepeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora