Capítulo 21

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Después del entrenamiento Alec y su equipo se dirigen al McDonald's más cercano en busca de malteadas y almuerzos en oferta. Es una tradición del equipo.

Sudorosos y cansados, después de tomar sus pedidos se sientan en diferentes mesas ya que no les permiten juntarlas y formar una sola. Yo solía acompañarlos algunas veces, cuando podía escaparme de la universidad en su hora de entrenamiento.

Alec solo toma una malteada de fresa y conversa animadamente con su gran amigo Sebastien.

Los miro de reojo. Durante la anterior espera tomé una malteada de chocolate, ahora solo admiro por última vez a Alec.

Este no tarda en hacerle el truco del dedo. En donde cubre su dedo índice con los demás y cuando lo cierra en puño pareciera que este ha desaparecido y solo tiene cuatro dedos en total. Es un truco absurdo que me hacía casi todo el tiempo, y por lo mismo me hacía reír.

No puedo evitar sonreír y bajar la mirada para ocultarlo. Pero siento la mirada de Alec sobre mí, he captado su atención.

Miro por la gran ventana. Los autos pasan y no puedo evitar pensar en lo normales que son sus vidas. Problemas cotidianos en el trabajo, la escuela y la familia. Deseo lidiar con eso, deseo quedarme en Vancouver. Nunca debí regresar a Blackbear, pero es demasiado tarde.

—¿Hola?

Levanto la mirada. Alec me sonríe y sus ojos parecen iluminarse cuando se topan con los míos.

—¿Estás sola? ¿Puedo sentarme?

—Sí, adelante.

Toma asiento y se forma un silencio incómodo.

—¿Nos conocemos de algún lado? Es que me eres conocida.

—No, es la primera vez que estoy aquí.

—¿Turista?

—Algo parecido.

—Mi nombre es Alec.

—Allison.

—¿Y te irás pronto?

—Esta misma noche.

Mueve la cabeza, decepcionado.

—Tal vez podamos ir a comer. Hay un lugar de comida mexicana delicioso. No es por nada, pero soy una buena compañía.

—No lo dudo. Pero estaré ocupada.

—Bueno, si tienes tiempo... —Toma mi bolígrafo y mi libreta para anotar algo—. Ese es mi número.

Alec no es el chico que se sienta en la mesa de alguien y anota su número para coquetear. Pero aunque ya no esté en su memoria, su corazón sigue latiendo por mí y ese sentimiento es difícil de borrar.

—Tal vez vuelva en un futuro.

—Alec, es hora de irnos. —Sebastien me mira, ladea la cabeza y me reconoce. Me convenzo de la mala idea que fue venir—. ¿Allison? ¿No estabas en Blackbear?

—Sebastien —pronuncio entre dientes—. Sí. De hecho ya me tengo que ir.

Tomo mis cosas con rapidez.

—¿Se conocen? —pregunta Alec. Mi corazón late frenéticamente.

—Tarado. Es Allison, comparten su departamento. ¿Te sientes bien?

Alec está totalmente confundido.

—Fue un placer, hasta luego.

Salgo disparada del lugar. Me subo al auto y lo enciendo. Alec se apresura al auto pero yo me adelanto y emprendo el camino. Lo veo por el retrovisor, parado, viendo cómo me alejo.

—Estúpida, estúpida, estúpida.


Estoy a un par de kilómetros en entrar a Blackbear. El camino ya está oscuro y la radio suena a un volumen muy bajo. Me siento triste, desesperada y decepcionada. Mi futuro con Alec era prometedor, un futuro normal, y de haber sabido sus verdaderos sentimientos, no hubiera tomado la decisión de volver.

Subo el volumen para despejar mis pensamientos. MarkHolf, un joven locutor conocido por muchos en Blackbear por no tener pelos en la lengua, habla acerca de los asesinatos en el pueblo. Está en un entrevista con una chica de nombre Rose.

—¿Qué me dices acerca de los lobos? ¿Sigues creyendo que son solo especulaciones?

—Tal vez.

—¡Vamos, querida! No podemos volver a explorar los bosques. ¿Qué piensas acerca de la encuesta? Muchos hablan acerca de seres misteriosos, creen que se pueden tratar de hombres lobo.

La chica ríe.

—Mark, sinceramente creo que consumes mucha marihuana.

No puedo evitar reír ya que pienso lo mismo. Pero en este caso tiene razón.

—El reciente hallazgo de esta chica de nombre Sophia. Tal vez podamos crear una teoría conspirativa.

Espero que ninguno de los chicos esté escuchando esta estación.

—¿Cuál, Mark?

—Tal vez quieren que el número de habitantes se reduzca. El condado puede meterse en un grave problema si amplían el pueblo.

—Creo que prefiero la teoría de los hombres lobo.

Los dos ríen.

Se escucha un sonido extraño. Las dos llantas del lado izquierdo se han pinchado con algo. Me detengo poco a poco no sin antes visualizar mi alrededor en espera de una casa o una tienda. Solo hay árboles y más árboles.

—Mierda.

Tomo el celular y marco el número de Daren.

—¿Daren?

—¿Estás bien?

—No, dos llantas se han desinflado. Creo que han dejado vidrios rotos en la carretera.

—¿En dónde estas?

—A un par de metros del letrero de bienvenida.

—No te bajes del auto. Llegaré en algunos minutos.

Pero Daren no tiene auto, lo que su llegada podría prolongarse.

—Está bien, aquí te espero.

Finalizo la llamada y sigo con el radio, está vez puesto en mi celular. Cierro todas las puertas con seguro, apago el motor y me recargo en el asiento, conservando la calma.

Mark continúa en un debate con Rose.

—No creo que esos seres existan. Tal vez estamos siendo invadidos por osos.

—¿Nuevamente?

—Así es, Mark.

Puedo notar el humo salir de la parte frontal del auto.

—No, no puede ser.

Salgo del auto y temerosa abro el cofre. No puedo identificar de dónde sale tanto humo, pero no es una buena señal.

Noto los faros de un auto venir. No veo con claridad el diseño, pero no dudo en hacerle señas.

—¡Hey! —grito mientras agito las manos.

El auto se acerca y me arrepiento instantáneamente. Es la camioneta de la gasolinera.

ETERNALLY ANGEL ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora