Capítulo 15

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—¿Estás bien?

Daren empuja el carrito de compras mientras yo permanezco en silencio por algunos segundos.

—Sí.

—¿En serio?

—Sí, Daren. Estoy bien, solo no pude dormir anoche.

Asiente poco convencido. Continuamos las compras en silencio. Reik nos espera en el estacionamiento, nos abre la cajuela para meter las compras y se detiene en la puerta del auto.

—¿Saben cuánto tiempo llevo sin comer un helado? —pregunta. Permanecemos afuera del auto igual que él—. Meses, largos meses. ¿Y saben cuánto tiempo llevo sin interactuar con la humanidad?

—¿El mismo tiempo?

—Así es, Allison.

—Es peligroso. Estamos en un lugar en donde te conocen. No puedes arriesgarnos de esa forma —difiera Daren.

—Hay una heladería a un kilómetro. No es muy concurrida —sugiero.

—No, no lo creo...

—La recuerdo. Iremos.

Reik conduce hasta ahí. La heladería está rodeada de algunas tiendas de ropa, no se encuentra en el centro pero tampoco a muchos metros de distancia. Daren permanece en el auto mientras Reik y yo vamos a comprar. Entramos a la tienda, visualizamos a las personas y al no encontrar a nadie conocido, avanzamos al mostrador.

—Dos helados de chocolate y uno de vainilla —pide Reik.

La puerta principal se abre y se escucha la campanita sonar anunciando una llegada. Me doy la medida vuelta, Sophia y Aiden entran por completo. Sophia mira la espalda de Reik al igual que Aiden. Los dos parecen confundidos.

—Ponte la capucha y sal de aquí —susurro—. Ahora.

Reik hace lo que le digo, dejando unos dólares en el mostrador.

—¿Reik? —pregunta Sophia detrás de nosotros.

Reik se da la media vuelta ocultando su rostro y sale del lugar apresurado su paso al auto.

—Allison, ¿él era Reik? —Su voz tiembla.

—¿Reik? Claro que no. Sophia, Reik está muerto.

Aiden se acerca con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Me alegro de verlos juntos —comento, cambiando un poco el tema—. ¿Pasarán la tarde?

—Sí. Aiden ha querido despejarse un poco.

—Por eso han venido a este lugar poco concurrido. Suena lógico. ¿Y cuál es el siguente lugar? ¿La casa de Aiden?

—No, no —Sophia sigue aturdida por la "presencia" de Reik.

—Bueno, es un gusto volver a verlos. Linda tarde.

Tomo el pedido y salgo del lugar. Me acerco al auto pero antes de poder entrar Aiden me llama.

—Toma. —Le doy los helados a Reik, quien se encuentra en los asientos traseros.

Camino hacia Aiden, a unos pasos del auto.

—¿Es quien creo que es?

—¿Te importa?

—Allison, ¿estás celosa?

Suelto el aire contenido y hago un gesto cargado de ironía.

—No te entiendo, Aiden. ¿Qué estás tratando de jugar?

—Lo mismo pregunto. En un momento dejas que te bese y en el otro me dejas en claro que nosotros no podemos... ser.

—Y por eso buscas a Sophia.

—Ese no es el punto.

—Lo es. Iba a aceptar tu ayuda ya que las cosas han cambia... —Hago una pausa recordando que Daren puede escuchar nuestra conversación.

—¿Sucede algo?

—No. Quería aceptar tu ayuda porque es necesaria. Pero ahora entiendo que no puedo ser la chica de reserva.

—¿Qué?

—Sophia siempre fue linda antes de que llegara yo. Después lo hice. Y si no hubiera llegado a este pueblo de mierda seguramente ya estarías en una relación con ella. No pasó mucho tiempo para que ustedes dos cayeran en sus propios encantos. Volví, y con ello tu interés por mí. Pero por ahí dicen que uno vuelve a donde fue feliz. Mira quién está adentro esperándote.

Me acerco al auto y abro la puerta.

—¿Por qué no lo hiciste fácil desde el principio? —preguntó en un grito.

—¡Porque estaba asustada!

Me subo al auto y cierro la puerta de un fuerte golpe.

No quiero lidiar con nadie, pero hay una persona en especial que me llena de tranquilidad con su simple presencia. Tate se sienta enfrente de la cama y espera a que tome la palabra.

—¿Sabes cómo fue mi primer periodo?

—No.

Mi espalda está recargada en el respaldo de la cama y mis manos juegan con la funda de la almohada.

—Faltaban pocos minutos para practicar deporte en la casa hogar. Mi vientre dolía, y Emma parecía muy preocupada. Éramos unas niñas.

—¿Qué pasó después?

—Fuimos al baño y vi que sangraba. Emma igual lo vio. Ella comenzó a gritar y a decir que estaba abortando.

Los dos reímos.

—Le dije que no era cierto, que no estaba embarazada porque no había tenido ninguna etapa reproductiva. No conocíamos muy bien el tema, solíamos leer libros de anatomía y biología a escondidas cuando barríamos la oficina de la encargada. Ella dijo que había leído en la Biblia que la Virgen María se había embarazado por el Espíritu Santo. Me asusté.

Tate esboza una sonrisa.

—Pero repito, éramos unas niñas. Ella salió por ayuda y le dijo al profesor de deportes que estaba teniendo un aborto. ¡Se volvieron locos! —reímos nuevamente—. Todo el personal esperaba fuera de los baños. La encargada entró y me preguntó acerca de lo sucedido. Le dije que al parecer era algo que le sucedía a las adolescentes. Lo había leído en un libro. Ella supo al instante que se trataba de mi periodo menstrual. Tranquilizó a todos y nos explicaron a Emma y a mí todo lo que debíamos saber. A pesar de ser unas niñas, éramos las mayores del lugar. Después de ese día los niños no paraban de preguntarme acerca de lo sucedido, pero me habían prohibido hablar de ello ya que no querían confundir a nadie.

—No creo que haya sido buena idea.

—No, no lo fue. Emma siempre estuvo conmigo en las buenas y en las malas.

Tomo el oso que me regaló. A un lado, en la mesa de noche, tomo una navaja.

—Pero ya no está.

Comienzo a romper el oso con la navaja, conforme cada cortada más aumenta mi ira.

—Allison, detente. —Tate se acerca tratando de detener mis manos. Después de algunos momentos, lo logra. Sin darme cuenta las lágrimas ya han empañado mi rostro.

—Lo he arruinado.

—No lo arruinaste.

—Emma ya no está.

Me envuelve en un abrazo y acaricia mi cabello en forma de consolación

—Esto acabará pronto.

—Quiero alejarme de Daren —confieso ya en la seguridad de sus brazos. Aprecio a Tate como un hermano mayor, alguien sumamente maduro.

Se separa en espera de una explicación.

—No sé quién es verdaderamente —logro pronunciar.






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